-Sesenta Y Ocho-

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-Creo que ya esta listo...- Susurró Hoseok al lanzar la ultima pizca de arena posible, la misma que Arthur había creado para apagar el fuego minutos atrás. -Espero que sus energias esten a salvo allí.-

-Tranquilo, lo estarán Pinocho.-

Yoongi tuvo que resistir sus ganas de retener a Hoseok en sus brazos, incluso cuando una lagrima se escapó de sus sensibles ojos. Ambos habían hecho aquel ritual que se hacía cuando un guardián moría para llevar su energía al mundo de los espíritus, aunque por dentro Yoongi sabía que sólo le habían tirado tierra y agua a unos cadáveres.

Desde tiempo inconcebibles los humanos y guardianes crearon ciertas reglas y prodecidientos para vivir en un mundo que no quería darles las repuestas fácilmente.

Nadie sabía que pasaba al morir y cada reino tenía respuestas distintas, pero lo que los unía era el deseo de creer que existía algo más allá de una oscuridad eterna. El reino de los espíritus.

Aquel lugar hermoso donde las energía más poderosas habitaban como seres fantásticos, aquel lugar que no se encontraba en la tierra y tampoco podía ser tocado por nadie.

Yoongi podía hablar con algunos espíritus porque nacio como un "puente" entre ambos mundos, pero aveces los espíritus no creían necesario contestarle sus preguntas. Salvo Mey, su pantera verde y fiel compañera desde que era un niño.

Ella no contestaba realmente, solo lo oía como si cada palabra en su boca fuera interesante. Algo similar sucedía con Hoseok. Pero nunca obtenía una verdadera repuesta.

Morir quizás no tenía que ver con repuestas, pero la gente seguía creyendo que podía controlar algo sin control.

Los guardianes creían que sus cuerpos muertos debían ser enterrados con agua, tierra y sol para que estos mutaran hasta volverse árboles, así su forma terrenal podría conservarse en el mundo mortal y seguir ayudando. Los árboles ayudan al mundo.

Eso tenía sentido para Yoongi y sonaba realmente hermoso.

Pero no era todo... Tras dejar sus cuerpos de árboles en este mundo, su energía tenía dos posibles opciones: el infierno, del que nadie se atrevía a hablar mucho o el mundo de los espíritus, del que todos creían saber y nadie tenía una jodida idea real.

-¿Crees que se convertirán en árboles?- Preguntó Hoseok mientras caminitos de agua dolida se formaban sobre su mejilla.

"No, no hay sol. Su piel se pudrira en este sótano asqueroso y nunca podrán ser árboles."

-Si.- Contestó en su lugar, porque dañar a Hoseok significaría otra daga en el corazón. -¿Cómo te sientes?-

-Preocupado, miedoso y pequeño.-

Yoongi nunca antes había conocido a un hombre que confesara abiertamente sentirse así, quizás era un código prohibido entre ellos desde que eran niños, como si los educaran para no revelar ninguna emoción y así verse masculinos e intocables, pero todo eso era una maldita mentira. El también se sentía pequeño y asustado, pero quizás no era tan valiente como Hoseok para confesarlo.

-El ultimo sonido de explosión fue hace unos seis minutos, creo que ya terminó todo.- Contestó para tranquilizarlo, pero por dentro sabía que Hoseok no estaba realmente asustado por eso, sino mas bien por el hecho de que su mejor amiga rondaba cerca del caos. Como siempre. -Ella estará bien.-

-¿Como lo sabes?- Su voz se sentía algo dolida y molesta, odiaba a Rosie por irse pero aún así sabía que era algo inato en ella. Nunca se quedaría quieta mientas el mundo se acaba y Hoseok amaba eso.

-¿Cómo lo dudas? ¿La has visto pelear? Mierda, esa chica podría destruir un Reino entero si quisiera.- Yoongi podía volverse un tonto chico normal que sólo deseaba hacer reír a la persona que le gustaba e ignorar al filósofo algo depresivo que vivía en su interior y casi nunca salía. Hoseok rio junto con el.

Asiardan ~BTS/BP~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora