Asiardan ~BTS/BP~

-Sesenta Y Cinco-

Jennie contra Atra

PARTE DOS.

"Un poco rota."

-¿Por qué lo hiciste?- Preguntó Atra al retirar su sable con una delicadeza casi imposible de creer. No quería lastimarlo gravemente.

-M-maté a mi madre por usar mis habilidades... Todo es mi culpa, acabe con su vida.- Susurró observando como a Atra parecía afectarle aquella noticia, como si pudiese sentir un poco de su dolor. Jimin se sintió comprendido por una persona que creía era incapaz de sentir cualquier cosa.

-¿En qué piensas, niño?- Deilar conocía a su pequeño y podía notar a quilometros como Atra estaba pensando si debía de hacerlo o no. -No lo hagas.-

En otro momento de su vida no lo hubiera siquiera imaginado, pero algo lo había cambiado por dentro de una forma tan drastica que apenas podía reconocerse.

-¿Quieres hablar con tu madre?-

Jimin pensó que aquello era una terrible broma de mal gusto, pero luego recordó que Atra definitivamente no era la clase de chico simpático que lanzaba humor negro porque le divertía.

-Puedo traer el alma de tu madre aquí, solo si ella quiere aceptar mi llamado. -

¿Aquello era posible? Molestar a los muertos sonaba a algo que sólo un abominable demonio sádico haría, pero aún así Jimin estaba tan débil que simplemente se dejó llevar por sus sentimientos de culpa.

-Dime su nombre...-

-Karin Park.- Murmuró Jimin, mientras el resto del templo no podía oír ni una sola palabra de aquella escalofriante conversación. Salvo Taehyung y Deilar.

-Absens meam.- Aquel susurro sonó prohibido y mortal, quizás porque lo era. Atra estaba buscando a Karin entre la sombría oscuridad del mundo de los muertos, pero su alma parecía no querer oírlo. -¡Vamos ven aqui! ¡Tu hijo quiere hablarte!- Ordenó mientras su tiempo se agotaba y los Dioses comenzaban a molestarse con su presencia viva. -Aqui estas.-

El castaño tomó su mano y la llevó consigo al mundo mortal, donde se personifico ante todos como una luz rosada y repleta de brillo que era imposible dejar de ver.

-¿Mamá?-

Nunca antes se había sentido un silencio tan profundo como aquel, ya que nadie en todo el templo tenía palabras para decir al ver un alma frente a ellos.

-Jiminie...-

Tenía voz. La misma voz tan dulce y amable que solo Karin poseía.

-M-mamá lo siento tanto.- Jimin quería explicarse, quería decirle que estaba tan herido que solo deseaba que ella pudiese entender su dolor... Pero en ese momento nada parecía importar.

Aquella luz, la esencia real de su madre estaba frente a él. No tenía cuerpo para abrazar pero aún podía sentir su cálida presencia invadirlo y quizás esa era la sensación que más extrañaba en el mundo.

-No tienes que disculparte, bebe.- Parecía un sueño, nada allí podía ser mas perfecto.

El mundo cruel finalmente había desaparecido.

-Nuestro amor será mucho mayor cada segundo, incluso cuando no esté aquí para dártelo. Podrás sentirme en cada cosa que ames, en cada risa que sueltes e incluso estaré en cada lagrima que se escape de tus sentimentales ojos, porque eso es lo mejor de ti Jiminie. - Podía sentirse como el mundo se había vuelto vulnerable a su alrededor. -Vives todas tus emociones y aprendes lo hermosas que son todas ellas de diferentes formas, esa es tu esencia y no debes perderla.-