-Treinta Y Uno-

591 54 49
                                        

Fin de la Segunda Etapa.

Día 4.

01:09 am.

Rose recuperó su salud rápidamente gracias a las habilidades curativas de Taehyung y con el paso de los minutos la rubia obligó al resto del equipo a descansar, ya que se veían aún más cansados que de costumbre.

Observó a los demás junto a ella, primero se dedicó a analizar a ambos chicos bajo la red y se preguntó qué tan débiles tenían que haber estado como para no poder zafarse de una trampa tan antigua y luego se levantó con cuidado para cortar las cuerdas que los retenian contra el suelo.

Taehyung había explicado que aquellas cuerdas tenían veneno somnífero y dentro de unas horas despertarian sin daños, por ende la rubia no se preocupo por Hoseok y el otro chico de cabello verdoso, como si fuese un helado de menta. Ella odiaba la menta.

Jungkook se había colocado nuevamente su traje negro antes de dormir y Rose se preguntó porque aquella situación la había desilusionado tanto, pero luego recordó el cuerpo delineado con finos músculos que habia observando y entendió el porqué.

Jungkook era odioso, engreído y frío como un iceberg, pero aún así nada podía evitar que Rose enrojeciera como un tomate cuando el pelinegro estaba cerca.

Rose se pregunta que era más grande, su odio y deseo de partirle la cara o sus ganas de besarlo hasta quedarse sin aire... Una real estupidez que atormentaba sus pensamientos repentinamente.

Taehyung descansaba a unos metros y se veía realmente agotado, ella pudo notar la punta de sus dedos tan rojos como si se hubiesen quemado al sanarla, no pudo evitar sentirse culpable por obligarlo a usar toda su energía para salvarla.

El peliazul era tan sentimental y emocional como ella, algo que los unía con facilidad. Rose se preguntó qué pensaba sobre el y la única repuesta que se le vino a la mente no fue satisfactoria. Cariño, quería mucho a Taehyung y en pocos días se había vuelto realmente importante en su vida.

Arthur también estaba allí, ya que luego de donarle su sangre se quedó dormido por completo, estaba realmente acabado y Rose no dejaba de sonreír al recordar que su hermano había ayudado a que ella siguiera viva. Quizás Arthur la había perdonado y volverían a ser unidos como cuando eran niños.

Lo extrañaba y lo necesitaba. Fue la primera persona que Rose recordaba amar más que a nada en el mundo, prácticamente el le enseñó todo sobre la vida y cuando se alejó Rose perdió gran parte de ella.

Arthur había cambiado por completo, podía notarse a quilometros de distancia aunque aquella idea no le agradara en absoluto. Sus rasgos infantiles e inocentes habían desaparecido, sus ojos violetas y redondos como canicas fueron reemplazados por una mirada fina y autoritaria.

La rubia no pudo evitar preguntarse si seguiría siendo igual de amable y tímido, como un cachorro asustado, aunque lo que había visto y escuchado cuando su agresor iba a matarla era totalmente diferente. Arthur se había mostrado serio y completamente valiente, todo era confuso aún.

Tantos pensamientos la llevaron a un gran dolor de cabeza y se vio obligada a sentarse nuevamente, estaba tan concentrada en el dolor que no escuchó cuando Atra se mostró ante ella.

-¿Te encuentras bien?- Preguntó con su neutral tono de voz, como si fuese un robot programado. El chico de cabello largo le extendió su arco con delicadeza y la rubia se quedó sin palabras, lo tomó rápidamente y respiro tranquila. Luego del golpe habia perdido todas sus cosas y Atra parecía haberlas encontrado.

Asiardan ~BTS/BP~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora