Amor infernal.
Al abrir los ojos el mundo comenzó a girar desenfrenadamente en todas direcciones pero el ya conocía esa situación. El denda se mezclaba en su sangre para revivirlo y matarlo al mismo tiempo.
Su salvación rápida terminaria tarde o temprano con su vida.
Los mejores médicos sabían que su esperanza de vida era de unos cinco o siete años más, pero aún así Saran y el resto de su equipo insistía en encontrar una cura inexistente.
¿Por qué no le temes a la muerte?
Le preguntaban todos desde que era un niño pero Jungkook nunca fue capaz de responder con la verdad.
No le tengo miedo a la muerte porque viví toda mi vida deseándola.
Jungkook deseaba morir y si tenía el valor suficiente para acabar con su vida, pero también sabía que aquello devastaria a su madre, Saran, o a sus hermanos Yoongi y Nam.
El mundo dejó de girar y las cosas volvieron a aclararse en sus ojos, estaba sobre unas duras rocas y el sonido del agua relajaba sus oídos, pero nada fue más satisfactorio que ver el rostro de Rose sobre su hombro.
El pelinegro intentó ponerse de pie pero sobre sus piernas dormia Taehyung y aquel chico se amarraba a cuerpo como si fuese un peluche cómodo.También fue relajante verlo allí.
Todos estaban a salvo, aunque Jungkook no pudiese creerlo.
Quizas la verdad se había vuelto otra este último mes, quizás ya no anhelaba morir consumido por aquella droga y quizás ahora deseaba vivir junto a ellos.
Tal vez, sólo tal vez... Ellos lo hubiesen salvado sin siquiera notarlo.
Taehyung se había vuelto su mejor amigo, alguien a quien veía como un igual y confiaba en su intelecto plenamente, aunque por fuera intentarán odiarse, ambos sabían que era imposible. Además... Tenían gustos parecidos.
-Ya no pareces un fantasma.- Comentó el peliazul al abrir los ojos y luego soltó las piernas de su amigo. -Volviste a tu usual apariencia de sádico asesino. Eso me alegra.-
-¿Rose lo vio?-
-Si...-
Taehyung pudo ver a través de sus ojos plateados la preocupación de Jungkook, el no quería lucir como un débil drogadicto que podía morir en medio de una misión ante Rose.
-¿Sabes que no es tu culpa, cierto?-
El pelinegro no contestó, quizás porque estaba demasiado ocupado sintiéndose un imbecil.
-Tu no te metiste esa droga porque quisiste, fueron tus padres. Ellos intentaron matarte, Jungkook.- Taehyung podía hablar con tanta facilidad sobre temas sensibles que el pelinegro sentía algo de celos. -Tu no les hiciste nada, ellos son los malos de la historia.-
-De la historia que tu conoces, Taehyung.- Soltó sin siquiera pensarlo, como un impulso repleto de sinceridad destructiva.
-¿Que dices...- El rostro del peliazul cambió por completo, parecía confundido y algo asustado, como si una bomba inesperada acabase de explotar ante sus ojos.
Jungkook nunca antes había confesado su mayor secreto a nadie en su vida, ni siquiera a Saran, porque sentía miedo de que el mundo se vengara contra el.
Nadie quiere a los asesinos. Nadie.
Aun así en ese intenta sabía que estaba listo para revelarle la verdad a Taehyung, solo a él. No sabía porque razon en especifico pero podía contarle la historia de aquella noche repleta de sangre en sus pequeñas manos.
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Asiardan ~BTS/BP~
Fiksi PenggemarNi siquiera los Dioses fueron capaces de explicar lo que pasó esa noche y ella tuvo que vivir condenada a cargar con su pasado incierto en un mundo que no estaba listo para entenderla. . . . "Porque el amor nos salva a todos de la autodestrucción"