El tesoro de los Akatsuki
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Una joven se encontraba caminando en los solitarios bosques, los habitantes de su aldea le habían prohibido volver a entrar, ella estaba muy triste, no sabía a dónde ir, por lo que supuso que moriría.
La lluvia se hizo presente, y ella solamente se quedó ahí, tirada en el suelo, esperando su muerte.
Se quedó profundamente dormida.
- Senpai! Veo a alguien ahí!- Dijo un joven con máscara naranja.
- Donde?- Preguntó.
El pelinegro se acercó al lugar donde estaba aquella extraña persona y se sorprendió al ver a una joven con la nariz roja y con signos de que había estado llorando.
- Senpai! Es una chica!- Gritó cargando a la joven en brazos al estilo princesa.
El rubio se acercó rápidamente y la vió, su rostro se veía tierno e inocente. El pelinegro se quitó su bata de Akatsuki y se la colocó a la chica, para que no tuviera frío.
Corrieron a toda velocidad hacía la guarida de los Akatsuki.
Al entrar al lugar, estaba un chico de cabello naranja y una joven de cabellos morados. Miraron a los recién llegados y se sorprendieron al ver que cargaban con algo... O más bien dicho alguien...
- Quien es?- Preguntó el líder.
- La encontramos tirada en medio del bosque.- Dijo Tobi con preocupación.
- Ya veo... Cómo sabemos que no tiene intenciones malas?- Preguntó con tono molesto.
El de máscara quitó la bata del cuerpo de la joven, tanto Konan como Pain se sorprendieron al verla. Pues la habían visto con anterioridad.
Flashback
Una joven iba caminando por el bosque, miraba el suelo y su mirada mostraba preocupación y miedo.
Accidentalmente chocó con alguien, haciendo que la joven cayera de espalda.
Abrió sus ojos y levantó su vista para ver de quién se trataba, encontrándose con dos jóvenes mirándola.
La chica rápidamente se levantó y dijo con un tono suave y amable.
- L-lo siento mucho... Venía distraída.- Dijo haciendo una leve reverencia.
El de cabello naranja se giró a mirar a Konan, que también lo miró.
- No te preocupes, estamos bien.- Dijo Konan mirando a la joven.
La chica levantó su vista y agradeció, pudo ver qué los dos jóvenes se veían agotados y se ofreció a ayudarlos.
- E-eh... Disculpen... Los veo cansados, si gustan pueden quedarse en mi casa... Ahí tengo todo lo necesario...- Dijo con un pequeño sonrojo en sus mejillas que la hacía ver tierna.