El Brillo De Tus Ojos
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Era una tarde con cielos nublados. Dos jóvenes se encontraban caminando por las calles de Konoha.
El primer Hokage saludaba animadamente a los habitantes de la aldea.
- Hermano... Debemos dirigirnos lo antes posible a la entrada de la aldea...- Le dijo el peliblanco a su hermano.
- Tienes razón, vamos.- Dijo el Senju mayor.
Se dirigieron a la entrada de Konoha, y se encontraron con un ninja, llevaba a una chica con las manos atadas.
- Hokage-sama... Hemos encontrado a la persona que roba la comida de las tiendas.- Dijo el ninja mirando a la chica con asco.
La joven tenía un aspecto no muy agradable, estaba muy delgada, su cabello estaba despeinado y tenía golpes y suciedad en todo su cuerpo.
- Bien... Llevenla a la torre por favor.- Pidió amablemente.
- Enseguida Hokage-sama- Dijo el ninja desapareciendo con la chica.
Pasaron unos cuantos minutos y los hermanos Senju miraron a la chica dentro de la torre cómo había pedido.
- Puedes retirarte.- Le dijo el Senju Mayor al ninja.
La chica no sabía cómo actuar. Se arrodilló frente al Hokage y le pidió disculpas.
- Por qué robas la comida?- Preguntó Hashirama.
- Yo... No tengo para comer.- Dijo tratando de contener sus lágrimas, seguía arrodillada y tenía la cabeza agachada.
- Ya veo...- Dijo. - Por favor, explicanos lo que sucedió.- Pidió.
- C-claro... V-verá... Yo no soy de familia adinerada... Vivo con mi padre y él me obliga a robar para llevarle comida a él... Yo no tengo el lujo de comer como se debe... Simplemente como las sobras que deja mi padre... - Dijo esta vez soltando sus lágrimas contenidas.
Los dos Senju se miraron y observaron con tristeza a la chica, después de todo ella no tenía la culpa de nada.
- Como te llamas?- Preguntó Hashirama.
- M-me llamo __ señor.- Respondió.
- De acuerdo... __... De ahora en adelante vivirás en esta aldea, te estaremos ayudando un tiempo, pero luego, tendrás que trabajar tú.- Dijo el mayor con una sonrisa.
La chica se sorprendió por las palabras del Hokage y lo miró con mucho brillo en sus ojos, cosa que hace tiempo no tenía. Sus ojos comenzaron a ciristalizarse.
- L-le agradezco mucho señor... Prometo recompensarle por todo lo que está haciendo por mí.- Dijo aún llorando. - J-juro ser de ayuda y no seré una carga para usted señor.- Dijo intentando calmarse.
- No me agradezcas señorita.- Dijo el castaño.
El menor de los Senju, no dejaba de observar a la chica. A pesar de ser un joven de carácter fuerte, no pudo evitar sentir cierto interés por la chica.