CCCXX

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Un extraño sentimiento de malestar recorría a Crowley mientras doblaba y acomodaba su ropa en el pequeño armario de la habitación, cuando se disponía a guardar una de sus chaquetas noto como algo crujía dentro del bolsillo, al revisarlo se dio cuenta de que se trataba de una hoja de papel maltratada debido al lavado.

"¿Qué es esto?" Preguntó para sí mismo el Alpha "¿Olvide alguna de las listas para las compras?"

Estaba a punto de desdoblarla cuando un dulce aroma como a pan horneándose llamo su atención, tardó unos cuantos segundos en darse cuenta de que él no tenía nada en la cocina en esos momentos.

Asustado salió lo más rápido de su habitación, pensando en los peores escenarios posibles y regañándose internamente por haber dejado sin supervisión por tanto tiempo a Bertha, quién él pensaba se encontraba durmiendo en esos momentos.

"¡¿Está todo bien?!" Gritó el pelirrojo alarmado "¡¿Se ha lastimado?! ¡¿Algo se quema?!" Con ojos asustados miró hacia todos lados, encontrándose con que nada fuera de lo común estaba sucediendo.

"Llegas a tiempo" Dijo Bertha de una manera tan natural que sorprendió a Crowley "Serás el mejor juez para esta receta"

La mujer tomo unos guantes de cocina que se colocó con normalidad para después acercarse al horno y abrirlo, sacando de dentro un bello pastel que coloco sobre la mesa.

"Use la receta de mi madre" Dijo la Beta tomando un cuchillo para partir un pedazo y colocarlo sobre un plato "Me hubiera gustado que hubieses podido conocerla..."

El Alpha completamente confundido se acercó hasta la mujer, con cuidado le quito el cuchillo de las manos y se acercó a la estufa para apagar el horno, aunque sabía que los momentos de lucidez en pacientes con una enfermedad como esa podían llegar a ocurrir, nunca había visto uno en la Beta.

"Pruébalo por favor" Dijo Bertha ofreciendo un tenedor y acercando la rebanada hasta el chico "Sólo ten cuidado, está caliente"

Crowley miro entre la ancianita y el postre, y con un suspiro de resignación tomo un pequeño pedazo que se llevó hasta la boca, temía que pudiera tener algún tipo de sabor extraño o incluso incluir ingredientes no aptos para el consumo, no podía confiar al cien por ciento en la concentración de la Beta.

Se dio cuenta que el sabor era bastante bueno, miró nuevamente a su alrededor donde solo encontró harina, pedazos de manzana y limón, así como cascarás de huevo entre el revoltijo de cosas, nada que lo hiciera preocuparse por algún tipo de envenenamiento.

"¿Y bien?" Preguntó la mujer "¿Te gustó?"

"¡Si!" Dijo el Alpha con una sonrisa sincera "En verdad esta delicioso, debe pasarme la receta, lo cocinaré para usted cuando desee..."

"Tú... Háblame de tú..." Bertha tomo asiento al lado del chico observándolo con cariño "Eres tan grande ya..."

"Soy igual que siempre..." El Alpha se sentía realmente confundido por aquello, comió un poco y con voz débil volvió a hablar "¿S-sabe quién soy?"

"Crowley... Tú nombre es Crowley ¿verdad?" El rostro del pelirrojo se ilumino y un par de lágrimas casi cayeron por sus ojos.

"Anthony J. Crowley Tadfield en realidad..."

"Es un nombre muy largo..."

"Lo sé" Río el Alpha "Lo sé, me dijeron que no se ponían de acuerdo en cómo nombrarme y por eso lo eligieron así..."

"Te va bien..." La ancianita acarició el rostro del muchacho "Crowley..." Murmuró nuevamente.

El chico colocó su mano sobre la de la mujer, hacía mucho tiempo que no recibía un gesto de cariño como aquel, una tristeza enorme se apodero de él, recordó con dolor a Beelzebub y Lucifer, a Madam Tracy saliendo de la habitación del hospital, a Steven y la sangre que cubría su rostro y por último la expresión de miedo en Azirafel, aquella imagen que aún le perseguía.

"¿Por qué lloras?" La Beta limpió con su pulgar la mejilla del pelirrojo quien no se había dado cuenta que las lágrimas comenzaban a caer "Tus ojos son tan peculiares, pero tan solitarios..."

Sin decir nada abrazó al muchacho, en un gesto que parecía tan natural, Crowley se dio cuenta que el aroma de medicina que caracterizaba a la mujer había sido reemplazado por las manzanas y limón, le gustaba, le recordaba a su infancia, incluso le hizo pensar en la madre de Azirafel, aquella mujer que siempre tenía una sonrisa para todos.

"No estás sólo" Hablo otra vez Bertha "Pero buscas el amor en donde no te lo pueden dar, perdónala porque también es humana, y nadie somos perfectos y perdóname a mí por no haber sido lo suficientemente valiente para ti..."

El llanto venció al Alpha mientras con suaves susurros y palabras la mujer trataba de calmarlo, incluso le canto un par de nanas, que trajeron una paz extraña en el chico, las sentía tan familiares y lejanas.

"Llorar es bueno" Dijo la viejecita arrullando a Crowley "Ayuda a sacar todo lo que tienes, nunca te avergüences por llorar, pero tampoco dejes que tus lagrimas te ahoguen..." Tras un largo rato, el chico se separó hipeando.

"L-lo siento" Se disculpó secando sus lágrimas "¿Puedo comer más pastel?"

"Cuanto desees, lo hice para ti..."

Tomando la mano de la viejecita, termino lo que quedaba en su plato y después se sirvió una porción más.

El sol ya se había metido cuando Crowley notó lo cansada que parecía la Beta, le hubiera gustado conversar más, sabiendo que esos lapsos de normalidad no se repetirían con frecuencia, además que era casi seguro que aquellos momentos se borraran de su memoria.

Con una sonrisa el Alpha se puso de pie ayudando a Bertha a levantarse, y con cuidado la acompaño hasta su habitación.

"Dejaré un pedazo de pay para usted" Dijo Crowlely guiándola hasta su habitación "Quedó delicioso y sería una lástima que no probará su propia creación"

"Háblame de tú..." Trato de reprenderlo Bertha, mientras se dejaba ayudar para colocar la ropa de dormir.

Cuando estuvo cambiada y su cabello cepillado, el Alpha la arropo en la cama con cuidado, lleno un vaso con agua y le dio las buenas noches, pero la Beta lo tomo de la mano con fuerza para que no se apartará.

"Quédate hasta que me duerma" Solicitó con voz temblorosa la mayor "Y mientras esperas, cuéntame de tus hermanos, y de ese chico... El ángel..."

"Azirafel" Se sonrojo el Alpha "N-no sé qué decirle... Yo realmente lo arruine todo... Yo..."

"Dime las cosas que te hicieron feliz, háblame de cuanto te quieren..."

"No sé si me sigan queriendo..."

"No seas tonto" Rio acompañada de una suave tos "El cariño no desaparece de la noche a la mañana, ellos te aman, puedo asegurártelo, tus hermanos, Azirafel, aquellas mujeres que cuidaron de ti, Madam Tracy e incluso yo, te queremos, por quién eres aún con tus defectos, eso es el cariño verdadero y él que debes buscar siempre..." Hizo una pausa y cerró los ojos "Así que por favor háblame de tu familia, quiero saberlo todo..."

Crowley comenzó a hablar, contó sus días en el orfanato, cada travesura, cada caída en el patio de juegos, contó cómo y cuando conoció a Azirafel, dijo cada detalle que pudo recordar sobre Beelzebub y Lucifer, sus peleas y sus reconciliaciones, dijo tantas cosas que su garganta se quedó seca; se recostó a un lado de la viejecita sin soltar su mano, e incluso cuando sus parpados comenzaron a caer contra su voluntad, no dejo de hablar.

Dile a Beatriz" Escucho una voz entre sueños "Que lo siento, que la ame con todo lo que tuve, pero no como ella lo necesitaba, dile que deje los rencores y sea feliz, y tú mi Crowley, vuelve al lado de quienes amas y te aman..."

El chico entreabrió los ojos tras oír aquello, encontrándose con la cara sonriente y tranquila de la Beta, apretó con más fuerza su mano y se quedó completamente dormido.

Si yo tú, si tú yo contigo 200 - Finalizado [Good Omens]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora