34. Fuertes confesiones

8.4K 1K 461
                                    

     Apartamento de Jung Kook, sala.
     Día veinte.
     8 a.m


—Está descansando —dijo Jung Kook a través de la línea —, quiero que descanse un poco antes de decirle que ya mañana tiene que regresar —susurró esta vez, mirando hacia la puerta de su habitación desde el sofá de la sala —, Hwasa —la regañó —, claro que lo devolveré, además, Yoongi no es ningún objeto como para que diga que no lo voy a regresar —calló unos segundos, mientras escuchaba las risotadas de su amiga —, sí, dije su nombre ¿algún problema? —cubrió sus ojos con sus dedos y cansado, agregó —, me estás provocando dolor de cabeza, ¿sabes?

—Ya no te enojes —dijo ella sonriendo, mientras miraba su mesa repleta de platos diferentes para desayunar —, ¿por qué no más bien lo invitas a cenar? mañana tiene que volver ¿no? así que...

—Justo porque mañana regresa es que quiero estar a solas con él, no en un restaurante repleto de gente, además, mi aroma sigue muy intenso, ir a un restaurante sería estúpido —explicó Jeon, tomando un sorbo de su jugo de naranja que había dejado sobre la mesa de la sala poco después de responder la llamada de su amiga —, especialmente porque últimamente está muy posesivo, cada vez que me ve al teléfono me gruñe.

—¿Será por la marca? —preguntó Hwasa.

—Tal vez, pero posiblemente se deba a que es un omega dominante, debe estar algo nervioso —comentó el alfa, comprendiendo por completo la sensación de la que hablaba, pues él al igual que Yoongi se sentía igual.

No quería separarse de su omega, lo quería solo para él. Sabía que había dicho hacía segundos que Yoongi no era un objeto, sin embargo, le habría encantado tenerlo sobre la cama en su habitación por siempre, sin que nadie lo mirara ni tocara, solo él.

Suspiró.

Pero además de eso, había algo que le carcomía la conciencia desde hacía días y eso era el hecho de mantener aún en secreto su investigación con respecto al hermano mayor de su omega.

—Hwasa, estoy jodido —susurró, masajeando el puente de su nariz con sus dedos.

—¿De qué hablas? —preguntó ella —, ¡No me digas que lo preñaste! —exclamó enseguida.

—¡No! —dijo él, alzando la voz por un momento, olvidando que su dulce omega dormía en la habitación. Resopló y negando con su cabeza, agregó —, me siento demasiado posesivo justo ahora y creo que es por la marca, pero además, no puedo mentirle más con respecto a mi investigación y a la razón principal por la cual acepté el empleo de la prisión.

—¡Ah! —exclamó ella, ahora entendiendo.

—Lo amo con locura, amiga, si él llegara a descubrirlo por algún motivo, prefiero que sea por mi boca y no de alguien más —susurró él, mirando hacia el suelo con fijeza. Entonces, justo en ese momento, escuchó la puerta de su habitación, miró hacia ella con rapidez y entonces, le dijo a Hwasa —, hablamos luego, creo que ya despertó.

Dejó el teléfono sobre la mesa de la sala y poniéndose en pie caminó hacia el pasillo que conducía a su habitación, por donde justo salía su omega, soñoliento y despeinado.

Jung Kook sonrió, caminó a paso más apresurado y cargándolo en sus brazos de un tirón, besó su cuello, justo donde la marca estaba.

—Alfa —susurró Yoongi, sorprendido y feliz al mismo tiempo.

—Buenos días, mi hermoso omega —le susurró el alfa al oído, consiguiendo entonces, lo que él quería, que su omega sonriera feliz y que en respuesta le abrazara como siempre lo hacía —, estaba esperándote para darnos un baño de tina juntos y luego pedir comida, ¿qué dices?

Prisión de Omegas (Kookgi) +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora