41. Límites inflexibles.

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     Prisión de omegas.
     Sala de descanso.
     Hora 11:40 p.m


Desde que Min había salido por aquella puerta, Jeon no se había movido de donde estaba.

Se sentía extrañamente sin fuerzas y sus ojos ardían, pues más de una lágrima había salido de sus ojos.

Se sentía pesado, como si su corazón pesara toneladas. ¿Así se sentía la culpa por lo que estaba haciendo?

"Sabes que te amo con locura, ¿verdad?" entonces recordó las palabras de Yoongi justo el día antes.

El pesar lo inundó.

—¿Qué estoy haciendo? —susurró para sí mismo, al mismo tiempo en que cubría su rostro con sus manos una vez más.

—Buenas noches —de pronto, alguien entró por la puerta, era Nam Joon, quien desde que había entrado por el primer portón recibió las noticias de que Jeon al parecer había regresado con su esposo y que justo unas horas atrás había dejado a Min.

En definitiva, esa prisión estaba repleta de chismosos.

—Buenas noches —dijo Jung Kook poniéndose en pie para así finalmente caminar hacia el área de los baños. Se miró al espejo frente al lavabo, sus ojos estaban rojos.

Suspiró y sin ánimos de nada, colocó su mascarilla como normalmente lo hacía. Al salir, de nuevo se encontró con Nam Joon, quien en silencio se vestía para ingresar a los pasillos de la prisión.

—Coronel, si quiere tomarse la noche...

De pronto, la mirada de Jeon se centró en el oficial frente a él. ¿Tan mal se veía como para decirle aquello? Jeon lo pensó un poco. ¿Debería tomarse la noche? Ya lo había hecho la noche anterior, no podía hacerlo más.

—No se preocupe, oficial Kim, estoy bien —dijo.

Kim enseguida asintió con su cabeza, al mismo tiempo que junto a Jeon salía de la sala de descanso.

Al llegar a los pabellones, todo parecía como siempre, silencio, oscuridad y soledad. Así lucían los pasillos de los pabellones por las noches. Ambos, en silencio subieron hasta la celda de Min, no obstante, cuando viraron a la derecha para seguir el pasillo hasta el fondo, por donde se llegaba a la celda de Min, descubrieron que los alfas que la custodiaban con normalidad no estaban donde siempre, si no, a una cierta distancia, lejos, pero no demasiado.

Ahn y Choi, quienes se habían alejado un poco de la celda de Min, suspiraron y sin decir nada, se marcharon del lugar con una simple inclinación de cabeza como despedida para aquellos que los suplirían.

Al cruzar los portones y llegar al salón de descanso de los oficiales de turno, Choi, mientras se apartaba la mascarilla de la cara, le dijo a Hwasa:

—Pensé que le dirías al Coronel.

La joven alfa, con seriedad, negó con su cabeza, mientras al igual que Choi, se desprendía de sus implementos del uniforme.

—No conozco mucho a Min ¿sabes? Pero hay algo que sí sé y eso es que Min es sumamente orgulloso y jamás, jamás —recalcó Hwasa, mirándolo con seriedad —, ha mostrado sus sentimientos frente a nadie, mucho menos un oficial, entonces... —la mujer se volteó y apartando su mirada de él, agregó —, imagina como debe estarse sintiendo en este momento como para no poder contener el llanto que nosotros escuchamos —Choi suspiró —, no, no le diré nada al Coronel, porque no creo que le importe realmente.

Prisión de Omegas (Kookgi) +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora