Cap 81

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Estaba sentado en mi cama pensando en estos últimos días, los cuales han estado bastante agitados. Luego de dejar plantada a Valentina las cosas han estado algo críticas entre nosotros. La verdad es que se me descargó el celular en medio de aquel servicio fúnebre, por eso no pude avisarle a Valentina que no llegaría. A pesar que su posible enojo estaba justificado ya que el hecho era que me esperó y no llegué no fue ese el verdadero motivo por el cual estaba enojada sino que era la sospecha de que el hecho por el cual yo no llegué fue porque me junte con otra chica. Suena bastante estúpido, lo sé, pero Valentina está muy convencida de aquello y no cree que en realidad estaba en un servicio fúnebre, incluso para creerme me pidió fotos, pero ¿para qué tendría o sacaria una foto de aquel momento? hacerlo sería algo bastante desubicado e irrespetuoso, pero ella no entiende argumentos convincentes, tampoco la culpo, tiene solo 16 años, no puedo pedir mucho en esta situación.

Tenía cero ganas de ir al liceo, estaba seguro que tendría alguna discusión con algunas de mis compañeras ya que quedaron bastante bravas por retirarme ignorandolas el dia anterior. eso sin contar la remota posibilidad de que algún inspector se haya dado cuenta que me escapé del liceo. Sabía muy bien que aunque tuviera muchas razones para no ir el hecho era que no tenía con quien hacer la cimarra, o simplemente ir a alguna otra casa, aunque podía quedarme en casa y solo dormir, pero tenía bastante energía como para hacerlo asi que no quedaba de otra mas que hacerle frente a eso y a algo más que se presentara en el camino.

Estaba tranquilamente caminando por la entrada del liceo cuando de pronto me detuvo el inspector general, algo me decía que estaba en problemas y en el momento de máxima presión debería confesar la verdad. 

Por suerte la conversación no duró más de 10 minutos y solamente era para avisarme y contarme a cerca del centro de alumno, funciones que cumplia, deberes, privilegios y hasta popularidad. me causaba gran curiosidad su notable esmero por que fuera parte de el centro de alumno y lo aun mas raro es que se trataba solo de mi, nadie aun sabía sobre la reelección del centro y ni de que se trataba.

Al entrar a la sala un gran silencio se esparció, mis compañeros me miraron pero no dijeron nada, solo me siguieron con ella hasta mi puesto y luego continuaron hablando entre sí. 

La primera clase era de Lenguaje, clase que nos hace el profesor Mario, quien a su vez es nuestro profesor jefe. al momento de terminar la clase y mientras todos salían me hablo para que me quedara ya que necesitaba hablar algo importante.

-Dígame profesor

- Ysrael... primero ¿cómo estás? 

- Muy bien, ¿y usted?

- Muey bien también, gracias 

- Me alegro

- La verdad es que necesito saber a cerca de ti

- ¿Respecto a?

 - A lo que te está pasando ahora, sé que no estas bien, tus compañeros también y estamos preocupados por ti 

- Primero... ¿están preocupados o en realidad solo usted lo está? porque si me lo pregunta creo en su preocupación y estaría dispuesto a confiar en usted no asi con mis compañeros de quienes dudo mucho una posible preocupación por mi o si quiera empatía.

- Entonces te seré sincero y hablaré por mi. Ayer luego que te fuiste escuché hablar bastantes cosas desagradables sobre ti, insultos tambien, ademas hace días te noto bastante reservado y tu no eres para nada reservado, siempre he resaltado tu extrovertida forma de ser, además eres bastante alegre y faltan tus esenciales rasgos en la sala, es por ello mi preocupación

- Me alegra saber que aún hay personas con las que puedo contar, al menos en el liceo

- Siempre podrás confiar en mí Ysra y lo que necesites no dudes en pedirmelo

- Entendido Profesor y una vez más le agradezco.

¿Quién hubiera pensado que poco a poco logró ganarse mi estima, cariño y hasta admiración.

Nada interesante o importante pasó además de aquella conversación con mi profesor jefe en el liceo. No fue hasta salir de clases cuando una idea vino a mi. Se me ocurrió pasar a casa de Daniel con el pretexto de ir a cortarme el pelo ya que el es barbero y así saber cómo está, si necesita algo o simplemente sentarme a  escucharlo.

Aquel encuentro fue bastante agradable, sin hacer mención a lo sucedido me compartió algunos de sus pensamientos tristes que conservaba, lo escuche atentamente para luego aconsejarle, recordarle que no está solo, también intente dar a conocer jesús, lo invite a participar más en la iglesia y no podía faltar los temas graciosos que toqué para sacarle carcajadas.

No podía evitar sentirme culpable a medida que conversábamos ya que desde que lo conocí intente excluirlo de mi círculo cercano, tuve siempre una especie de rechazo hacia él por el solo hecho de ser flaite e incluso en una ocasión no correspondí su saludo. creo cada vez encontrarme más idiota.

Un Inexperto Al AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora