Me despierto, ya que oigo como mi madre me llama desde el salón. Supongo que es porque Mad ya está aquí.
Desde que llegué de nuevo a casa no he hecho más que ignorar todas las llamadas y mensajes de Dylan y al final decidí bloquearle y alejarme de todo lo que me recordaba a él, es decir, me aleje de todo, menos de Mad. Los primeros días fueron los más duros, no conseguía levantar cabeza, pero gracias a la ayuda de mi madre y de Mad, el dolor ha quedado en segundo plano, más o menos.
Hace un par de días Mad me dijo que le hacía ilusión venir a casa a verme para saber que estoy bien del todo y para contarme cotilleos sobre las cosas que han pasado allí en mi ausencia, y la verdad que a mí también me hace ilusión poder verla de nuevo y no tener que esperarme a que acaben las navidades para poder hacerlo.
Me incorporo un poco en la cama miro el anillo que tengo en el dedo anular y le doy vueltas. El amor se compone de una sola alma que habita en dos cuerpos. Leo y releo la frase que tiene grabada cada vez que me quito el anillo con intención de no volver a ponérmelo, pero siempre acaba en el mismo sitio. Otra vez en mi dedo.
Me miro un par de veces en el espejo antes de bajar y me hago un moño un poco más decente para que me vea mi amiga, aunque ahora mismo parezco el fantasma del pasado, el presente y el futuro, los tres a la vez.
Bajo al salón con mi nuevo pijama azul de manga y pantalón largo, el cual tiene dibujos de lunas, estrellas y nubes. Se ha vuelto mi pijama favorito desde que volví a casa. Y esto sí que no me lo voy a quitar, Mad ya me ha visto más de una vez en pijama, por una vez más, no se va a horrorizar.
Cuando llego al salón veo a mi madre sentada en el sofá hablando con Mad y Justin, no me esperaba que él estuviera aquí, pero me hace ilusión volver a verle. Mad levanta la cabeza un momento y es entonces cuando me ve, salta del sofá y corre a abrazarme y se escuchan las risas de mi madre y Justin.
- Te he echado de menos.- Me dice ella y a mí se me caen unas pequeñas lágrimas.
- Y yo a ti.- Le respondo en un susurro y nos miramos sonrientes.
- Hola renacuaja.- Me saluda Justin que está de pie al lado de su novia. Yo me acerco a abrazarle y él me abraza fuertemente.
- Hola, grandullón.- Le saludo sonriente.
- Bueno, chicos.- Habla mi madre que se acerca a nosotros.- Os voy a dejar a solas porque me tengo que ir a comprar los últimos regalos de navidad.- Los tres asentimos y ella se acerca a la puerta y coge su chaqueta del colgador.- ¿Queréis que os traiga algo para comer o preferís salir a comer fuera?- Pregunta acercándose a nosotros de nuevo.
- Tranquila, hoy comeremos fuera. -Responde Mad con una sonrisa.- ya es hora de que la pequeña vampiresa vea el sol. - Me mira burlándose de mí y mi madre se ríe, pero a mí no me hace gracia y pongo los ojos en blanco. No me apetece ir.
- Me parece genial.- Responde mi madre.- y a ti también.- Asegura mirándome y me limito a encogerme de hombros.- Que os vaya bien la mañana. - Se acerca a mí y me deja un beso en la frente.- Te quiero.
- Y yo.- Susurro y acto seguido se va de casa dejándonos a los tres a solas.
- Bueno, ¿Qué tal tus primeras semanas en casa?- Pregunta Justin un poco nervioso intentando iniciar una conversación.
- Bien, bueno... todo lo bien que se puede estar... supongo.- Respondo mirando al suelo un poco incómoda.
- Ya bueno, allí las cosas tampoco han ido muy bien desde que te fuiste.- Habla Mad esta vez y yo la miro sorprendida.
- ¿Os apetece desayunar algo?- Pregunto intentando evadir el tema. No estoy segura de querer saber que ha pasado allí, y si tiene que ver con Dylan, aún me interesa menos.
Aunque, ¿A quién quiero engañar? Llevo desde que llegué aquí intentando evitar todo lo posible el tema de Dylan, pero no puedo parar de pensar en él y de preguntarme como estará él. Me siento estúpida y masoca cada vez que pienso en algo así, pero ya no controlo ni a mi corazón, ni a mi cabeza. Hace mucho que lo dejé de hacer, para ser exactos el día en el que el avión aterrizó en California.
- No gracias.- Responde Justin, y me sonríe amablemente.
- Pues a mí me apetece un café.- Responde esta vez Mad, un poco más animada.
- Marchando.- Me dirijo a la cocina donde me preparo mi desayuno, el café de Mad y minutos después lo sirvo en la mesa del salón donde nos sentamos los tres.
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Your Destiny
Teen FictionYo sabía que mudarme a los Ángeles iba a suponer un gran cambio en mi vida y que, seguramente, acabaría por pasarme factura. Lo que no sabía era que se iba a cobrar tan cara. Cuando volví a casa tras enterarme del engaño, no podía hacer nada por dej...