Capítulo 30.

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—Ama...ama...

Xiao XingChen miró a YangChen, que ahora trataba de abrazarlo pero el vientre de ocho meses de  embarazo se lo impedía. Xiao XingChen frunció el ceño ante la escena y se permitió abrazar a su hijo, a quien jamás pensó poder ver en su vida a través de sus propios ojos. La felicidad que sentía ahora era inconmensurable, no era capaz de pedir más.

Pero entonces...

Echó  un vistazo hacia la figura ahora de pie frente a él, a solo unos pasos de distancia. Xue Yang lo miraba expectante, siendo testigo de la escena de hace un momento.

Sin embargo, Xiao XingChen no lo veía de la misma manera.

—Xue Yang... —la voz de Xiao XingChen era baja pero al mismo tiempo llena de escepticismo—.
¿por qué...? —interrogó, sin dejar de mirar a su hijo.

A pesar de que la pregunta era ambigua, Xue Yang la comprendió a la perfección. Miró a Xiao XingChen por un momento más y su rostro pronto comenzó a volverse sombrío, como si esa pregunta lo llevara a rememorar fragmentos olvidados del pasado.

Finalmente respondió poco después: —Ver cómo te enamorabas de mí poco a poco durante nuestro viaje juntos, me hizo sentir tanto control... yo podía arruinar esa felicidad que sentías en cualquier momento si lo deseaba...

Xiao XingChen sintió un dolor intenso al escuchar esas palabras, abrazó a YangChen suavemente, temiendo lo peor. Se sobó los párpados, se volvieron húmedos en algún momento.

Xue Yang continuó, notando que Xiao XingChen estaba malinterpretándolo.—Pero con el tiempo me enamoré de ti, Xiao XingChen y dejé de lado el rencor que me consumía. Incluso ahora formamos una familia, y nunca cambiaría esto por nada. ¿No puedes entenderlo? Te devolví la vista para que vieras con tus propios ojos a nuestros hijos y a mí. Sé que vernos es lo que más querías, aunque no lo admitieras directamente.

Xiao XingChen se sobó los párpados, lleno de recelo y culpa. —¿Cómo... Cómo los conseguiste? Estos ojos.

Xue Yang se acercó y acarició una de las mejillas de Xiao XingChen con gentileza. —Eso no importa. Ahora solo tienes que descansar... A-Chen te extrañó tanto, iré a preparar la cena.

Xiao XingChen golpeó la mano que lo tocaba y Xue Yang miró esa misma mano, no se esperaba esa respuesta.

—Fuera.

—¿Xiao XingChen?

—Vete de aquí, Xue Yang. Hazlo ahora que te lo pido amablemente.

Xue Yang solo sonrió esta vez, comprendiendo que era cuestión de tiempo para que Xiao XingChen lo aceptara.

—Está bien, estaré cerca. Si necesitas algo, solo llámame.

Aquella espera fue insufrible al final.

No solo Xiao XingChen no lo llamó nunca en los pasados de cinco días sino que inesperadamente, no comentó nada acerca de esa vez. Xiao XingChen nunca le dirigió la palabra. Ahora que podía ver, incluso hacía más cosas que antes sin necesidad de pedirle ayuda.

Ese mismo día, temprano en la mañana, Xue Yang se acercó a Xiao XingChen para quitarle la escoba que estaba usando para barrer en el patio. El patio era enorme y las hojas demasiadas y en su estado de embarazo Xue Yang no dudó en relegarse esta tarea: —Omega, tienes que descansar. No te esfuerces tanto. Yo limpiaré.

Xiao XingChen no le respondió ni tampoco le pidió la escoba de nuevo. Solo regresó rápidamente dentro de la cabaña y se encerró en su cuarto.

Xue Yang simplemente no pudo soportarlo más y lo siguió pero Xiao XingChen le cerró la puerta en la cara.

Prisionero [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora