Capítulo 44

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Lan XiChen miró a los hijos de Lan WangJi con un remolino de sentimientos. Eran tan pequeños, tan vulnerables. ¿Cómo iban a vivir sin Wei Gongzi desde ahora?

Pensarlo lo hizo sentir muy culpable. Debilitado. Wangji, ¿en qué me equivoqué?

Como si notaran a un visitante, los tres bebés comenzaron a moverse un poco en sus hamacas. Uno de ellos, el varón, abrió los ojos y miró directamente a Lan XiChen. Ojos dorados se encontraron con la mirada atenta de Lan XiChen.

Lan XiChen suavizó su expresión, acarició la mejilla del bebé y lo miró con cuidado. Los ojos dorados del pequeño eran de un color suave y cálido. Lan WangJi se mantuvo de pie detrás de ellos, mientras que el maestro Su tomó a A-Yuan y se retiró discretamente para no interrumpir la reunión.

Cuando los minutos pasaron, Lan XiChen se giró para mirar a Lan WangJi a los ojos.

—WangJi, como líder de la secta...  —murmuró, mirando a su hermano fijamente—... juré a nuestro padre proteger a todos los discípulos de Gusu Lan, incluyéndote.

Lan WangJi se mantuvo en silencio, su mirada estaba fija en un punto al azar, sin emitir una sola palabra.

Lan XiChen continuó, dando un paso hacia Lan WangJi, con la seriedad en su rostro. —La pena capital no sería la suficiente para redimir los pecados que has cometido, WangJi. Sé que lo sabes, y no te lo recuerdo solo como líder de la secta sino como tu hermano. Wangji, quiero evitar que continúes hundiéndote y que entiendas. Por Wei Gongzi, si sientes arrepentimiento, ¿estás dispuesto a volver a Gusu y aceptar pagar por lo que hiciste?

Lan WangJi miró a Lan XiChen a los ojos finalmente. Sabía que no había manera de borrar lo que cometió, la culpa siempre lo carcomería, no importa cuántos años pasaran.

Desde la muerte de Wei Wuxian, casi nunca había podido dormir. Las pocas veces que pudo lograr hacerlo las pesadillas lo atormentaban, como si se aliaran para mantenerlo despierto sin la posibilidad de un solo momento de tranquilidad.

En ese momento, Lan XiChen sintió un extraño dolor en el pecho, especialmente al ver aquella mirada vacía en Lan WangJi, como si solo quisiera aislarse del mundo.

Después de lo que pareció una eternidad, Lan WangJi finalmente emitió dos palabras. —Estoy dispuesto.

Solo entonces Lan XiChen lo miró con mucho pesar. Al final, se llevó las manos tras la espalda y se marchó en silencio de la habitación. Poco después, A-Yuan entró tímidamente y cerró la puerta. En ese momento, Lan WangJi estaba mirando a sus tres hijos y al ver acercarse a A-Yuan le acarició la cabeza como acostumbraba.

—A-Yuan.

—¿Qué necesita, joven maestro Lan?

—Lo siento.

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Lan XiChen salió de la habitación y caminó hasta llegar a una antesala. La casa era bastante humilde y al alfa no le importó en lo absoluto ese detalle, ya que su mente solo divagaba en otros asuntos.

—¿Me está buscando?

Lan XiChen se giró y entonces vio al joven omega y asintió en saludo. —Sí. Lamento las molestias que mi hermano le ha causado. ¿Puedo saber su apellido?

—Es Su. Si gusta puede llamarme Su Ming.

—Es un placer, Su Ming.

—El placer es mío, joven maestro Lan.

Después del intercambio de saludos, Lan XiChen buscó en su manga y sacó una bolsa con monedas de plata y se la entregó al maestro Su, mirándolo con gratitud.

Prisionero [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora