Capítulo 8

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A la mañana siguiente, Wei WuXian decidió regresar al lugar que había encontrado. Siguió el mismo sendero, tal y como lo recordaba pero cuando llegó al camino empedrado se encontró con una bifurcación que no le pareció familiar en lo absoluto. Y pensándolo bien, tenía un pequeño problema: ¿Cómo había encontrado ese lugar en primer lugar?

Justo cuando estaba apunto de ahondar un poco más en ello, un gran manto de mariposas apareció alrededor de él, impregnádole el aroma familiar del sándalo. Wei Ying las miró con la boca ligeramente separada, perdido en el color peculiar de las alas, tan doradas como las hojas de aquel árbol que había visto ayer.

Mientras las contemplaba, fue guiado por segundo vez por ellas y de repente se sintió muy cansado.

Cuando abrió los ojos de nuevo, el imponente árbol de hojas doradas estaba justo frente a él una vez más. Las hojas parecían emitir un sonido, como el del tintineo de una campana. A pesar de que el paisaje era el mismo que recordaba, algo se sentía inusual, no supo porqué.

Caminó un par de pasos antes de darse cuenta, con las manos apoyada en la espalda, restándole importancia a todas esas inquietudes. Justo cuando estuvo apunto de rozar la corteza del árbol notó que alguien más estaba alrededor.

La persona se hallaba sentada en posición de loto, meditando de espaldas a él. La fina cabellera oscura, se movía imperceptible por el suave vaivén del viento. El niño llevaba las mismas familiares túnicas blancas y la cinta de la frente.

Wei WuXian retrocedió un par de pasos al reconocer a esta persona.

No pudo evitar pensar. —Maldición. Tuve que encontrarme con él.

El plan que ideó era sencillo: buscar un escondite hasta que Lan WangJi se fuera. No debería de haber dificultades para hacerlo, ¿verdad?

Retrocedió un paso con cuidado, evitando hacer crujir las hojas.

—Te advertí que no regresaras.

Wei WuXian tragó en seco, deteniéndose. Lan WangJi en algún momento se había parado tras él y lo miraba con una clara advertencia, podía sentirlo. El pequeño alfita se rascó la nuca mientras se giraba hacia Lan WangJi, sonriendo como de costumbre—: Oh hermano Lan, ¡nos vemos de nuevo!

Lan WangJi lo miró incluso más fríamente. Wei WuXian se rio en su interior mientras se dirigía a él como si nada hubiera ocurrido.

—No te acerques.

Wei WuXian no se detuvo. —¿Por qué eres así hermano Lan? No recuerdo haberte hecho nada malo. ¿Es porque estoy en este lugar que está prohibido para los discípulos extranjeros? ¡Pues culpa a las mariposas! Ellas me guiaron aquí desde el principio.

Lan Zhan abrió los ojos de inmediato, una chispa dorada brotó de ellos. Wei WuXian pudo ver claramente como este estoico segundo maestro Lan perdía todo el color de su cara en un parpadeo.

Wei WuXian se detuvo y lo miró sin entender. —¿Hermano Lan? ¿Pasa algo?

Lan Zhan aún estaba en trance.
Wei WuXian volvió a repetir. —¿Hermano Lan?

—¡Lárgate!

—¿Eh? ¿Pero por qué?

Wei WuXian continuó sin comprender, él solo quería tomar una buena siesta bajo la sombra del sauce dorado e incluso si era posible, intentar ser amigo de esta persona. Se preguntó por qué aquel joven maestro lo echaba de esa manera tan ruda. ¿Por qué era prohibido venir aquí?
Pero por alguna extraña razón, no sintió miedo de este mismo niño de su edad que intentaba intimidarlo.

Prisionero [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora