Capítulo 13

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Las gotas de agua chocaron contra el cristal de la ventana. En algún momento había comenzado a llover.

Xue Yang movió a Xiao XingChen una vez más y cuando no consiguió respuesta se mantuvo observando a un punto lejano, su mirada estaba perdida, tan inmerso en sus propios pensamientos que ni siquiera podía oír el llanto de su hijo.

Las mejillas del bebé estaban rojas, húmedas, y una clara hinchazón podía notarse en la zona de sus ojos por el llanto desesperado.

Por breves momentos, el bebé se quedaba dormido. Pero no mucho tiempo después, volvía a despertar solo para llorar con mayor fuerza que antes mientras los truenos resonaban con más intensidad.

Xue Yang no podía escucharlo, entró en un tipo de trance mientras incapaz de derramar una sola lágrima, aún se mantuvo incrédulo por todo lo que había sucedido.

El cuerpo de Xiao XingChen fue sacudido varias veces más. Podía notarse claramente por la luz de la linterna, una gran cantidad de sangre seca cubriendo la zona de sus muslos y entrada. Xue Yang ni siquiera se atrevió a mirar para evitar a toda costa la realidad que le había dado un golpe duro. Directo en donde sentía más debilidad.

Pestañeó con lentitud mientras el llanto desesperado del bebé al ser abrazado por el frío se volvía cada vez más insistente.

Después de un breve tiempo, Xue Yang cerró los ojos y cayó de rodillas frente a la cama. Escondió su propia cabeza entre sus piernas repitiendo el nombre de Xiao XingChen incontables veces, solo con el deseo de revivirlo con esa súplica.

De pronto, unos susurros llegaron a los oídos de Xue Yang, volviéndose poco a poco más entendibles. Xue Yang no prestó atención a ello, después de todo, estaba aislado en sus propios pensamientos, incapaz de escuchar o sentir nada; pero aquella voz finalmente logró comunicarse con él luego de continuar con insistencia. Xue Yang pudo escuchar el tono familiar manifestándose.

—Xun Lao...

Xue Yang no se movió ni pestañeó, como si no creyera en lo que había escuchado. Hundió su rostro en el hueco de sus piernas aun más, por solo pensar en la posibilidad de estar volviéndose loco.

Sin embargo, aquella voz no se rindió, insistió una y otra vez, llena de agustia por no ser escuchada, gritó resonante. — ¡Xun Lao!

Xue Yang abrió los ojos, miró a todas las direcciones con el semblante nublado, sin poder controlar el temblor en todo su cuerpo. Pronto una vez más aquella voz se manifestó con notorio cansancio—. El bebé...

Xue Yang poco a poco comenzó a volver en sí. Pudo escuchar débilmente el agudo llanto de alguien. ¿Quién era? ¿Quién lloraba con tanta desesperación?

—¡Xun Lao!

Xue Yang escuchó el llanto aún sin entender, aquella voz comenzó a ayudarlo a salir del trance poco a poco. Los hombros de Xue Yang temblaron, escuchó el llanto y a la misma voz diciendo—: Por favor... Nuestro hijo...

Xue Yang se cubrió las orejas, su cabeza punzó tanto que un grito de dolor escapó de sus labios. Se puso de pie, sus piernas apenas sosteniéndolo. Escuchó el llanto una vez, con más fuerza y entonces todo comenzó a volverse cada vez más claro. Los sonidos, los relámpagos azotando, el llanto...

Entonces recordó.

¡Su hijo!

Con una expresión llena de pánico, y como si recobrara la fuerza sobre su cuerpo, fue de inmediato por el bebé, intentando no pensar lo peor. Cuando halló al bebé notó lo hinchado y azulado que se veía. Xiao XingChen trataba de alcanzarlo para intentar cubrirlo del frío  pero apenas podía moverse lo suficiente para tomar la pequeña mano del bebé.

Se apresuró a tomar a su hijo, que ahora lloraba aún más desconsolado que antes, sintiéndolo con la temperatura alta.

Xiao XingChen murmuró, débil. —Xun Lao... El bebé... El bebé tiene fiebre.

Xue Yang lucía desesperado, sintió una opresión en el pecho como si estuviera apunto de quedarse sin aire. —Cómo... Cómo es que tú... Yo... Yo revisé tu pulso y tú no...

—Eso no importa ahora, ¡Atiende al bebé!

Xue Yang tragó todas sus preguntas y trató de calmarse primero.  Después de todo, era verdad: El bebé tenía fiebre. No dijo más, se apresuró a limpiar y a atender al bebé como se lo pidió Xiao XingChen, tragándose todas sus inquietudes por ahora.

Al terminar de asear al bebé, lo envolvió en una toalla, secándolo con cuidado. El bebé no dejó de llorar en ningún momento, su rostro enrojeció por no dejar de hacerlo, transformando el llanto en gritos desesperados que solo alteraban a Xue Yang por no ser capaz de camarlo.

Cuando el bebé comenzó a patalear, por un momento casi cayó del agarre de Xue Yan. La pequeña cubeta improvisada que Xue Yang usó para bañarlo se movió, estuvo apunto de derramar el contenido por el golpe pero el alfa había reaccionado a tiempo.

Xue Yang comenzó a desesperarse, sin saber qué hacer fue contagiado por el llanto del bebé en el momento de darse cuenta de que no podía calmarlo.

Mientras tanto, Xiao XingChen se sentó sobre la cama, su rostro desencajado por el dolor debido al esfuerzo, pero aún así hizo todo por soportarlo. Xue Yang entendió de inmediato, llevó al bebé con Xiao XingChen y el omega lo recibió en sus brazos. El bebé aún llorando con desesperación.

—Tranquilo. —murmuró Xiao XingChen, meciendo al bebé con suavidad. Xue Yang lo ayudó a desprenderse de sus prendas superiores. Entonces Xiao XingChen acercó al bebé frente a su pecho. El bebé de inmediato comenzó a alimentarse—. Todo estará bien. Tranquilo, tranquilo.

Xiao XingChen lo envolvió aún más en sus brazos, cubriéndolo con la toalla al mismo tiempo, para que entrara en calor. Entonces se mantuvo inmóvil, acomodó los mechones del bebé a un lado y lo marcó con su aroma, el pequeño poco a poco comenzó a calmarse al estar en los brazos de su madre.

Xue Yang se mantuvo de pie, observó la escena en silencio, lleno de tanta culpa. Planeó mantenerse distante, pero cuando escuchó la suave voz de Xiao XingChen pidiéndole que se acercara, y que lo abrazara, Xue Yang se sentó en la cama y lo hizo sin sentir remordimiento alguno.

Xue Yang reprimió el llanto—: Xiao XingChen... me alegra que estés bien...

Restregó su rostro contra la nuca del omega, mientras lo abrazaba con desesperación. Al sentir el aroma familiar de la marca, se permitió sentir algo de tranquilidad, después del gran susto.

Xiao XingChen acarició su cabello con suavidad—: No llores...

—Xiao XingChen... Tuve tanto miedo. Por favor nunca me vuelvas a asustar de esa forma. Te lo suplico...

Xiao XingChen se recargó contra Xue Yang, mientras sentía el ligero picor del bebé en su pecho por alimentarse.

—Sí.

El bebé se quedó dormido y su temperatura corporal comenzó a tornarse estable poco a poco. Xue Yang miró a Xiao XingChen, sus labios temblaron, apunto de ceder a las ganas de llorar de nuevo.

Nunca había pensado en la posibilidad de perder a Xiao XingChen en el momento que debió ser el más feliz de su vida.

Pero gracias a ello se dio cuenta de lo mucho que en verdad necesitaba a su omega, de lo mucho que en verdad lo amaba y el dolor que sentiría con su pérdida. Apretó ligeramente el agarre de su abrazo, Xiao XingChen soltó un quejido y eso solo alarmó a Xue Yang:

—Lo siento. No quise lastimarte.

—Está bien.—Xiao XingChen acarició el rostro de Xun Lao con suavidad. El Alfa cerró los ojos y se dejó hacer, su mejilla contra la palma del omega, la sensación lo lleno de tanto alivio y calidez, abrió los ojos y lo miró aún sintiendo miedo. Luego se atrevió a mirar al bebé, que ahora había dormido finalmente.

—Xiao XingChen, perdóname. Por mi culpa... nuestro hijo...

—No necesitas disculparte.
—Lo lamento...

—El bebé está bien, llegaste a tiempo. ¿Ya se durmió?

—Sí... Se ha dormido.

—Llevalo a descansar en la cuna.

Xue Yang suspiró. Se acercó a Xiao XingChen y tomó al bebé con cuidado; los recuerdos volvieron a revivirse...
Los gritos desesperados cuando sintió su pulso, creyendo haberlo perdido por siempre.

Los lamentos, reproches, y el momento de culpa por no ser capaz de haber salvado a su omega.

Sus manos, trémulas, abrazaron al bebé mientras los recuerdos comenzaron a fluir. En su mente emergió el recuerdo del cuerpo inerte de Xiao XingChen, siendo movido sin descanso por él mientras los truenos resonaban a lo lejos e iluminaban la cabaña con intensidad.

En el momento de llegar frente al borde de la cuna, se mantuvo mirando al bebé lleno de un miedo inmisericorde. Xue Yang acarició su rostro suave, acomodó al bebé en la cuna, y el bebé se durmió tranquilamente.

Pronto regresó con Xiao XingChen, sintió los ojos humedecerse solo por el hecho de verlo. —De verdad... No lo estoy imaginando.

Xue Yang fue hacia Xiao XingChen y lo abrazó, luego lo besó con desesperación. Xiao XingChen no lo esperó al principio pero al final correspondió, abrazó a su alfa y él lo abrazó con la misma calidez.
Xue Yang besó su frente y luego lo besó en los labios de nuevo. La sensación de perderlo, jamás podría borrarse de su memoria. Sintió unas ganas inmensas de comprobar que no estaba soñando, que su omega estaba allí mediante cada gesto.
Cuando notó a Xiao XingChen temblar, se alejó por un momento.

—Lo lamento. Voy a limpiarte ahora. Podrías enfermar.

Xue Yang acomodó varias almohadas tras la espalda del omega para brindarle comodidad y entonces lo desvistió poco a poco.

—También tengo que cambiar las sábanas...

—Te amo.

Xue Yang detuvo cualquier movimiento. Miró a Xiao XingChen por un momento, sin creer lo que había escuchado.

El omega repitió una vez más. —Te amo. Nunca me arrepentiré de haberte conocido, de haber formado una familia contigo. Xun Lao... Te amo.

Xue Yang lo besó suavemente en los labios, declaró con sinceridad. — También te amo. Desde el primer momento, supe que serías la persona más importante en mi vida. Te doy gracias por haberme dado tanta felicidad. Nunca creí poder sentirme tan feliz... Xiao XingChen te amo tanto.

Xiao XingChen asintió y sonrió. Ambos necesitaban tanto soltar sus verdaderos pensamientos.

Cuando Xue Yang continuó la tarea de limpiar a Xiao XingChen, el omega se mantuvo inmóvil en todo el proceso, solo sintiendo las suaves caricias dadas por la toalla humeda.

Luego de asearlo, Xue Yang lo secó con el mismo cuidado. Cambió las sábanas por unas limpias, y entonces en el ambiente pareció respirarse un aire distinto, pulcro. La lluvia en ningún momento dejó de caer y Xue Yang sintió que un gran peso se liberó de sus hombros cuando el bebé y Xiao XingChen habían dormido finalmente.

Ambos a salvo.

Permitió a sus rodillas caer al suelo. Había pasado por tantos sustos, sintió que todo había jugado en su contra. Que el karma le había cobrado sus errores de la peor forma pero, finalmente pudo respirar aliviado.








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