Capítulo 36

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En la lejanía, se escuchó el sonido constante de un goteo. El olor a humedad podía distinguirse ligeramente.

Wen Ning despertó con lentitud, enfocándose poco a poco en la imagen del techo.

El cuerpo le pesaba demasiado, sentía sus brazos y piernas entumecidas y algunos mechones se le pegaban en la frente por el sudor.

Solo después de varios intentos, pudo sentarse sobre el respaldo de la cama.

Ese ligero esfuerzo lo cansó demasiado, inhaló y exhaló un par de veces antes de poder recuperar el compás de su respiración. Sentía la cabeza punzar, casi siendo insoportable. Apenas podía pensar con claridad.

Después de que el dolor se redujera lo suficiente, miró alrededor con más atención. Las paredes estaban tapizadas, había lámparas de aceite y unas pocas velas alumbrando la alcoba.

El entorno era tranquilo pero al mismo tiempo, lúgubre. El sonido chirriante de una puerta abierta de par en par aumentaba mientras regresaban sus sentidos. Esta estaba en el lado lateral izquierdo, donde una cortina de gaza se movía con el vaivén del viento. El sonido de la lluvia se escuchaba claramente en la lejanía.

—Dónde estoy...

Haciendo presión sobre sí mismo, se acomodó para salir de la cama. Estaba tan débil que los brazos le temblaban. Ni siquiera podía estar seguro de sostener su propio peso. Pensando en eso, acarició su vientre; sus ojos se abrieron de golpe.

¿El tamaño era mayor?

Eso solo lo hizo pensar en lo peor.

Algo estaba realmente mal.

A pesar del gran peso que soportaba, intentó ponerse de pie poco a poco, trastabillando al principio pero sin ceder. Tenía que averiguar qué estaba sucediendo, para eso necesitaba verificar la habitación primero.

Después de un par de intentos más, finalmente pudo dar pasos más firmes. Caminó, adentrándose en medio de la oscuridad y solo luego de avanzar notó que había otra puerta, pero esta estaba cerrada.

Fue a revisar pero al llegar, como temía, aquella puerta tenía seguro.

—HuaiSang... —murmuró, sin entender qué estaba sucediendo.
Aún se sentía algo mareado, pero caminó lentamente hacia la puerta abierta esta vez. Al cruzar, se encontró en un balcón.
En lugar de mirar el paisaje nocturno, su atención fue enfocada directamente en la figura de espaldas a él. Nie HuaiSang estaba de pie frente a la larga fila de barrotes que parecía semejante a una jaula. Esos barrotes rodeaban todo el perímetro del balcón, era imposible cruzar más allá.

La lluvia caía delicadamente en silencio, sin derramar una sola gota sobre ellos. Wen Ning sintió un sudor frío por alguna razón. Quizás por estar afuera desabrigado, o quizás, por ...¿miedo?

Estuvo cerca de hablar a la otra persona, cuando de la nada sintió debilidad en las piernas, le temblaban más allá del control. En realidad, él mismo parecía temblar por completo.
Nie HuaiSang se giró a tiempo para verlo de pie tras él. Embozó una cálida sonrisa y se acercó a una distancia prudente.

—A-Ning, ¿cuándo despertaste? Lo siento, estaba aquí tomando algo de aire fresco. —Lo tomó de los hombros con suavidad, guiándolo en el interior—. Vayamos adentro, puedes resfriarte.

Pero Wen Ning contrario a ceder, retrocedió un paso, alejándose. Se mantuvo cabizbajo, algo cohibido.

— ¿Dónde estoy? —murmuró, casi apunto de tartamudear.

Nie HuaiSang sonrió, y amablemente respondió a la pregunta.

— En nuestra casa.

Wen Ning comenzó a temblar por alguna razón. Miró a su alrededor, notando como cada ventana fue sellada desde afuera, y solo había dos puertas a la vista.

Prisionero [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora