Capítulo 33

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La ventana se abrió por la fuerza del viento. A-Yuan rápidamente fue a cerrarla y entonces cubrió a Wei WuXian con las sábanas, que se habían movido mostrando la cara ahora con los párpados cerrados.

El olor a sangre seca podía sentirse claramente. Las manos del niño temblaron, sus ojos aún estaban rojos por tanto llorar, pero aún así terminó la tarea de cubrir el cadáver.

Salió de allí mientras se sobaba los ojos y se apresuró a ir a la habitación contigua juntos con sus hermanos.

Al abrir la puerta de la alcoba, se encontró con la silueta de Lan WangJi, de espaldas a él. Cerró la puerta tras de sí y miró a aquel hombre que lo había tomado bajo su protección. El hecho de solo distinguir la mirada desolada y triste de Lan WangJi, hizo que sus ojos se humedecieran una vez más.

Lan WangJi no recordaba cuánto tiempo había estado de esta manera en realidad. En silencio, solo escuchando las ligeras quejas de los bebés mientras dormían. Por alguna razón se sentía vacío, no podía ni siquiera llorar. Porque en su interior, era consciente de que no tenía derecho a hacerlo debido a que él... era el causante de todo lo que había ocurrido.

Por su egoísmo, por su posesividad ahora la persona que más amaba estaba muerta y nunca podría volver a recuperarla.

—Pa...padre... —murmuró A-Yuan, sobándose los párpados. Su cara estaba roja por soportar las ganas de llorar.

Volvió a intentar llamarlo, pero no hubo respuesta. Han GuangJun solo se mantuvo mirando a los bebés en silencio, sin emitir una sola palabra o hacer movimiento, con aquella expresión estoica que tanto lo caracterizaba. Pero A-Yuan era consciente de que en su interior, su padre se sentía destrozado.

A-Yuan intentó llamarlo un par de veces más. Una y otra vez, incluso llegó tan lejos como para tocarle y así llamar su atención.

Casi al mismo tiempo, la puerta principal en la entrada se abrió. El viento helado estuvo apunto de entrar en la cabaña pero con un giro de su túnica, Han GuangJun hizo que la puerta volviera a cerrarse y se interpuso entre los bebés y el viento helado que estuvo apunto de rozarles. A-Yuan se acercó para verificar que todo estuviera bien, los niños no habían sido molestados en lo absoluto. Seguían dormidos.

Han GuangJun rápidamente fue a colocar más leña en la chimenea y también aseguró la puerta con algunos muebles. Necesitaba mantener caliente la cabaña para los niños no estuvieran tan expuestos.

—Pa... Padre... —habló de nuevo A-Yuan, mientras Lan WangJi aseguraba una ventana—. Yo...sé que no es momento... que no tengo derecho a decirlo... pe... pero... —A-Yuan comenzó a llorar, quiso detenerse pero por más que lo intentó no pudo hacerlo—.
Mis hermanos... mis hermanos aún no tienen nombre. Hace mucho... recuerdo haber escuchado a una madre explicarle a su hijo pequeño por qué tenía un nombre. Le dijo que era muy importante, porque era un regalo único que los padres le daban a sus hijos. No recuerdo muy bien... era demasiado pequeño... pero, ¿no deberíamos darles unos a mis hermanos también...?

Han GuangJun terminó de colocar más leña, poco a poco la temperatura fue más acogedora; lentamente se giró a ver A-Yuan. Su semblante era tranquilo pero el color en su rostro era blanco, como la nieve. A-Yuan notaba que no estaba bien, lo notaba perdido a pesar de verse tan tranquilo.

—Tienes razón, no es momento de hablar de eso. Así que ve a tu cuarto y descansa, yo me haré cargo del resto. —murmuró, dándole la espalda una vez más.

A-Yuan intentó convencerlo, pero a pesar de insistir, Lan WangJi no volvió a girarse ni a hablarle. Solo se mantuvo atento a los niños, sin mostrar interés.

Prisionero [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora