Hace exactamente 5 años que una de las familias más reconocidas de España en el campo de la construcción había sufrido una ruptura irreparable que había dejado el corazón de Christopher Evans completamente despedazado. Con tan solo 28 años de edad y siendo el director de la constructora familiar, Evans, había recibido con los brazos abiertos y llenos de amor la gran responsabilidad de cuidar y criar él solo a su pequeña y adorada hija, Lucy Evans. El verano estaba por iniciar y en unos cuantos meses más Lucy cumpliría 7 años de edad. Los años volaban y el simple pensamiento de haberla visto crecer tan llena de amor lo satisfacía a tal grado de llegar a sentir que no necesitaba nada más para ser inmensamente feliz, pero la realidad es que se equivocaba y pronto el destino se encargaría de envolverlo en una aventura romántica y terriblemente complicada en la que más de una creencia se tambalearía bajo sus pies, poniendo a prueba su corazón y de cabeza todo lo que alguna vez creyó tener bajo control. Aquella desconocida llegaría con toda su inocencia para reparar más de un corazón que creyó no tener compostura.