13.Ella.

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13. Ella.

Después de catorce horas de vuelo normal, Victoria me llevó hasta el puerto de la ciudad de Veracruz, donde me subiría a un barco en cuestión de minutos que me llevaría a Taer. Como era el primero de la mañana, el barco que estaba cargado de personas era el de venida. El de ida estaba vacío.

— ¿Cuánto me dijiste que es de aquí a allá?— le pregunté.

—Treinta minutos... Una hora— me contestó ella, haciéndole señas a alguien para que se acercara al carro y me ayudara con mis cajas.

—O sea, voy a ir llegando como a las siete, por ahí.

—Sí... por ahí, directo a la escuela. Se llama Stuywercaft— suspiró y frotó sus sienes. Yo también suspiré, conteniéndome. Dejó caer su cabeza hacia atrás y masajeó su cuello, alzando sus hombros hacia atrás. Sacó un chicle—. El chofer llevará tus pertenencias a la casa, y ya te di la dirección para que después de clases tú puedas regresarte caminando. Ahí va a haber una señora que se llama Ingrid— me tendió un chicle—. ¿Quieres uno?

—No, no me gustan— le dije.

—Antes te gustaban.

—No. Nunca me han gustado— contesté, negando con la cabeza. Ella se quedó callada, asintiendo lentamente.

— ¿Así que aquí nos despedimos?

— No dramatices, Tamara. Nos vamos a ver pronto para tu primer reporte.

Suspiré, adaptada a los comentarios de infravaloración de Victoria.

—Eso mero—chisté—. Adiós, adieu, tschüss, ciao, poka— poka.

—No seas payasa. Ven para acá, que todavía no termino. Todas las instrucciones sobre tu nuevo colegio y casa están en tu maletero. No vas a entrar este semestre porque ya están casi en finales, pero aceptaron que vayas conociendo y estés esta última semana de clases. Tus libros nuevos para el siguiente semestre en el maletero, por si quieres bajarlos de una vez, y  recuerda no simpatizar mucho con nadie.

—No va a ser problema, no te preocupes— cuando ella encontró su mirada con la mía, le dije—. Gracias por acompañarme. Siempre quise volver a México y confirmar que los estereotipos no existen.

—Es el Golfo de México, no te emociones—se metió el chicle a la boca—. Pensé que estabas enojada conmigo. Y ya no me hables en francés.

La ignoré y seguí hablando en francés:

—Molesta, pero vivo en ese estado contigo, y eso no me daría una excusa para comportarme como una chiflada contigo. Bueno, adiós, adieu, tschüss, ciao, poka— poka— dicho esto, me marché, notando su mirada sobre mí, y subí al barco. 

1. Agente TF01, origen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora