15. Ella.

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15. Ella:

Había podido subsistir la primera hora en el salón. Sin en embargo, en la segunda clase, a causa del bullicio, había abandonado la clase excusándome por cólicos. Ahora me encontraba en la clase de francés, intentando ser lo menos impulsiva y lo más tolerante posible, cualidades que no eran mi fuerte.

Había algo en particular que no me agradaba del colegio: el hecho de que eran tan pocos alumnos que sólo podían dividir las clases en dos salones. Las pasadas dos clases las había tenido con Faris y Driek, quien había sido un apoyo moral palpable. La clase de lengua se dividía en tres: inglés, francés y alemán. Naturalmente, me habían inscrito en la clase de francés, donde también se encontraba el chico de camiseta de rayas.

También me había dado cuenta de que Driek no era hostigado, sino una simple sombra detrás de todos y que usaba mucho su celular en clase, pasando como alguien indiferente para los demás, cubriéndolo así del resto de la escaza sociedad. Eso me indicaba que él era una buena persona que seguir, ese paradero que estaba buscando.

— Así que hay alguien nueva hoy— dijo mi maestro de francés, sentándose en el escritorio. No debería de tener más de cuarenta años, era bajo y delgado, con una creciente barba.

Asentí.

— ¿Y cómo te llamas?— preguntó, sin darle importancia su propia pregunta. Eran preguntas que tenía que realizar a todos los alumnos, supuse. Se puso de pie y caminó hacia la pizarra.

—Tamara... Tamara Quivera — dije, jugando con los dedos de mis manos.

— Tengo entendido que no vas a tomar clases con nosotros esta semana, que sólo vienes a visitar las instalaciones— dijo, comenzando a escribir verbos conjugados al presente en francés, y yo asentí—. ¿Y vienes de...?

—Del D.F.

—Ah, vienes de la provincia, entonces. Ya veo. Se nota en tu acento, aunque aun así es algo peculiar... ¿Es muy diferente a aquí? ¿La provincia?

—Pues acabo de llegar. La verdad es que no he ido a ver los alrededores, pero supongo que sí. Aquí es más bochornoso, y allá llueve más. 

— ¿Y sabes algo de francés, supongo?

Apreté mis labios, fluctuante. No quería parecer presuntuosa o llamar la atención, pero ésta era mi única clase para poder aprovechar esa oportunidad.

—Algo así. Quise certificarlo en mi prepa anterior, pero llegué a mitad del curso, cuando ya habían hecho las clases. Mas... mas sí, llevo prácticamente toda mi vida practicándolo.

El maestro se volvió hacia mí justo en el momento que sentí que un papel pegaba en mi espalda. Alcancé a tomarlo, pero no a abrirlo, porque el maestro ya se estaba abalanzando sobre mí.

— ¡Por fin alguien aparte además de Núñez que sabe francés!— puso sus manos sobre mi banco y se agachó, incomodándome—. Aquí no he podido pasar de lecturas y todo eso. Y no ayuda mucho que no muestren ni un poco de respeto. ¿Verdad que son muy irrespetuosos?

—No sé, la verdad...— dije, dándome cuenta segundos después que la pregunta iba hacia los alumnos, hacia el aire.

—Pues lo que yo sí sé es identificar una maldición en francés— dijo Faris, quien estaba a sólo unos pocos asientos de mí, con un fastuoso tono de voz—. No creas que nosotros somos los groseros aquí.

Me volví hacia él, negando con la cabeza y extrañada de tuteara a su maestro. Él sostuvo su mirada con la mía.

—No hay que armar dramitas, menos ahorita—le dije—. Es mi primer día. Por favor, no jo... frie... no empieces.

1. Agente TF01, origen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora