41. Ella:

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41. Ella:

El olor fue lo primero que me impactó: olía a eses, a desechos y el agua estaba más espesa de lo usual.  

Me apresuré lo más posible para llegar hacia los pabellones.

Hice un repaso mental de cómo iban las calles. Encontré la manera perfecta cómo para moverme, era mucho más fácil si me movía por las alcantarillas que si me movía por la ciudad, menos carros. Aparte de eso, no tenía a Tom para distraerme, para intentar evadir mis técnicas minuciosamente conectadas a un plan de ataque,  y me era mucho más fácil de moverme. Y además de todo, acortaba el camino perfecto para ir hacia allá.

Tomé mi radio comunicador y contacté con Tom.

—Voy por las alcantarillas, no te preocupes si no me ves. Es más fácil por aquí. Fin — dije y puse de nuevo el radio comunicador en mi cintura, comenzando a adentrarme a las aguas, el sonido de las gotas cayendo a la distancia.

—Bien que te caíste. ¿Para qué te haces la ingeniosa? — dijo, seguido de una risa y después un jadeo, como si estuviera peleando.

—Fin— repetí, tomando el radio comunicador con un gruñido.

Mentalmente, me imaginé a Tom sonriendo, y yo torcí mis labios.

Mi mueca se convirtió en un gesto semblante cuando me di la media vuelta y me vi acorralada por una gran vaya de madera, dudando de mi rumbo. Retrocedí al encontrarme a un grupo de caimanes y cocodrilos deslizándose entre los andenes de las alcantarillas, debajo de la luz que la alcantarilla que mostraba la salida.

Procuré tomar la distancia y analicé todo el escenario, las pequeñas partes que formaban parte de él, los tubos hacia arriba, hocicando con pequeñas gotas de agua y los remotos sonidos de la realidad. 

Mi comunicador sonó.  Lo tomé.

— ¿Dónde andas?— preguntó Tom. Su respiración era entrecortada, cada vez haciéndose más sosegada y tranquila.

Los reptiles se volvieron hacia mí. Me quedé estática, hasta que logré reaccionar y, con un suspiro, tiré mi cabeza hacia atrás.

—Sigo en las alcantarillas— dije dando una paso para atrás. Los reptiles se comenzaron a acercar cada vez más hacia mí, en lentos movimientos.  

—Ya casi estoy en el edificio. Apúrale.

—Tengo un problemita— dije, sin dudar si decirle o no, porque sabía que acudiría e interrumpiría—. No me apures, bliadz'.

Él no me contestó, sólo con un suspiro. Comencé a caminar lentamente hacia atrás, a casi la misma velocidad que los reptiles, mirando hacia arriba al mismo tiempo: quería encontrar el lugar y la distancia perfecta para poder proporcionarme y saltar sobre ellos.

Sus bocas se comenzaron a abrir.

—Ay, ya, qué flojera— dije, tajante a ésta situación. Di otras tres grandes zancadas hacia atrás y comencé a correr con rapidez hacia adelante, al mismo tiempo que los reptiles comenzaban a sentir la amenaza. Sólo logré pisar los hocicos del primero y el segundo caimán. Fuertemente. Con tanta potencia que sus hocicos electrónicos se quebraron.

Todavía quedaban tres.

El primero se arrimó hacia mí. Logré darle una patada en sus ojos, y otra en el hocico, finalmente. El segundo y el tercero se volvieron hacia mí. Entre la vorágine creada, lo único que pude sentir entre la adrenalina, fueron unos dientes enterrarse en mi chamorro. Por la manera en la que se sostenían sobre mi carne, supe que no me dejaría ir fácilmente.

1. Agente TF01, origen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora