53.Ella:

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53. Ella:

Pero sabes que en lo estático no progresas, y comienzas a romper todas las leyes físicas y gramaticales para darle sentido a todo eso, porque es demasiado nítido enfrente de ti,  demasiado grande, demasiado fuerte, y todo es demasiado pequeño al mismo tiempo, inclusive los limitados adjetivos para describir una situación, así que comienzas a avanzar, pasando de dos meses hasta tres y medio, con marzo en la esquina y un viernes de mala suerte cabizbajo en el pasado, rosas negra de broma en la escuela el día de San Valentín, con los planes bisbiseados en la oscuridad tornando a realidad, hacia conexiones que nadie conocía, a algunas externas que yo misma era capaz de sujetar y planear en mi propia mente, todo en base a la seguridad. 

París se había convertido en los estragos de mi pasado, donde las mentiras yacían basadas en una ingenua persona. Los recuerdos eran tan efímeros como todas aquellas preguntas que tenía al ser aplacadas por otras cíclicamente. Todo era tan cercano, como las mismas cosas que podía tocar, que aun los podía sentir y podía ver. Pero al mismo tiempo era como si todo estuviera prohibido, como si estuviera resignada, como si me rehusara a ser la misma persona que antes era.

Y Eliza accedió. Pero no tenía dinero: estaba endeudada.

Y el mundo se quedó en silencio cuando compartimos la historia con Ingrid y ella accedió. Pero tampoco tenía dinero.

Y dijo necesitaríamos nombres. Y padres. Y certificados. Y estudios. Y trabajos. Y buscar rastreadores en nuestro cuerpo. Y nuestro dinero que estaba en cuentas a las que no teníamos acceso. Y registros civiles.

Pero no teníamos nada de eso.

Y para eso tendríamos que emanciparnos como menores.

O esperarnos un año más.

Pero no sabíamos a bajo la patria potestad de quién estábamos.

Así que comenzamos a investigar entre todos, y nos movíamos de La Unión Europea a los secretos y los planes de la agencia sobre nosotros, nombres recónditos que Eliza no lograba decirnos, pero que nos liberarían. De las incógnitas zarpábamos hasta los estragos de Asiria y las empanadas de Ingrid en la noche, recodándonos los fraudes ilícitos cibernéticos descifrados junto con detenimientos de homicidios calificados, el sentimiento de las ásperas colchas contra mi piel y la conglomeración del intento de evasión en la península de Kamchatka, la misma terrateniente de la agencia.

Y seguíamos sin identidad. Pero mi acento iba mejorando.

1. Agente TF01, origen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora