32.Él#2:

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32.Él#2:

Él, mofándose sin que yo lo supiera aun, había hecho la propuesta de vernos en Sylt.

Había comido horas y la noche ya había caído, mostrando los patrones de estrellas sobre la arena, donde él se encontraba nadando, con su silueta bañada de la luz de la luna, moviéndose de un lado a otro sin parar, como si todo lo que estuviera a su alrededor tuviera que ser tocado por sus dedos, inclusive el brillo de las estrellas y sus atisbes.

Por un momento, me quedé parado en la arena, apreciando la escena normal que tenía frente a mi ojos, distorsionando la realidad que no podía cambiar, aquel juego mental que yo no había empezado, pero en el que aun así yo participábamos. Dóciles y gráciles movimientos, casi como si fueran frangibles, melancólicos e idóneos. Imaginé a dos personas más a mi lado y no pude evitar torcer mis labios, disgustado.

Me quité mis zapatos y caminé por la arena. Me quedé parado en la orilla, esperando a que él me escuchara. Como no lo hacía, chiflé, ansiando ser notado.

Él se volvió hacia mí, con una sonrisa.

—Eh, te tardaste en llegar— gritó en español, con una gran sonrisa que encantaría a muchos.

Yo me quedé parado ahí, con los brazos cruzados y viendo cómo salía del agua con gracia sin pudor, movimientos que parecían casi calculados para no dejar marcas en la arena, levitando. A la distancia, vi cómo una pareja sentada en la arena miraba la escena, murmurando por lo bajo, especulando, quizás, que esta no era una playa nudista.

—Te abrazaría si no estuvieras desnudo— mentí. Normalmente, hacia todo lo posible para ganarme su confianza—. ¿No te importa que te estén viendo?— señalé a la gente.

Sonrió.

—En cierto sentido me dan lastima... El ser humano está demasiado enfocado alabándose a sí mismo que olvida que el resto de su raza también puede tener algo positivo— dijo, agachándose para tomar su ropa—. Es como si creyeran que ellos pueden cambiar los problemas a su alrededor cuando ellos mismos son los causantes de estos, sus distorsiones... Simplemente velos: ¿En verdad crees que él no ve pornografía y ella no la lee? Y actúan como si esto fuera algo novedoso. Me dan lastima, lastima, lastima...

— ¿A quién no le da lástima una vida que sólo se mueve por un laberinto que tiene las mismas trampas?

—Los que no están conscientes de lo que lo hacen— dijo, poniéndose una trusa.

—Capaz y sí.           

Desde donde estaba, y siendo totalmente heterosexual hasta donde sabía, podía admitir que él tenía un cuerpo ligeramente tonificado y esbelto. Era suficiente robusto, sin estar desmesurado, con un tono de pie claro y terso, con su cabello rubio peinado con encanto, inclusive después de salir del agua. Tenía un gran atractivo, y ese era un gran problema, sobre todo que era difícil pensar que, inicialmente, habíamos sido lo mismo, proyectos creciendo en diferentes vientres, divididos por el tiempo, pero con el mismo paradero. 

Nos quedamos en un turbio silencio por un momento, sólo escuchando el mar a lo lejos. Mientras él se terminaba de cambiar y se sentaba a mi lado me quedé preguntándome por qué quería mantenerse arcano, por qué sus acciones ante los dos tenían que mantenerse recónditas, con sigilo, sólo a través de mensajes, pruebas e historias.  

— ¿Vienes a hablarme sobre ella, no?— me preguntó.

— ¿Qué acaso no te puedo extrañar y ya?— le di una palmada en su espalda desnuda—. ¿Cómo te ha ido?, ¿Ya te has asentado en algún lugar? No me gusta que estés por ahí nada más sólo— dije. Por dentro, no podía dejar de sentirme como él: manipulador e hipócrita, una persona falsa construyendo una nueva propia personalidad, mitómano.

1. Agente TF01, origen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora