42. Ella.
No había mucho que sentir o mucho que decir sobre la caía.
Fue táctica al comienzo, al igual que todo lo que me rodeaba, hasta que me pegué contra una base plana y un gemido de mi parte rompió el silencio. Comencé a deslizarme sobre la planicie, intentando asir algo para detener el frenesí con el que me estaba moviendo.
La oscuridad me comenzó a engullir en un arcaico recuerdo, con el gélido aire a mi alrededor hasta que, abruptamente, las luces neutras se prendieron, rodeándome, cambiando y virando sus siluetas, sin estar alumbrando algo en específico. Luces alucinógenas vertiéndose en el vórtice en el que me encontraba comenzaron a circunvalarme. Las figuras comenzaron a estallar una por una, fundiéndose al mismo tiempo que se emulsionaban sin ningún patrón alguno.
Descubrí sus tonalidad, sus formas dóciles de moverse en un alucinógeno virtual que comenzaba a ponerme nauseabunda, acercando y alejando todo a mi alrededor. Cerré los ojos, con la respiración pesada, y sin bajar mis instintos.
La tormenta en medio del agua me borneó, haciendo dar siluetas debajo del agua, con matices envolviéndose a mi alrededor. Moví mis piernas hacia arriba, intentando llegar a la superficie. Sin embargo, al hacerlo, tomando una bocanada de aire, un olaje me sumergió de nuevo. Tardé unos segundos en salir de nuevo, con mis manos alzándose contra el aire, y me mantuve así algunos segundos, haciendo mis manos hacia atrás para tomar mi mochila y ver qué podía utilizar para llamar la atención de Tomás.
—Oh, kneppe—maldije, moviéndome a causa del olaje y viendo a mi alrededor, al vasto paisaje de una larga circunferencia que se veía interminable. El agua era brutal, junto con los relámpagos y a la distancia, sin apaciguarse, avivando truenos en un futuro próximo.
Abrí la mochila y escupí agua al tomar la pistola de véngala que tenía entre mis dedos, pataleando mis piernas y soltando bufidos para quitarme el agua de la lluvia.
Miré hacia arriba, encontrándome con una ola acercándose hacia mí y dos bollas a la distancia. Comencé a nadar hacia atrás y, con mis piernas alzadas sobre el nivel del mar, di una voltereta, sujetando la pistola de véngala entre mis dedos.
Cuando salí la pistola se había disgregado de mis dedos.
Otro olaje me hizo darme una abrupta vuelta, logrando que el agua entrara a mi boca de nuevo. Di una voltereta en el agua, mezclando todo lo existente, y vi una luz a la distancia, centellando entre los relámpagos sobre mí, iluminando el cielo industrial, vívido y distante. Volví a dar otra cabriola dentro del agua, con mis piernas estremeciéndose y estrujando, y volví a ver el brillo esparcido por el aire.
Me alcé hacia arriba, a punto de salir. Unas manos sujetaron mis piernas, sosteniéndome con fuerza, dejándome estática. Di una patada, golpeando algo con mi rodilla, y volví a salir, con la respiración agitada. Aun con los ojos cerrados, tomé a quien me había sujetado, con mis manos alrededor del cuello de éste, le escupí en la cara y, a punto de propinarle un cabezazo, abrí los ojos, encontrándome con la difusa y oscura mirada de Tom.
Me quedé con mis manos alrededor de su cuello, con su cabello oscuro enredándose entre mis dedos, y barboteé:
—Güey, perdón.
Él se quedó callado, viéndome fijamente, y frunció el ceño ante las gotas que comenzaban a caer en su rostro, frunciendo sus labios en una mueca.
De repente sentí que éramos aquello que ni siquiera existía en lo falso, partículas en al aire en un desalineado tiempo y momento, con la ventisca a nuestro alrededor en un incómodo ambiente.
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1. Agente TF01, origen.
ActionHay grietas llenas de dolor y de misterios; ahí es donde nacen las dos agencias cuya rivalidad es tan grande que su objetivo es olvidado. Tamara sabe perfectamente cómo controlar su doble vida como una agente y una adolescente: tiene amigos, pa...