20.Él#2:
Paz mundial, el ambicioso deseo ingenuo del inocente.
Estamos obsesionados con la idea de un mundo mejor, como si necesitáramos una excusa o un hecho benevolente y magno para sentirnos mejor con nosotros mismos, de alguna manera más útiles, valiosos, en contra corriente de todo lo que nos rodea, y no culpable de los desastres ilógicos e irracionales, los cuales hemos comenzado a llamar naturales. Esa es la huella que queremos dejar, sin darnos cuenta que al estar en la cima sólo tardamos una cuestión de segundos antes de que, por una traición de la vida, la que se materializaba enfrente de mí, en alguna casa lejana, en algún cementerio, en los escombros de los años carcomiendo cada uno de nuestros rastros, todo eso se venga para abajo, con Damocles mofándose de por medio. La mayor traición es la humanidad, un término malinterpretado y confundido con el mundo, la cual se ha convertido en una plaga y no en un terreno que tiene su propia vida y que sobrevive de una manera sincronizada, natural al ser implícito, y que ahora es en un lugar infestado de huellas con cinco dedos y manos con pulgares, ese lugar que, de alguna manera, nos termina corrompiendo a todos.
Pero entendí todo eso cuando pasé por aquella purgación, cuando me di cuenta que no se podía generalizar o menospreciar al humano que ha partido y entregado su vida para darle a algo alguien sin fundamentos, sin teorías o sin excusas, sólo en una decisión libre, eufórica. Y creo que por eso lo quise con tanta rapidez y con esa potencia, porque no había nadie más a nuestro alrededor, porque, pese a la gran barrera de tiempo y de espacio que había entre los dos, todo fue muy fácil, demasiado natural, sencillo y despejado, brazos abiertos en dos, aquel rostro con rasgos toscos que cambió a unos prominentes, con un desliz de la noche interponiéndose entre los dos, desliéndolos por sólo unos segundos, cortando algo que nadie era consciente de que estaba sucediendo.
Pero, ¿al final quién era yo para decir o saber qué estaba bien y qué era real? Sólo escritos y palabras que se disolvería al toque del agua.
Y me di cuenta que todo había sucedido estaba absorto en fantasías, en conversaciones incompletas, en argumentos inventados y en acciones irreales, deseadas. Debía de ser lo mismo que ese dolor, que ese miedo, algo que yo mismo estaba inventando. Y era ridículo, tergiversar completamente una situación para convencerme de que todo podía seguir siendo real, igual que antes, tangible, un lapso fúnebre que traía la luz en cierto sentido, absorbiendo todos los recuerdos que anteriormente había tenido.
No había nadie más que querer, nada más que sentir, sólo había algo que temer y eso era perder todo el entendimiento que a falta de ello había caído, pensando lo difícil que era morir sabiendo que el mundo iba a seguir su rumbo natural sin uno, con las luces de los semáforos cambiando de color, reglas que todos seguimos por el miedo al atrevimiento, al caos, todo medido en los mismos lapsos de tiempo, personas pensando en enmendar algo en el tiempo incorrecto. Pero, a fin de cuentas, la existencia nos lo va quitando poco a poco, sin embargo, por ese momento, lo iba a aprovechar aunque fuera por cortos segundos, pese a que el único que estaba siendo embaucado era yo.
Adiós, Tomás.
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1. Agente TF01, origen.
ActionHay grietas llenas de dolor y de misterios; ahí es donde nacen las dos agencias cuya rivalidad es tan grande que su objetivo es olvidado. Tamara sabe perfectamente cómo controlar su doble vida como una agente y una adolescente: tiene amigos, pa...