55.Ella

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55. Ella:

Tomás se volvió hacia mí, lentamente.

—Qué chin...— calló abruptamente, alarmado. Se orilló bruscamente, sin importarle los bocinazos de los carros, y tomó el papel que tenía en mi mano—. ¿De dónde sacaste esto?

—Eh, ¿qué quieres?— me quité el cinturón de seguridad, me estiré hacia él y tomé el papel en mis manos—. Estaba al lado del asiento. Nada más lo vi y lo agarré. Cálmate.

Él volvió a tomarlo, apretó el papel en sus manos y, en el momento en el que comenzó a bajar la ventana, me arrimé hacia él, mis dos rodillas sobre sus muslos, presionando fuertemente.

Tiró el papel por la ventana y me hice hacia un lado, a punto de salir por la ventana, cuando Tomás puso sus manos sobre mis caderas, sosteniéndome con fuerza y haciendo que mi vestido se elevara un poco. Por el impacto del movimiento, terminé de horcajadas sobre él, pegada contra el volante.

Comencé a negar con la cabeza.

— ¡Sabes lo que significa para mí saber...!

—Robín— me vio fijamente, con sus resistentes manos rodeando mis caderas.

—Ni siquiera me llamo Robín, pendejo.

—Me vale. Tampoco te llamas Tamara. Y es que eso no cambia nada. Era lo mismo. Sabes su nombre y su cara, ¿ahora qué? Los dos siguen teniendo el mismo futuro planeado. Y aparte puede ser un reporte viejo que Eliza dejó sin querer. Ya sabes cómo anda buscando información por todos lados.

Él estaba en lo cierto y eso era lo peor de todo. Ahora sabía su rostro, pero las cosas no parecían cambiar. Seguía habiendo esa barrera entre el presente, el pasado y el futuro. Un desconocido contra mí, una enemistad entre la amistad.

—Ya sé eso, pero sigue siendo mi futuro, Tomás— le dije, enojada. Me dejé caer contra el volante, haciendo que sonara un poco. Me sobresalté y llevé mi mano hacia el bordadillo de mi vestido, estirándolo hacia abajo—. No puedes seguir tomando decisiones por mí, ¿está bien? Entiendo toda la cosa que somos un equipo y lo que quieras, pero no...

—No somos una pareja ni nada. Ya sé.

—No iba a decir eso. Te iba a decir que algunas veces sé qué está bien para mí. Llevo más tiempo conociéndome, al fin y al cabo.

—Es que ese es el problema de la agencia...

—Y ahí vas tú ahora con los es que...

—Es verdad, Tamara: nos enseñan a conocer al mundo, no a nosotros. ¿Sabes tus miedos, tus limitaciones? ¿Tan si quiera sabes cuál es tu jodida comida favorita?—preguntó, dejando caer sus manos en su regazo y rozando la tela de mi vestido.

—Tal vez por eso me quería quedar en la casa hoy—alce ambas cejas—, Para encontrarme conmigo misma.

Se me quedó viendo, seriamente. Negó con la cabeza. Nos quedamos así algunos segundos, callados, trémulos y frunciendo el ceño.

— ¿No, verdad?— pregunté.

—No— dijo, soltando una carcajada, y yo me le quedé viendo unos segundos, intrigada, un poco magnificada.

—No— repetí después de unos segundos, comenzando a reír un poco. 

Y él siguió riendo. Y yo seguía enojada. Y él había estado enojado desde tiempo atrás, desde que mi boca había dicho lo que no tenía que decir. Y seguía sin pedir perdón. Y quería pedirle perdón. Y yo seguía enojada desde que ambos me habían mentido. Y seguía creyendo que ese colmillo arruinaba por completo su sonrisa. Y seguía disfrutando este momento y no podía compararlo con ninguna otro. Y me di cuenta de lo problemática que era mi posición y mi atuendo. Y quería agacharme y tocarlo y besarlo.  Y quería pegarle. Y quería pegarme ante mis impulsos.

1. Agente TF01, origen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora