62. Ella:
Seguimos caminando hasta que llegamos al final del relieve, donde había un pequeño lago profundo, de quince metros de circunferencia, aproximadamente, con una roca en medio y piedras a su alrededor. Había hojas debajo de nuestros pies, y la alta arboleda tapaba los atisbes que el atardecer podía dar, los que simplemente iluminaban los árboles que estaban más a lo lejos, arriba del declive.
—A la. Pues sí que está bonito— le dije, mientras caminaba hacia la orilla del lago. Me quedé ahí parada, viendo la profundidad del lago. Cuando comencé a escuchar una respiración detrás de mí, me volví lentamente hacia atrás, torciendo mi cuello y entrecerrando mis ojos al ver a Driek—. No me vas a tirar. Eso es una afirmación. No una pregunta retórica ni nada, sólo te aviso.
— ¿Quién crees que soy?
—Una persona que toma muy malas decisiones. Por algo eres mi amigo.
—Eso me convertiría en alguien tonto.
— ¿No toman malas decisiones las personas tontas?
Entrecerró los ojos y soltó una pequeña risa, elevando más su comisura derecha que la izquierda, entrecerrando su ojo derecho. Sonreí un poco, teniendo el impulso de abrazarlo, de saber qué se sentía estar en unos brazos sin estar consciente de algo más o qué iba a pasar después de eso. Sin embargo, me aparté de él, desplazándome hacia la derecha.
—Sólo vamos a poder estar un rato— dijo, sentándose en la esquina del lago, cruzando sus largas piernas—. Como a las ocho, nueve comienza a venir más personas. Aparte es sábado.
— ¿Para qué me trajiste aquí?— me senté a su lado y comencé a jugar con las hojas, rompiéndolas y raspando mis manos.
—Nada más—se encogió de hombros—. Es un lugar que tienes que conocer.
—Ah.
Nos quedamos en silencio. Muchas veces nos quedamos en silencio. Sobre todo él, como si estuviera pensando en algo completamente paralelo. Algunas otras veces, yo, porque estaba en una realidad completamente diferente, intentando discernir donde estaba y donde estaría, desmintiendo así la persona falsa que era con Driek. Creo que, en general, era bueno tener esos lapsos de insonoridad. Es como cuando los farragos mentales o los existenciales estallan y todo se comienza a alborotar tanto que la ansiedad y la agitación se envuelven en un caótico camino rutinario. Después, la velocidad se desenfrena y todo vuelve a la realidad, tomando las piezas irreversibles y acoplándolas. Finalmente, tienes tiempo para pensar. Pero pensar te hace ser capaz de tocar lo que antes no podías, ver lo que era turbio, borroso, y sentir lo que se arrasaba con el tiempo.
—Tienes muchas cortadas en tu pierna—Driek cortó el silencio y puso sus dedos sobre las cicatrices de mis piernas, señalando la cicatriz que serpenteaba desde mi rodilla hasta mi rodilla, la cual me había al caer en un declive pedregoso.
No lo aparté. No estaba incomoda.
—Es que la familia de mi mamá son regiomontanos y en verano siempre vamos allá. Me ponen a trabajar y todo eso, y pues, como que soy algo terca y siempre salgo en shorts, así que me la vivo cortándome y pegándome. Mira, déjame te cuento.
Una quemadura de ácido sulfúrico se convirtió en una quemadura de moflete.
Un golpe de martillo se convirtió en un golpe contra una piedra.
Un balazo en la pierna, junto con otros tres, se convirtió una cicatriz de quemadura de plancha para hacer rizos en la cama, con el teléfono en mano y el maquillaje manchando mis cobijas.
Unas marcas rectas de flagelo enfrente de mis rodillas en una mala broma de mi hermano, Pedro, con un rastrillo de metal.
Una quemadura de queso se quedó como una quemadura de queso.
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1. Agente TF01, origen.
AksiHay grietas llenas de dolor y de misterios; ahí es donde nacen las dos agencias cuya rivalidad es tan grande que su objetivo es olvidado. Tamara sabe perfectamente cómo controlar su doble vida como una agente y una adolescente: tiene amigos, pa...