49.Ella:

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49. Ella:

—Le causó anemia. Quince minutos más y se hubiera muerto o comenzando a tener daños permanentes en el organismo, sobre todo en el sistema inmunitario, como experimentar una enfermedad autoinmune, un edema pulmonar, problemas de coagulación o plaquetarios permanentemente, desordenes eosinofílicos, insuficiencia cardiaca o en el estado cognitivo— escuché una voz a la distancia, al mismo tiempo que el repiqueo de indistintas sonó a mi derecha, aumentando su potencia. Apreté mis manos, dándome cuenta que estaba sobre una cama, las cobijas entre mis manos. Intenté moverme, pero no me era suficiente. Por alguna razón, mis manos estaban atadas, incrustadas contra algo—. ¿Quién accedió a esas pastillas? Ni siquiera han sido experimentadas y si me dijiste que son para lo que son, inclusive pueden llegar a ser mortíferas. No era una decisión a la ligera. Pudimos haber perdido todo el progreso de años.

—Esta misión es la más vívida jamás creada. No utilizamos materiales sintéticos, recreamos una realidad. Y ellos dos lo sabían. Era una de las condiciones.

— ¿Pero las condiciones de qué, Meitamei? Nunca preguntaron si estaban bien con esto, simplemente lo hicieron. Lo peor de todo es que fue sin mi consentimiento.

—Tú...tú sabes que simplemente soy una mensajera. Y también sabes que no tienes derecho ante ninguno de los dos.

—Me los pusieron a cargo. Eso me da el derecho suficiente.

Entonces reconocí la voz.

Me incliné abruptamente, dando cuenta que lo que me sostenía no era algo fuerte, sino un catéter que se enredaron justo en el momento en el que me puse de pie, con las piernas temblequeando. 

Y fue ahí cuando me di cuenta que esto no era una nueva esperanza, no era algo que buscaba entre los escombros, sino nosotros éramos eso mismo: las sobras de los proyectos fallidos del mundo, y por eso teníamos la necesidad de crear otro ficticio, recóndito.

Victoria estaba parada enfrente de mí, vistiendo justamente lo mismo que había mostrado en la pantalla. Se estaba presentando de la misma manera, labios plegados, ceño fruncido, molesta, con aquella falta de arrogancia que había visto cuando me había tomado entre sus brazos. A su lado había otra mujer alta y de color. Me vio fijamente, su rostro semblante, suavizándose, y se dirigió hacia mí, pero Victoria se interpuso y le hizo una señal para que saliera. Ella, sin refutar, salió.

Me levanté mi bata, y estaba a punto de quitarme el último cable de mi vientre cuando ella elevó la mano, sus ojos abriéndose ampliamente.

—Tamara, si te desconectas de la insulina.

—Te moriste— le dije, llevándome la mano hacia mis labios, pellizcándolos y alejándome de ella—. Tú...—dije, pero la voz se me cortó. Elevé mi mano, como si así pudiera ponerle orden a todo, y elevé ambas cejas, alejándome de ella. Respiré profundamente—. Te vi morir. ¡Chush' sobach' ya!  Te vi morir dos veces.

Ella se me quedó viendo por algunos segundos, tacita, fijamente.

—Androides, holografía y técnicos — dijo ella, enredando sus manos frente ella—. Es un proyecto elucubrador que ingenieros, sobre todo en robótica, ópticos y técnicos en efectos especiales han desarrollado desde hace unos años, con la esperanza de que dentro de poco los agentes no tengan que tomar la contingencia de ir a las misiones, y poder monitorearlas mediante electrodos puestos en diversas partes del cuerpo, para monitorear de una manera vívida al androide. Hemos progresado, sólo falta la inversión para el proyecto. Sin embargo, ha sido difícil.  

Sacudí la cabeza, apretando mis labios y parpadeando rápidamente, indispuesta a llorar enfrente de ella.

— ¿Entonces sí eras tú, pero no eras tú?—tragué dolorosamente y elevé las cejas—. Qué jodido.

1. Agente TF01, origen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora