4.Ella:

2.4K 165 37
                                    

 

4. Ella.

— ¿Qué  estás haciendo...?— dije, por lo bajo, levantando mi mirada hacia él.

Pero él ya había encendido

Hypnose comenzó a reír frenéticamente y se bajó de su arnés. No fue hasta ese momento que me di cuenta que cada una de sus carcajadas se hicieron más profundas y sonoras, con un repiqueo continuo. Mi respiración se encerró en una pequeña caja llena de eco. El cuarto se hizo más pequeño de alguna manera. El aire más lívido y pesado, parecido al del resto de la casa. El orificio por donde había bajado también se selló y él, Hypnose, se trasladó hacia la esquina del cuarto.

Saqué mi pistola paralizante con una mano, y con la otra unas esposas. Las mantuve detrás de mí. Hypnose parecía divertido. Respondió a mi cuestionamiento con una serie de acciones: presionó un botón y noté cómo desde las paredes comenzaban a surgir unos pequeños orificios. En cada azulejo posicionado en el suelo aparecieron cinco botones, uno en cada esquina y otro en el centro.

—Qué mala onda, Hypnose, en serio— le dije y me puse de puntillas al sentir los botones saliendo debajo de mis pies. No sabía qué activaban. Sin embargo, la lógica me decía que nada bueno.

— ¿Por qué apurarte tanto? Eres joven, vive con calma, lo más lento posible.

Su voz hizo un eco más fuerte de lo normal. En ese momento me di cuenta de qué había hecho: estaba dentro de una réplica de un cuarto del silencio.

—Una réplica de un cuarto del silencio— asentí—. Me agrada.

Se mostró enojado, indignado y ofendido.

—No es lo que crees. ¿Una réplica? Qué palabra tan fea, tan poco original y fácil de denigrar a alguien. ¡No es una réplica! ¡No soy un copión! Y esto no es mismo. Eso sí es una perfección, Agente. Esto es ni siquiera tiene fondo de eco, pero como quiera es bueno, es diferente, diferente, diferente, diferente... — y, meneando su cabeza lentamente, se puso unos tapones para los oídos. Noté que, alrededor de su circunferencia, hacían falta botones. Se puso nos audífonos voluminosos y presionó otro botón.

Los sonidos comenzaron a sonar más estridentes de una mente en oración: una alarma profunda proveniente de la esquina, mezclada con los gritos que había escuchado sólo algunos minutos atrás. Una grabación. El mundo se contrajo en un sólo palpitar, las paredes se comenzaron a fundir y mi cuerpo comenzó a perder su propio pliegue correcto. Hypnose se vio cada vez más lejos, más cerca al mismo tiempo, dividido en dos. Iba y venía a su propio mereced, como una ilusión óptica que se funde en millones de pedazos y se colapsa en un sólo movimiento.

Intenté articular alguna palabra, pero no pude. Mis músculos se contrajeron y, sin poder evitarlo, mis pies comenzaron a bajar hacia el piso. Pisé uno, dos de los botones. Otra alarma comenzó a sonar, sólo que ésta vez diferente: era casi nítida, chillona y balbuceando.

Cerré y abrí mis ojos, intentando localizar dónde estaba, como si mi ambiente súbitamente se hubiera tergiversado completamente en base a un deseo lejano.

El mundo pareció apagarse por uno, dos, tres, cuatro, diez segundos. Me quedé a tientas y de puntillas, mientras Hypnose gritaba con impresión, como un niño pequeño e impresionado.

Fruncí el ceño.

Los sonidos volvieron.

Hypnose ya no estaba. Miré hacia mi derecha. Un pequeño y ligero chorro de agua salió disparado de uno de los orificios posicionado en la pared.

1. Agente TF01, origen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora