63. Ella:

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63. Ella:

Eliza estaba regando las plantas, e Ingrid estaba cocinando. Aun así la casa estaba más fría a causa de la baja temperatura de la semana pasada, así que me puse la sudadera de matrioskas.

Tomé la mi sudadera de Antes de sentarme en le senté en la mesa y comencé a ver cómo se movía. Sus dedos parecían estar hechos para eso. Ella parecía estar para eso. Para el hecho de vivir en sí, no para la acción de arreglar el mundo que el resto de las personas estaban destruyendo. Tampoco para mejorar lo que tenía en sus manos.

Parecía nada más estar en este mundo para ser feliz, despreocupadamente.

Era una de esas personas que lo merecía.

Cuando se dio la media vuelta, dio un respingo y comenzó a negar con la cabeza, sonriendo.

Le sonreí y comencé a menear mis dedos, melancólica.

—Niña, no me puedes asustar con la edad que tengo.

—Los cincuentas fueron las mejores épocas, no te hagas la sufrida.

Ella hizo un paso, moviendo sus pies y sus manos. Comencé a reír, disfrutando el espectáculo.

— ¿Sabes si ya llegó Eliza?

—Ahorita estaba afuera, regando las plantas. ¿No la haz visto en todo el día?

Ella negó con la cabeza, un poco ida.

—Ya casi no ha estado aquí; ya sabes cómo anda con todo lo de irnos— suspiró, negando con la cabeza—. ¿Cómo te fue?

—La exposición estuvo medio fumada, pero después fui a un lago que está en medio de la nada y me gustó mucho. Usar más la vida ying no está tan mal, después de todo.

Ella sonrió un poco y me sirvió agua de pepino en un vaso.

— ¿No traes nada con este niño, verdad?

—Metro noventa y uno, y lo llamas niño.

-¿Sí traen algo? Estaban muy cariñosos afuera.

-Huh, gracias por espiarme.

-Tamara.

-Es que eres otra que pregunta eso— dije, dándole un sorbo a mi vaso y negando con la cabeza—. No. Nunca haría eso. Por cierto, está muy buena el agua.

— ¿Pero no te gusta ni nada o sí? Y gracias, le puse menta.

—Ingrid.

— ¡Pues qué!— me dijo, casi ofendida pero sonriendo, agitando su trapo—. No quiero que andes haciendo estupideces por ahí.

— ¿No lo conoces o algo? Porque los dos insinúan que me gusta— me puse de pie, negando con la cabeza—. Este mundo algún día se dará cuenta que un hombre y una mujer pueden ser nada más que amigos.

—Sí, sí uno de ellos es homosexual o parientes.

— ¡Fukui, Ingrid!— vociferé—. ¿No sabes de Nerón o Calígula? ¡Inclusive Lot!

— ¡Niña! ¡Ese vocabulario! ¡Y deja al Corán fuera de esto!

— ¡Ni que supieras latín!

—Achis, ¿y tú sí o qué? Aparte, creo que las maldiciones en esos entonces significaban otra cosa.

—Ah, ahí vas otra vez con devociones...

—No te burles. En la medicina sólo hay un idioma mundial y no es tan fácil que digamos.

1. Agente TF01, origen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora