UN VISTAZO AL QUIZÁS

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¡¡ESTE ES MI REGALO DE NAVIDAD Y AÑO NUEVO, DISFRÚTENLO!!

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CASTILLO DE MARMÓREO

Las tardes en el castillo de Marmóreo verdaderamente eran increíbles, se respiraba de paz por todas partes, la fauna y la flora alentaban en sus lares, la bandera ahora de Marmóreo ondeaba en el aire y un extraño mensajero entraba por las puertas del castillo.

— ¿De dónde viene? —

Pero claro que ningún caballo, ningún hombre, ni nada, cruzaba sin que los guardias supieran de que se trataba.

— es un mensaje de Auradon —

Seguido de la respuesta del mensajero con una sonrisa, los guardias lo dejaron entrar con gusto al castillo, una vez más el caballo mecía su melena en el viento.

Y los guardias no dejaron de lado comentar entre sí— ¿Crees que sea algo importante? —

— últimamente se ha respirado paz, pero nunca se quita la idea de una nueva batalla —

— sí, después de todo no creo que la reina no pueda con ese asunto, es muy poderosa —

Ambos sonrieron en compensación. Pues sabían muy bien que la reina de Marmóreo no dejaba que nada se escapara de sus manos y que luchaba por los suyos, además de que tenían ojos que todo lo veían o al menos esas eran una de las tantas teorías que tenían de la reina.

— joven príncipe, joven príncipe, por favor no corra —mientras tanto dentro del palacio el conejo blanco trataba de atrapar al pequeño delfín y futuro monarca del reino Marmóreo, el pequeño reía a medida que cruzaba los pasillos para perder de vista al conejo blanco y aunque casi estuviera a su altura sino fuera porque el príncipe ya tenía un poco más de altura.

— vamos señor McTwis, tiene patas que saltan, alcánceme —

El pequeño delfín reía y corría por los pasillos esquivando a todo sirviente y a toda persona que se cruzará en su camino.

— no soy tan joven como antes, pequeño príncipe —el pobre conejo no podía más con sus patas entre su pelaje blanco también se alzaba sus canas, pero claro era imposible de ver— príncipe —

Aún así el pequeño príncipe no podía dejar de correr porque sentía una adrenalina que se asomaba en su corazón que le decía que si paraba perdería y el príncipe odiaba perder.

El príncipe corría a la misma velocidad que un águila lograba mostrarse por las ventanas y el podía sentir la energía que salía del animal, esa energía al volar que el pequeño algún día querría tener.

— oh, príncipe —fue tarde pero  a tiempo cuando el príncipe logro volver su mirada al frente y darse cuenta que la señora de la limpieza obstruian su paso y con un empujón terminaba a un lado y lograba seguir corriendo al mismo trote.

Y hubiera roto un récord sino fuera porque en la entrada del próximo estudio, el consejero real de la reina salía y se interponia en su camino, el pobre príncipe no pudo de nuevo evadir y terminó chocando con el consejero mientras esté lo atrapaba en sus manos.

— Meitán —

El pequeño atendió al llamado del consejero y alzó su mirada— tío Diaval —una sonrisa se asomo en sus labios había atrapado al pequeño.

— gra-gracias, joven maestro —el conejo estaba exhausto de tanto correro y terminó estrellado contra una pared.

— de nuevo estuviste jugando a las atrapadas con el pobre señor McTwis —

El pequeño supo que había sido atrapado.

Pero Diaval, el gran y guardián Diaval volvió su mirada a el conejo McTwis y lo vio tan cansado que se compadeció de él.

— señor McTwis, por favor vaya a descansar yo me encargaré del príncipe Meitán —

— oh —el conejo entonces se incorporó— maravilloso joven maestro, muchas gracias, me retiro —una vez más el conejo terminó regresando por el pasillo en sus pequeña patitas, intentando recobrar el aliento.

¿El príncipe? Podrías imaginarte quién es, pies si recuerdas bien, habrás escuchado por sobre la historia de como un príncipe se enamoro de un demonio y no exactamente hablamos de Mal y Ben, sino del príncipe que hizo de su corazón de hielo un hogar gélido para el pobre dragón que ardía en llamas.

Meitán era su nombre, el príncipe de apenas diez años era el sucesor al trono de Marmóreo y al Submundo con su prima, aunque no vivieran juntos se sentían como hermanos.

— ¿Mamá ya está libre? —

— ella aún hace cosas reales, joven Meitán, pero espere paciente, seguro cuando termine ello podrá estar con usted —no era secreto que los reyes de Marmóreo casi no tenían tiempo personal, pero siempre que podían intentaban disfrutar lo más que podían.

Era Diaval ahora el guardián de Meitán que cuidaba por el bienestar del pequeño hijo de los reyes, Meido y Tristán, quiénes ahora parecía que sus historias de aventura habían acabado y tenían responsabilidades que desarrollar.

— bueno, está bien —y aunque él pequeño aceptaba las responsabilidades de sus padres con altura, aún así ansiaba tener más tiempo con ellos.

Pero sabía que lo tendría, tarde o temprano.

No obstante, subiendo las escaleras del tercer piso del castillo de Marmóreo, aguardaba en su despacho la reina de Marmóreo en una silla, pensante frente a las situaciones reales que tenía enfrente.

— Azul o Morado —y es que era la decisión más difícil, tener que escoger el color que dominaría en la fiesta del pequeño Meitán, que pronto se celebraría en su cumpleaños número onceavo.

Meido estaba harta de pensar en tantos colores y estilos, pero es que la fiesta del príncipe debía ser la mejor de todo el año, junto a la de la princesa de Crims, claro, aunque en la diversión siempre la princesa de Crims lograba ganarle a él príncipe de Marmóreo, puesto que el rey Ryan sabía bien hacer una fiesta, pero Meido, solo trataba de que fuera la mejor y digna de un príncipe de Marmóreo.

Meido bufo y tapo su rostro con la mano, esto le traía viejos recuerdos, pero aún así no quitaba lo que vendría después, pues subiendo las escaleras con mucho esmero venía el mensajero de Auradon con un guardia, corriendo prácticamente para llegar a la puerta de la reina.

— pasen —y luego de los toques ella autizo que entrarán un poco de distracción del vendría bien.

— mi reina —una leve reverencia de parte del guardia y otra de parte del mensajero.

— reina de Marmóreo —Meido asintió ante su saludo.

— ¿Qué sucede? —

Fue entonces que con mucho orgullo, el mensajero de Auradon leyó el decreto que alguna vez le llegó al príncipe Tristán también, ahora Rey de Marmóreo.

— por este decreto y autorización también se declara que el príncipe Meitán de Marmóreo es permitido para cursar el primer año en su cumpleaños doceavo, en la escuela de Auradon, dónde los príncipes y princesas estudian con honor y dónde todos pueden tener una segunda oportunidad, esperando la autorización del tutor responsable se despide la consejera real, Evie —

Resultaba ser que la carta del príncipe Meitán había llegado, algo que con ansias él había esperado, poder asistir al colegio real de Auradon.

— vaya, llegó antes de tiempo —

— y aquí tengo una carta especial de parte de la reina y el rey —entonces el mensajero abrió una aparte— Meido, esperamos con ansias la llegada de Meitán, veremos cuánta magia recorre sus venas, de parte del castillo de Auradon, me despido —

Meido sonrió al leer las palabras que seguramente Mal había escrito y que apostaba por el poder escondido en Meitán, que aún no había descubierto.

Pero ahora, empezaría a descubrirlo y ella sabía que sería por si olo, solo esperaba que pudiera encontrar a personas que lo acompañarán en sus viajes. 

A esos que llamaría "amigos" para toda la vida.

Descendientes - Salvemos al País de Nunca JamásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora