Descendientes - Princesa Valiente

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—LA PRINCESA VALIENTE LXII—

Una noticia que Mal decidió guardar para después.

En el trayecto de la fiesta, luego de cada uno dar sus discursos, finalmente me tocaba a mí. Y aunque no era buena en palabra, había personas aquí que lo merecerían.

— existen momento en nuestras vidas en que... la vida nos da lecciones o nos aconseja, depende de la situación, mientras vivas en este mundo tendrás muchos de esos momentos reflexivos, yo los tuve a menudo, los tengo aún —baje mi mirada con la copa en mi mano— y sé que aún tengo mucho que vivir aquí, todos nosotros, pero recibí consejos de personas que tal vez jamás esperé escuchar, personas que cambiaron en muchos casos mis perspectivas de las cosas, que me levantaron cuando caí —Ryan— que me regañaron cuando debieron —Harry— que me enseñaron que aún en lo más sonriente puede haber oscuridad —Andy— pero, que no importa cuanta poca esperanzas tengas, sabes que siempre podrás confiar en sus amigos —donde sea que estuviera Peyton— ni muy muy lejano, podrá ser rival para destruir la barrera de la esperanza —levante mi mirada— ni rival para el amor que logramos —y ahí Tristán sonreía, con sus manos en los bolsillos, como el viento en primavera y como la noche pasiva, aún me costaba creer que él... estaba conmigo— ahora solo puedo agradecer, sí eso es posible... por nuestros héroes, príncipes que dejaron sus puestos para convertirse en piratas y anular la amenaza, agradecer a los piratas de la isla que aceptaron este reto con nosotros, al capitán que se atrevió a guiarnos por las aguas de Nunca Jamás y que nunca nos abandonó —alce mi copa hacia Harry— por esto y mucho más, brindemos hoy, porque muchas veces no somos lo que los demás piensan, pero es gratificante ser mejor de lo que somos —

— brindemos, Auradon —y tras las palabras de Ben, las personas alzaron sus copas y bebieron de sus copas, todos y cada uno.

La noche se pasó en una velada tranquila y sin inconvenientes, sin contar el enorme calamar, al bajar las escaleras del pavimento en el que estabamos, alguien que no veía desde hace mucho, apareció en mi radar.

— princesa Meido ¿o debería decir princesa valiente? —Chad, el príncipe Chad de Maldonia sonreía oportuno frente a mí.

Sonreí de lado— Meido esta bien, lo de princesa no lo utilizo mucho —masculle frunciendo mi ceño.

— bueno, hay muchos rumores sobre ti, sobre como salvaste Nunca Jamás y que estas en busca de más aventuras —ladee la cabeza mientras él nervioso.

— ¿ah sí? —ni siquiera había pasado una semana y ya habían anécdotas así.

— bueno, no, solo lo hice para hacerte reír, pero fue un fracaso —

— oh —me mantuve en silencio— bueno, no estas tan cerca de la realidad, pronto habrán cosas así —

— bueno, yo ya te tengo un nombre, princesa valiente —creo que nadie me había dicho "valiente" en mucho tiempo y que lo hiciera alguien fuera de mi círculo, se sentía diferente, sonreía con cortesía, con sus dientes por fuera y sus manos dentro del bolsillo— por cierto, te queda muy bien ese vestido —

Entonces dirigí mi mirada al enorme vestido y sonreí— sí verdad, lo hizo Evie, es muy buena con esto —

— bueno, debo creer que tu novio debe estar esperándote —

Tristán, por un momento lo olvide— sí, creo que debería ir con él —

— claro, claro, bueno cualquier cosa, princesa, Malfonia siempre estará a tu disposición, lo juro, como futuro rey —

— eso suena prometedor —sonreí de lado y pase a su lado— gracias, principe Chad —

— Hasta pronto, princesa Meido —masculló en un suspiro mientras me iba.

Capte de inmediato a Tristán con mi mirada, en medio de tanta multitud, estaba en una esquina, donde había una banca blanca, desconocía de las bancas hasta el momento en que lo vi ahí, mientras veía algo en sus manos, que a esta distancia no podía ver que era, pero a unos cuantos pasos, él levantó su mirada y la centró en mí, ocultando lo que tenía en su mano.

— ¿sucede algo? —cuestione acercándome con una sonrisa, extrañada por la situación.

— ¿ya te he dicho lo preciosa que te ves? —y eso fue de golpe, mis mejillas se ruborizan y por un momento quede estancada en mi posición, mientras el se acercaba y con una sonrisa levantaba sus manos para tomar mi rostro.

¿Por qué era tan débil frente a él?

— yo... —reprimí mis labios, no tenía comentario alguno que saliera de ellos.

— ¿puedo besarte? —la electricidad salió de mi corazón y rodeo mi rostro, mantuve la respiración, pero él sonrió aún más y acercó su rostro a mí y me dio un beso, casto, pero fue un beso.

Se separó de mí, mirándome desde una corta distancia, una corta disntancia que quería desaparecer e intente acercarme para seguir el beso, pero una voz me detuvo— veo que todo esta bien —

Esa voz... la voz de la reina Mirana.

LA VOZ DE LA MAMÁ DE TRISTÁN.

Me separé de inmediato de él y giré sobre mis tacones asustada— re-reina Mirana —

— ¿Es ella la princesa de Auradon? —acompañada de una mujer que portaba una igual corona.

— sí, es ella —Mirana sonreía complacida— Meido, veo que resolviste el problema —hasta entonces me di cuenta que llevaba una canasta en su mano.

— Reina Mi... tía Mirana —Ryan apareció con una sonrisa al lado de la reina.

— mi querido Ryan, ¿te ha ido bien? —su voz era de mucha estima y parecía encantada con la presencia de ella.

— algo así, casi nos destruye un calamar gigante y también viaje a la tierra de las hadas, pero supongo que es normal —parecía un hijo contándole las cosas a su madre.

— seguramente —dijo a gusta— sabía que podrías con el hechizo, pero por si no lo lograbas, traía un remedio natural —

— ¿qué es madre? —

— dedos de queso, con un poco de jugo de... —

— no, por favor, pronto comeré, no diga más —Ryan la detuvo.

— de cualquier manera, todo está bien —

— Reina Mirana —Andy también se acercó.

— oh Andy, tu padre te envía esto —sorprendentemente sacó un sombrero de la canasta que traía y se la entregó a Andy.

— ¡excelente! mi sombrero número ciento cuarenta —

— y esto es para ti, Meido, dijo que ha estado trabajando en esto durante dos años —

— ¿algo durante dos años? —cuestione al momento que ella sacaba algo pequeño de su canasta.

— sí, una corona, justo a tu medida —y extendiendo sus manos sonrió— aquí tienes —

Y realmente no sabía si decirle con decencia que eso no me quedaría— reina... —

— oh, se parece al mío y el de Tristán —

— sí —respondió con orgullo la reina Mirana— ¿cómo será la futu..? —

— ¡mamá! —la voz de Tristán se oyó como estruendo en mis oídos, era la primera vez que lo oía gritar así— aún no —masculló, pero yo solo trataba de arreglar mi audición.

— oh, bueno, los chicos de hoy en día lo complican todo —oportuna pero con una sonrisa ella luego dijo— es tuya, se utiliza como brazalete, pero también es una corona, una corona del Submundo, cuando quieras usarla solo... preguntale a Tristán como hacerlo —

Terminó de hablar con una sonrisa.

Una corona en brazalete, era como mi cetro en anillo.

Descendientes - Salvemos al País de Nunca JamásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora