Descendientes - Una de las dos

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—LA PRINCESA VALIENTE L—

Estacionamos la moto, justo a unos cuantos pasos de la entrada y aún aquí me preguntaba si esto era lo correcto..

Me preguntaba si lo que estaba a punto de hacer, realmente me ayudaría en el futuro.

— ¿aquí vive el rey del inframundo? —

Suspire frente a la pregunta de Diaval, pero sin mirar le dije— que no te engañe su entrada, el verdadero infierno está abajo —masculle.

Aunque sí bien era cierto, nunca había venido a la guarida de Hades y seguramente si le contaba a Mal, ella querría terminar trayéndome, pero me negaba a que alguien más se acercara, por aquella razón, me levanté temprano, sin levantar sospechas y tampoco a Ryan, me cambié y vine con Diaval, seguramente para cuando Mal fuera a mi habitación -si es que iba-  encontraría a Ryan acostado, durmiendo plácidamente, pero seguro para las diez de la mañana habría regresado.

— ven Diaval, ayúdame —necesitaba hacer esto. Necesitaba encontrar paz a este embrollo que Maléfica me había metido.

Quería que el alma de Luna me dejara de odiar, que se pudiera desprender de mí con facilidad, que tuviera su descanso eterno, algo que siempre mereció.

Junto con Diaval, luego qué romper el candado con mis poderes, empujamos las puertas, uno de cada lado, las pesadas puertas escondidas en la isla de los perdidos, las puertas que llevaban hacia Hades, el rey del inframundo.

Después de cruzar las puertas y el rocoso lugar, un par de laberintos sin sentidos con antorchas de guías, pasar por un carro de mina y terminar hundiéndonos en la cueva, de podría decir que llegamos a eso que se llamaba "hogar de Hades" donde este descansaba con mucha tranquilidad, en su sillón, con música de fondo, una música muy soñolienta.

Reposaba con mucha tranquilidad, aún sabiendo que él nunca tendría paz.

— este lugar es muy frío —masculló Diaval.

— es hogar —pronuncie, cuando siempre imaginé que la guarida de Hades sería un poco más lujosa, aunque debía aceptar que el toque de misterio y oscuridad con incesantes cosquilleos en tu espalda, eran original de él.

— me alegra que le digas "hogar" —y ahora, Hades, había despertado.

Con lentes negros en sus ojos y una sonrisa apoyando en su sillón, Hades se encontraba.

— vaya, lentes para el sol, en un lugar tan oscuro —me crucé de brazos mirándole expectante, pero Hades quito sus lentes y bajando sus pies de la comodidad terminó levantándose con un suspiro.

— son la moda, querida —entonces los cerró y caminando hacia mí me los lanzó, por inercia terminé tomándolos— veo que sigues con vida —

— ¿tienes que decir eso cada vez que nos vemos? —

— Mal me informo sobre tu viaje hacia ¿Nunca Jamas? Veo que sobreviviste —hablaba mientras tomaba algo de su refrigerador, suspire retrocediendo mis pasos y sentándome en su sillón.

— cumplí con la misión —

Hades rio— misiones —se burló.

Descendientes - Salvemos al País de Nunca JamásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora