Descendientes - Corazones rotos

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-LA PRINCESA VALIENTE XLV-

- debe comer aunque sea una manzana -

- no quiero siquiera ver la cara de nadie, por favor, Diaval, te pido que dejes de insistir -no podía dejar de tener mis ojos brillantes, había estado tan paranoica desde que subí al barco, que no podía dejar de no sentirme fuera de peligro.

- no es bueno para su salud... -

- ¡TE DIJE QUE TE DETENGAS DIAVAL! -y arrasaba con todo lo que estuviera a mi alrededor, siendo el único, Diaval.

Debía mantener mis manos unidas frente a mí para no dañarlo, era suficiente con el daño que habían provocado en mí.

En el silencio era mejor calmar la ira, en la oscuridad el dolor se podía apaciguar o perdurar, en la soledad, muchas veces cabos se soltaban. El amor..¿Sería tan real como lo pintaban?

Mal vivía su vida como reina y era feliz con Ben, Jane y Carlos encontraron la felicidad y se fueron juntos, pero yo, los demás, los que no hemos encontrado ese amor del que tanto hablan, ¿Podría ser posible para nosotros?

Acerqué aún más mis rodillas a mis labios, mis ojos estaban cristalizados, pero no eran capaces de poder seguir derramando más lágrimas de las que había hecho. Y aunque Diaval hubiera tratado de todo, me era imposible no sentirme así.

La puerta se abrió. Y apenas las luces de las antorchas afuera me brindaron su calor pero solo los segundos.

Alguien había entrado a la sala.

Y solo deseaba que no fuera él.

- Meido -era Ryan, ¿Por qué me sentía desilusionada?

No podía conciliar siquiera el sueño, suspiré.

- sé lo difícil que es... -

- no lo entiendes -

- no me reconoce, Meido, la persona que me decía hermano, la persona que me contaba sus cosas, no me reconoce -exigente ya un rodeos, Ryan estaba tras de mí, como siempre.

- la persona que amo no me reconoce -el sabor amargo y detestable en mis labios se sentía- ¿Te suena? Ryan -

- bien, no se me da consolar a las personas -

- un corazón roto no puede consolar a otro corazón roto -pronuncie con brusquedad- es así como el mundo funcione, porque si todos tuvieran el corazón roto, este mismo no sería tan... Diverso -

- solo intentas evadir el sentimiento de dolor, no seas tonta Meido, ¿Por qué no simplemente haces un hechizo contra eso? Seguro tienes alguno -

¿Un hechizo para deshacer el de Úrsula? ¿Era acaso una broma? Úrsula sabía perfectamente que yo no me atrevería a intentar deshacer el hechizo. Un hechizo con esa magnitud jugaba mucho con su mente, era como insertar químicos en él, que a la final terminaría siendo para bien o para mal, podría destruir su mente o podría recordarnos, pero nunca era certero que algo bueno pasaría si una magia maligna trataba de hacerlo.

Era por esa razón que no intente remediar su hechizo, un hechizo con magia oscura solo podía ser remediada con magia buena, esperaba que el hada madrina pudiera hacer esto.

- no sé, toma tu magia y has... -

- no puedo -detuve las palabras de Ryan con un pesar en mi corazón.

Con mis labios escondidos entre mis rodillas- ¿Cómo que no puedes? -

- no puedo deshacer el hechizo -me comprimía aún más, no podía creer que no podía remediar algo que Tristán tenía.

- pero tienes magia, tú... -gruñi con odio y enfrente a Ryan con mi cielo fruncido.

- ¡No puedo Ryan! ¡Yo no puedo tomar a Tristán y deshacer el hechizo! ¡Terminaré destruyendo lo que queda de él! -ers inevitable, aún sentía el verde recorrer mi iris y sabía que Ryan también lo veía, sentía el miedo de Ryan y lo ví retroceder.

Pero su miedo no era por mí, su miedo era por lo que estaba pasando con Tristán, lo sabía, pero había llegado tarde, ¿Qué más podía hacer?

Desisti de mirar a Ryan y terminé sentándome en el suelo, en un lugar donde mi ira pudiera calmarse, tal vez en la oscuridad, podría perderse en ella, aunque era costumbre que el frío corazón de Tristán me mantuviera serena.

- entonces no hay remedio, pero Diaval, tú, tú eres mágico, tú puedes ¿No? -

- Diaval no practica ese tipo de magia -y lo detuve antes que tomara a Diaval a la fuerza y le obligará hacer magia.

- ¿Hay tipo de magia? -se volvió a mí extrañado.

No quería hablar más y creo que Diaval lo sabía, así que se ofreció a hablar- por desgracia, príncipe, me temo que no tengo la maestría necesaria para manejar esa magia, perdóneme, pero mi magia solo funciona para la protección y ayuda de la señorita Meido -

Lo sabía, a Ryan le había decepcionado escuchar eso, bufó y terminó sentándose donde en algún momento estuve yo.

- esto es absurdo -

Lo sé, tenía magia y no podía hacer nada por Tristán, podría hornear un pastel, preparar el mejor vestido, hacer un hechizo de maleficio, conceder deseos, pero nunca podría deshacer un hechizo de maleficio como ese.

La puerta se volvió a abrir y nuevamente la luz de las antorchas nos invadió- estamos pronto a cruzar el portal, ¿Alguien quiere verlo? Los de allá afuera parecen taciturnos -

El silencio nos invadió. Harry había entrado.

- y ustedes también -suspiro- es absurdo que se ponga así por un chico -

- no es solo un chico -contradije con frialdad.

- es mi primo, Harry y por sino te parece suficiente, es lo único bueno que tengo en mi vida -

- solo mantén la calma muchacho, todo tiene solución o no, apegate a la situación o perece -y sin darme cuenta ambos habían entrado en una discusión.

- sí, dices tus dichos piratas porque no eres quien está padeciendo la situación, regresaras como héroe y con tu padre en su estado de... -

- ¡Ryan! -alerte deteniendo a tiempo algo que pronto podría lamentar.

- ¡Son unos tontos! Solo renuncian y se dejan llevar por la tristeza -

Suspire con pesimismo y terminé respondiendo- después de luchar contra los malos y de tantas vueltas, es normal que al final me sienta así, cuando el resultado es que termine perdiendo -

- ¿Y que? ¿Si pierdes al príncipe ya no serás la Meido que lucha por lo que cree? ¿Te hundirás en la oscuridad? ¿Harás eso? -

¿Por qué Harry me cuestionaba? Era detestable.

Descendientes - Salvemos al País de Nunca JamásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora