Mil memorias - ESPECIAL III

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MIL MEMORIAS - ESPECIAL

LUNA

Era extraño, había cambiado de residencia, ya no estaban en nuestra granja, me gustaba la granja y el pasto que crecía a su alrededor.

Pero ahora era una princesa, tenía un vestido de una y me veía como una, me sentía feliz.

— ¿Estás emocionada por volver a tu familia? —el rey Ben era muy apuesto y muy buen mozo, asentí con una sonrisa.

Mire por la ventana— hacía mucho que no veía lugares tan verdes y armoniosos —era extraño, pero se sentía bien.

Entrañable.

— Cristhian está muy ansioso de verte —

El nombre de mi padre, sonreí aún más y mire al rey Ben, era tan empático.

— mi padre siempre me decía Lunita y yo era muy desobediente —rei nerviosa— pero, aún así, él siempre me tuvo paciencia y amor, mamá también —

¿Cómo estarían? Seguro que cuando me vieran me sonreirán tanto como yo. También me debieron haber extrañado mucho.

— seguro será un momento lindo —

— un momento que pienso atesorar —estaba convencida que cuando los abrazara, no los soltaría, jamás, mis hermanos también.

Yo había crecido, ellos seguramente también.

Pero, como todo, ese momento llegó, ese momento en que abrieron la puerta del auto y vi por primera vez el hogar actual de mi familia. Mi corazón latía con fuerza, reí, sentía mi corazón latir.

Aprisione mis manos en mi pecho y sentí la brisa correr. Definitivamente estaba viva, otra vez.

Durante muchos de mis pensamientos en el río Estigio, pensaba que no volvería a ver a mi familia, que no volvería a correr por las praderas, que no abrazaría a nadie más o que nunca podría volver a probar una gelatina, pero ahora podía hacerlo, podía hacer eso y más.

Mucho más…

—  buenas tarde, bienvenido a nuestro hotel —la voz vaga de una chica con un libro en mano, estaba cerca, visualice el lugar con tiempo.

Todo por completo era de madera, se sentía el espíritu familiar.

Me acerque a la recepcionista, aunque presuntamente me parecía familiar, pero no le tire mucha mente, quería ver a mi familia.

— hola —dije muy animada.

— ¿Desea una habitación? —dijo sin mirarme.

— eh no, yo vengo a… —pero en el momento que quise explicarle mi situación, accidentalmente derrame algo en la alacena que no sabía que había.

— no puede ser —ella se despojó de su libro y se miró el suéter, bufó y rodó sus ojos, fruncí mi ceño, reconocía ese ruedo de ojos...— aún tenía más días para usarse —se quejó.

Y eso lo confirmo. Era Estella, mi hermana mayor, era ella, su actitud era como Estella y esa frase, siempre que venía de una lluvia o de algo, Estella estaba esperando en un lugar y terminaba interminablemente sucia como yo.

Mordí mi labio inferior, para aguantar la emoción.

Y recordaba que siempre le decía— mamá terminará regalando la ropa que no usas —

Estella se detuvo de limpiar su suéter y con su ceño fruncido levantó su mirada poco a poco. Sabía que tanto como yo, ella había reconocido esa frase.

Descendientes - Salvemos al País de Nunca JamásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora