Descendientes - El ángel oscuro

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—LA PRINCESA VALIENTE XLV—

TRISTÁN

— Entonces, estamos estudiando en Auradon u vinimos a una misión —

— sí, pero es triste que no lo recuerdes, hemos tenido aventuras en estas tierras —Andy parecía desilusionada, pero todo lo que me había contado, realmente lo creía poco convencional.

No recordaba haber aceptado una carta de parte de Auradon en la que fuera invitado cordialmente a participar como estudiante en su plantel, no obstante, Andy dijo que tanto Allice, como ella y yo fuimos elegidos para estudiar en Auradon y también mencionaba que ya habíamos pasado cerca de cuatro años cursando ahí, aunque también se contradecía que era este el segundo año que veníamos porque los otros dos había estado en reconstrucción y no podíamos asistir.

Lo cual me dirigía a dos opciones: realmente se me olvidó cuatro años de mi vida o Andy estaba volviéndose loca, lo cual tenía más sentido puesto que era ella.

— vamos Tristán, debes recordarlo, han pasado tantas cosas increíbles ¿Cómo no puedes recordarlo? —

¿Cómo no puedo recordarlo? Baje mi mirada. Andy también decía cosas que yo nunca me imaginé hacer, como pelear por un reino que no fuera el mío, también viajar a Crims, mamá me tenía prohibido viajar a Crims, ¿Cómo fue eso posible? También que viaje a Arabia, ¿Habré estado con Alia? Por lo que me ha dicho no me case con ella, durante estos años, gracias al cielo, no sabría que hacer si me entero que estoy casado, tal vez el sultán decidió que no, no sabría si hice algún mal allá, esperaba que no, también mencionó que fui a Encantia, porque Sofía me pidió y que al final volví para mí cumpleaños.

— de verdad, Andy, lo intento, intento recordarlo, pero no hay nada —y ya estaba empezando a tener dolores de cabeza y si me daba algo así, dudaba en poder recordar algo.

Apoyé mis manos al borde del barco y bufé exhausto, el mar era detestable, no soportaba un olor tan rancio, ¿Por qué acepte a venir? 

— ¿Por qué vinimos en un barco? —

— para atrapar a los malos, Tristán —

— entonces ¿Ganamos? —

— por supuesto que sí y seguro habrá una gran fiesta en nuestro regreso —aplaudió emocionada, sus mejillas siempre eran rosadas y era muy alegre, en ocasiones envidiaba su felicidad.

Pero aún viendo a Andy sin preocupaciones, no podía evitar no sentirme culpable de algo, como si realmente algo me faltará.

Bufé— enseguida vuelvo Tristán, iré a hablar con Peyton —no fui capaz de responder, porque para entonces, Andy ya se había escapado de mi lado.

Y ahora estaba solo en un barco con completos desconocidos. Pero fue un instante en que me gire a un lado y sin ver, choque mi pierna con el madero de al lado, algo entonces me golpeó, algo sólido, frunci mi ceño bajando mi mano al pantalón que llevaba y entonces descubrí algo cuadrado y a mi vista vi una cajita, una cajita blanca, ladee la cabeza abriéndola y entonces lo ví, era un anillo.

Sentí como mis mejillas se volvían rosas y por un instante parpadee seguidamente ¡¿Por qué tenía un anillo?! Mi corazón incrementa en acelerarse y a medida que lo hacía me costaba respirar.

Pero entonces, inconscientemente, mi mirada fue propicia a una sola dirección, justamente cuando el capitán de este barco salía con una parte de su tripulación y para ser sinceros, había uno de ellos que me llamaba minuciosamente la atención.

La chica de piel pálida y cabello morado que salía, como si estuviera enojada siempre, la que me sacó del pozo en que me encontraba, era ella.

— Tristán, soy yo, soy Meido, me tenías tan preocupada —

Meido… que nombre tan singular, para una chica muy singular.

Pero creo que estuve tan metido en mis pensamientos que no pude desviar mi mirada de ella y para cuando hube tomado control de mi conciencia de mis actos, ella me estaba mirando.

Y aunque tuviera su rostro fruncido en su mirada la nostalgia se asomaba, he visto muchas caras largas y lágrimas en muchas personas, pero puedo asegurar que en la suya… la tristeza se posaba con tanta hermosura, como si la suerte fuera de que la presencia de la tristeza en su rostro, fuera del sentimiento y no de ella.

Era como un ángel oscuro, con ojos verdes, como si la muerte estuviera tras de ella, pero no podía tocarla.

Era imposible no poder mirarla, era como si todo el barco fuera nulo con ella aquí.

— Tristán, ¿Estás bien? —y hasta ese momento había olvidado que era respirar, inhale aire al momento en que Andy estuvó frente a mí, me miraba como si supiera algo que yo no, pero que fuera vergonzoso para mí.

— Andy, yo solo… miraba —su mirada me decía "culpable" no podía evitar tenerla así, desvíe la mía.

— mirabas a una chica en específico —entre cerró sus ojos sonriendo.

No podía, mis mejillas se estaban calentando— pero ¿Qué dices Andy? Eso es absurdo —yo jamás miraría a una chica… en específico.

No tenía tiempo para chicas con mi itinerario. Por eso planeaba casarme con Alia, ella era diplomática y sabía tener sus objetivos claros, no entraríamos tanto en sentimientos, solo nos uníamos en matrimonio por el bien de ambos reinos.

— pues, ahora no es tan absurdo —

— Andy… —era inevitable parar su quisquilleo con el mismo tema— yo solo… —recordé el anillo en mi mano.

¿Sería para Alia? Pero ¿Por qué lo traería aquí? Nuevamente mi mirada fue a ella, la chica de piel pálida, en la parte superior.

De verdad lucía como un ángel oscuro.

— ¿Qué sabes sobre Meido? —solo sabía eso, su nombre.

— bueno, pronto estará comprometida —

— ¿Pronto? —volví  mi mirada a ella, ¿Por qué? ¿Por qué me sentía decepcionado? 

— sí, solo esperamos a que su novio del paso —Andy codeo mi costilla.

Entonces se casaría.



Descendientes - Salvemos al País de Nunca JamásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora