Descendientes - En la tierra de las hadas

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—LA PRINCESA VALIENTE XXI—

Maléfica me instruyó desde pequeña en la destreza del mal, me guiaba por esos pasos a espaldas de cualquier persona. Siempre en la oscuridad.

Luego decidí ser libre y descubrir el lugar donde vivía, conocí a un chico, me gustó, estuvimos juntos, no funcionó, me traicionó, me entrego a Maléfica, nuevamente a ella.

Encerrada durante años volví a la realidad, con odio y rencor hacia cualquier persona y lista para destruir a Mal.

Luego descubrí que realmente no debería hacerlo, que no servía de nada salir de la isla para ir en busca de venganza y que había encontrado algo mucho más interesante que una venganza. La amistad y el calor que Auradon me ofreció, eso sí que lo sentí especial.

Conocí el amor, conocí a Tristan, lo ironico de este cuento era que él era el poder opuesto al mío, mientras él era frío, yo era envuelta por la llama del dragón maligno.

Estoy feliz a su lado, pero ahora un nuevo mal amenaza y no estaré dispuesta a qué destruyan todo lo que una vez estuve dispuesta a hacerlo yo, tampoco busco destruirlos, tal vez ser razonable así como una vez Ben lo fue conmigo.

Y como lo sigue siendo.

— PEÑIZQUENME SI ESTO NO ES REAL —la voz eufórica de Andy resonaba a mi lado. Pero yo estaba más en shock por el momento y por el atuendo que ahora traía. También por el montón de personitas aladas que estaban frente a nosotros.

Muy contentas debía decir.

Puedo explicarlo rápido.

¿Recuerdan a las Pixies? Las que nos atraparon en el portal, las encargadas de ¿Transformarnos en winx? Según Peyton, pues resulta que una winx es un humano convertido en un pequeño ser, descubrí que era pequeña en el momento en que la Pixie frente a mí se hizo grande, pero fue Peyton el que corrigió y dijo que nosotros nos habíamos encogido y que estábamos por entrar a la tierra de las hadas

— parezco una mariposa —se quejó Ryan— dime por favor que no he perdido mi encanto —Tristán a su lado solo río por lo bajo.

Ryan tenía un tanto de razón, ambos tenían alas y vestían muy elegantes, mientras Ryan aprecia una hoja de otoño, Tristán parecía un copo de nieve. Eran demasiado tiernos.

Por parte de Andy, parecía una hermosa florecita naranja, era increíble en todo lo que había cambiado, Diaval parecía una pequeña llama, pero seguís siendo Diaval con alas de hada. Peyton era la reencarnación perfecta de Peter Pan, había visto el atuendo de Peter Pan en el museo, pero jamás pensé que Peyton podría verse tan igual.

— chicos —Peyton suspiro, pero aún así pude ser testigo de cómo sonreía de lado— bienvenidos a La Tierra de las Hadas —las personitas aplaudieron frente a nosotros.

Creo que ahora parecía una flor morada asustada, porque si bien es cierto a todos nos habían dado un cambio, incluyendo mi persona y vaya cambio, creo que no me reconocía, pero ciertamente las alas de hada se sentían más livianas que las de un hada normal, toque mi pecho donde aún permanecía la brújula que la reina Ariel me había dado y que gracias a las Pixies también se había vuelto pequeño.

Mi vestido estaba diseñado por completo de muchas flores moradas, pero tan esponjosos como un diente de león, mis zapatos eran tan plateados como el invierno, pero aún en ellos habían florecitas, lo que me dejó en incógnita fue la tiara en mi cabeza, no recordaba haberme puesto una, pero también la tenía Tristán y Ryan, lo cual me era de extrañar, también me preguntaba porque Peyton y Andy no tenían alas, como Diaval, Ryan, Tristán y yo.

Los murmuros de todas las hadas me era posible escuchar, amontonadas a nuestro alrededor, mire hacia atrás de mí y descubrí un enorme roble, retrocedí porque jamás había visto un roble tan grande.

Me dió la impresión de que el susto hizo que mis alas revoloteen un poco.

— ¿Por qué todos nos miran? —volví a mi realidad y también atendí al cuestionamiento de Ryan así como Peyton.

Peyton sonrió de lado mientras veía como las hadas lo veían con mucho entusiasmo.

— son nuevos, a las hadas le gustan los nuevos —atendió Peyton.

Y dicho esto fueron segundos después que Peyton fue atacado por tres hadas y cayó al suelo por inercia me vi en forma de combate, pero luego las risas se escucharon.

— PEYTON TE ESTUVIMOS ESPERANDO —eran tres que abrazaron con fuerza a Peyton. Baje mis manos lentamente a medida que veía a Tristán con el ceño fruncido pidiendo una explicación.

— yo quiero que las chicas se me abalancen así —Ryan estaba impresionado. Lo mire con recelo, pero se cruzó de brazos— ¿Qué? —alzó una ceja indignado— tú nunca me consentiste —se excuso mirando a otro lado indignado.

Perpleja le mire con enojo, sintiendo como mis mejillas se calentaban— ¿Qué dijiste? —pero Tristán reía por lo bajo negando con la cabeza.

— son un show de televisión muy entretenido —en la conversación apareció una tercera persona y ni en su forma de hada se veía linda, Drizzly me miraba con superioridad.

— cada que el roble se iluminaba deseaba que fueras tú —aún las chicas estaban frente a Peyton con sus alas bajas y sus cejas doblegadas.

— dime que no te han hecho nada malo —mientras otra de ellas revoloteaba a su alrededor preocupada.

— cruzaron bien el portal, aunque demoraron media hora —

— nos dejaste a nuestra suerte —contradije con odio— si Peyton no hubiera estado con nosotros seguramente no hubiéramos cruzado —masculle.

— pero lo hicieron —

ESE NO ERA EL PUNTO.

— LA REINA CLARION SE ACERCA —a gran voz una de las tantas hadas hablo, todos guardaron silencio en el momento y pronto todas las hadas se encontraban arrodilladas, daban reverencia a un espectáculo de luces que se alzaban por lo alto y llegaban a nuestro encuentro.

Entrecerre mis ojos, mientras veía como Peyton también se arrodillaba junto a sus amigas.

Pronto los pequeños luceros se amontonaron dando forma y fusionándose para crear un cuerpo dorado que salió de entre ella y dió vida a una mujer, de hermoso parecer y corona dorada, con un vestido tan brillante y amarilla, vagamente me recordaba a la reina Bella.

— bienvenidos Winx, la tierra de las hadas hoy de unen para recibirles —pronto los aplausos fueron escuchados, todas y cada una de ellas aplaudían— Peyton, llegaste —esta mujer tenía una voz tan sutil y llena de bondad, era como las hadas que siempre imaginaba.

Descendientes - Salvemos al País de Nunca JamásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora