Descendientes - Somos luz

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—LA PRINCESA VALIENTE XIX—


Siempre había pensado que las hadas eran tan buenas y delicadas con sus acompañantes, que protegían a su compañeros, que luchaban por un mundo mejor, pero conociendo a Drizzly realmente me daba cuenta que esas cosas eran cuentos, míticos, que no se comparada con la realidad.

Para mí, Drizzly era un hada sin corazón, casi como una malvada, solo que no hacía estragos.

— al atravesar el portal los guiará directo a la tierra de las hadas —Drizzly parecía comunicar más para ella misma que para todos los demás— pensamiento puros, no malignos, cruzar el portal con un corazón creyente —fruncí mi ceño en su susurro.

Cerrando sus ojos se desprendió del lugar y se dejó caer sobre el portal que se hallaba frente a ella, alzando sus manos y desapareciendo por el rosado portal a la supuesta tierra de las hadas.

Drizzly desapareció.

— que ella ya no este me inspira menos confianza que antes —Ryan retrocedía a medida que nos miraba a todos— sería mejor que regresaramos —

— pensamientos puros, no malignos, cruzar el portal con un corazón creyente —nuevamente esa frase, pero esta vez era Peyton el que la decía, frente al portal, aunque podía sentir el miedo de él crecer con mucha rapidez.

— ¿has hecho esto antes Peyton? —cuestione dejando atrás a Tristán.

La mirada de Peyton cayó al suelo— debería saber hacerlo ¿no? —enfoque mi mirada en él, entonces me miró con mucho temor, podía sentirlo.

Sonreí de lado— debería saber cómo ser princesa a estas alturas y no lo sé, tranquilo, encontraremos la manera de cruzar —masculle mirando el portal.

Sentí como Peyton respiraba profundo— este portal es muy diferente a mi portal, los portales rosados son para personas de puro corazón y sin pensamientos errados, por eso mayormente solo hadas pueden cruzarlos —

— así que hay requisitos para cruzar —masculle.

Las hadas no eran tan tontas eh.

— sí y si tienes pensamientos malignos, podrías desaparecer de este mundo —alce mis cejas y respire hondo. Pero también querían matar a los intrusos, creo que eso era un poco extremista.

Esto sería realmente difícil— no lo haré, no cruzaré —Ryan retrocedió con miedo— no quiero morir tan joven —pronto mi mirada se vio encendida, había demasiado temor a mi alrededor, podía sentir el miedo de Andy, el miedo de Peyton, el de Ryan, desvie mi mirada y retrocedí, últimamente los dones malignos tomaban más control.

Pero, en cierto punto, Ryan tenía razón, no podíamos cruzar creyendo que no nos pasaría nada.

Cerré mis ojos, debía poder controlar esto.

— pensamientos puros, no impuros, cruzar el portal con un corazón creyente —musité por lo bajo, tratando de calmar el mal dentro de mí.

— es un encantamiento que debes decir antes de cruzar el portal, es como una llave —indico Peyton— este portal es solo exclusivo para hadas, ellas podrían usarla con una fácil libertad, pero los humanos —suspiro— muy pocos logran entrar en él, aunque para los descendientes de Nunca Jamás, debería ser fácil, para mí no lo es —

— sí, ya lo sé, los has dicho antes —masculle con pesimismo.

El portal se veía ahora tan dulce y brillante, pero a la vez tan drástico y de muerte.

— ¿qué crees que debemos hacer, Meido? —la voz de Tristán apareció entre tantas.

— Sí, Meido, ¿qué hacemos? —Andy también yacía preocupada, aferrada a su agarre a sus brazos— no quiero volver a tener esas pesadillas que tuve en el bosque —fruncí mi ceño, estaba confundida.

— ¿pesadillas? —ellos también tuvieron ese efecto.

— las flores somnolientas, mi señora, surtió efecto en todos —¿en todos? eso quería decir, que tanto Peyton, como Andy, Tristán y Ryan, habían sido afectados por eso.

— ¿fui la última en despertar? —por eso todos estaban así.

— no, de hecho fue Peyton, el último en despertar —

— estar aquí es cada vez más difícil —masculle con pesimismo— lo que quiere decir que no podemos regresar —si lo hacíamos puede que encontráramos más de esas flores— debemos seguir adelante —y el portal ahora era la única salida.

— entonces ¿cruzaremos el portal? —la voz de Ryan sonaba más insegura que antes.

Tratando de que la situación no se me saliera de las manos rete a Ryan— ¿acaso te asusta un portal rosado? —

— no —negó repetidas veces— lo que me asusta es que al cruzar desaparezca —

Buen punto.

Cerré mis ojos con pesimismo, aún las imágenes de Luna frente a mí me estaban atormentando, era un dolor de cabeza, bufe— no tienes de qué preocuparte, estaremos bien, solo es cuestión de creer —entonces dirigí mi mirada a Peyton— ¿no es así? —

Peyton suspiro y asintió— para ser sincero sí, pero somos humanos y nuestros pensamientos... —

— si crees que tus pensamientos son malignos, entonces no llegarás a nada, pero si haces que esos pensamientos desaparezcan y buscas la valentía y alegría que siempre tienes, creo que será suficiente —entonces mire el portal— el no puede cambiar lo que pensamos, pero nosotros sí —dirigí mi mirada entonces a Andy— somos felicidad —mire a Diaval— somos guardianes —Ryan— somos valientes —Tristán— somos leales —Peyton— somos esperanza —el portal empezaba a destellar más— nuestras intenciones están basadas en proteger a los nuestros, en hacer un mundo mejor, en dejar el pasado atrás y tener un futuro —eso nadie lo cambiaría— lucharé por ese futuro, ¿ustedes? —

Esperaba que ustedes también.

El silencio por un momento se hizo presente, creía que había metido la pata, pero la mirada de todos no era de burla, sino más bien de verdad, sentía la intensidad del aura de todos, estaba volviendo aparecer ese brillo que por instante se apagó. Y como era de esperarse, el brillo de Andy era el que más se notaba, ella sonrió.

— estoy contigo Meido —tomo mis manos, el calor de Andy.

El suspiro por parte de Ryan surgió— en serio, debo dejar de hacer cosas por ti —

— Meido tiene razón, nuestros pensamientos no son malos, no somos malvados —su mirada estaba puesta entonces en mí— ya no más, ahora somo una mejor versión —

— una versión renovada de los cuentos clásicos —la voz de Tristán resonó con sarcasmo— a donde vayas iré —entorno su mirada en mí— ya te lo he dicho —

Un rayo atravesó mi espina dorsal con rapidez, mis mejillas se ruborizan.

— insisto, hago demasiadas tonterías por ti —gruño Ryan, pero con su ceño fruncido y un bufido terminó por decir— hagámoslo —

Sonreí de lado— ¿Diaval? —sus ojos se endulzaron— no hace falta que pregunte Meido, haré lo que me pida —una leve inclinación— estoy a su merced —masculló con complicidad.

Una vez más, estábamos unidos.

Descendientes - Salvemos al País de Nunca JamásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora