Descendientes - Las llamas del dragón (PARTE II)

86 12 2
                                    

—LA PRINCESA VALIENTE LVIII—

— ¿que haces chico? —Tristán reaccionó a la llamada de Ryan y por un momento mantuvo su ceño fruncido al verlo.

— eres el chico de la vez pasada —

— sí, soy ese chico —Ryan frotó su mano en su rostro, el Ryan de antes había vuelto, con su cabello largo como antes y la melena pelirroja, como sino hubiera cambiado— toma el traje y vístete, hay que asistir a un baile —

Tristán tomó en sus manos el traje— ¿es obligatorio? —

— ¿por qué preguntas eso? claro que lo es —

— no soy de ir a bailes —respondió Tristán con sinceridad.

— pues siempre has ido a todos los bailes —

— ¿nos conocemos de siempre? —su pregunta hizo a Ryan enojarse y tomar camino a su cama y sentarse frente a Tristán.

— escucha, principito, sé que no me recuerdas, pero para ser sincero si en algún momento lo llegas a hacer, espero que seas lo suficiente responsable para asumir todo lo que te espera —Ryan estaba reclamando, pero Tristán difícilmente podía digerir lo que él estaba diciendo.

Tristán miró a un lado y luego volvió a Ryan— ¿eso es un sí? —Ryan bufo y se levantó de su asiento— es que siento que realmente tengo una confianza en ti, aunque no sé cómo te llamas —

Ryan se detuvo, el sentimiento aún estaba dentro de Tristán eso no se había olvidado, pero su memoria no estaba, el único problema era su memoria— soy Ryan —dijo con vagueza.

— Ryan, entiendo, entonces ¿somos amigos? —a Ryan le resultaba absurdo tener que responderle, pero lo hizo.

— sí, bueno no —dudo un poco en sus palabras— somos más que amigos —

— ¡¿cómo?! —Tristán palideció.

— a ver, esperate, no ese tipo de "más" somos familia, eso —ambos estaban rojos, aunque Ryan mucho más, pero Tristán terminó entendiendo.

— familia, okay —

— no te pido que lo recuerdes así que no malgastes tus energías —Meido ya le había advertido a Ryan de lo que pasaría si Tristán se veía obligado a recordar, por eso no debía darle una razón para hacerlo.

Pero, era demasiado tarde, aunque Ryan consideraba que su información era pobre para causarle daño, Tristán ya estaba tratando de recordar, su memoria estaba sellada, pero él intentaba aún así hacerlo.

— muchacho, vistete, la fiesta nos espera —después de un incómodo silencio, Ryan tuvo intenciones de salir del cuarto para que Tristán tuviera su espacio, pero justo a tiempo Tristán reaccionó, pues durante todo el día mantuvo su mirada en el anillo de que aún guardaba en una cajita y deseaba saber para quién era.

A Tristán se le ocurrió que tal vez Ryan supiera algo al respecto— espera —y corrio, corrio a la mesa donde en un cajón guardaba la cajita y yendo hacia Ryan la depositó en la mano de este, Ryan frunció su ceño sin entender hasta el momento en que vio la cajita— ¿sabes de quién es? la tenia en mi chaqueta, la verdad no recuerdo —

— no recuerdas nada —dijo Ryan con obviedad, pero él sí recordaba la vez que Tristán le pidió que fuera con él a escoger un anillo de su madre, con la intención de obsequiar a Meido, claro con el permiso de la reina Mirana.

Pero, decirle a Tristán el nombre del destinatario, tal vez complicaría las cosas, no podía hacerlo, tenía prohibido hacerlo— siento es que de alguien especial —

Ryan alzo una ceja expectante— no le das un anillo a cualquier, tonto —

— por eso, debes saber de quién es —los ojos esperanzados de Tristán pedían a gritos una respuesta, pero la voz de Meido resonaba en la cabeza de Ryan.

Entonces extendió el anillo a Tristán y dijo— no, no lo sé, pero guardalo en tu traje de baile —recomendó Ryan sin más, retrocediendo y abriendo la puerta para irse.

Y ahí en la caída del sol y el resplandor de las estrellas, Ryan se fue y dejó a Tristán en la habitación.

— alguien especial —masculló Tristán con el anillo en manos.

Mientras que otro hemisferio, un poco más derecha de la preparatoria, pasando los árboles, cruzando el puente mágico y entrando en los suburbios de la isla, Uma bajaba las escaleras y Harry la esperaba, ambos listos para entrar a el auto que Mal eventualmente preparó para los hijos de los villanos que ahora estudiaban en Auradon, incluido Celia, quién había ido de visita a la y tenía intenciones de asistir a la fiesta, Gil esperaba dentro del auto, mientras que las golosinas lo llamaban indecentemente, pero el traje que tenía era el mejor traje de gala de su padre y ensuciarlo sería la muerte para él, por lo cual se abstuvo.

Y Meido, Meido solo pensaba en que justo ahora, haría algo que nunca antes había hecho, algo que jamás pensó en hacer y que difícilmente le resultaría a su favor.

Besar al príncipe, romper el hechizo y vivir, felices para siempre.

Tenía miedo.

El carruaje del Submundo había caído a tierra de Auradon, camino al castillo, con una cesta en sus manos y una sonrisa, admiraba el paisaje y la prosperidad de Auradon.

— Reina Mirana, ¿no cree que debería estar preocupada por su hijo? —

Ella optó por sonreír a su amiga y respondió— el hechizo es inofensivo, querida Alicia, en Tristán lo es, mi hijo aún en su estado de amnesia no le causará daño, sus poderes lo protegerán —volvió su mirada afuera— solo el fuego del dragón que lo cautivo, puede liberar su memoria, espero que se puedan dar cuenta —Mirana confiaba en su hijo, pero tenía curiosidad de saber si Meido sabría liberar el poder oculto con los dos juntos, el poder del amor, sería interesante ver a una villana descubrirlo— muy interesante —masculló complacida.

Aunque Alicia la veía más como delirante.

Y la fiesta ya estaba empezando, en su máximo esplendor, las personas entraban, saludaban y eran presentadas al público presentes.

— el príncipe Chad, el príncipe Tiago, la reina Tian y el rey Naveen de Maldonia —

— de Nueva Orleans —susurró la reina Tiana y volvió con su sonrisa a los presentes bajando las escaleras.

— De Nueva Orleans —aplausos y reverencia de parte de la familia, para bajar las escaleras y ser el centro de atención de todos.

El vocero siguió con las presentaciones de los invitados— la princesa Melody, el rey Eric y la Reina Ariel, del reino de Dinamarca —

Aplausos, reverencia y la familia descendió.

Y así se seguía, mientras Mal y Ben eran los encargados en la parte de afuera de saludar y dejar pasar a los invitados.

Descendientes - Salvemos al País de Nunca JamásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora