Descendientes - Las llamas del dragón (PARTE III)

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LA CANCIÓN DEBE REPETIRSE, SE INSERTA DESDE EL PRINCIPIO.

—LA PRINCESA VALIENTE LIX—

MEIDO

Era de noche y posiblemente todos los invitados ya estarían dentro de la fiesta.

La moto la deje estacionada frente a la preparatoria de Auradon, la limpieza extrema en ella era esencial en la fiesta aunque eso no tuviera nada que ver con ella, pero rodeando la parte del castillo donde estaban los dormitorios y los salones de clases, en el castillo donde exactamente se dio la boda de Mal y Ben, la fiesta se desarrollaba.

Subir las escaleras era canson, pero el rastro de carros nos daba indicio de que exactamente ya todos estaban dentro, no pretendía llevar un vestido, tal vez porque no lo pensé, solo pensaba en Tristán, en todo el camino, solo pensaba en él.

Al terminar de subir las escaleras suspire pesadamente, pero entre dos entradas, una realzaba, no era difícil saber dónde estaba la fiesta, puesto que la alfombra roja se extendía en una sola dirección, a la parte de afuera del castillo, lo cual era de extrañar, no era un terreno muy ancho para una fiesta. Pero en el otro camino que permanecía a puertas cerradas, fuertemente me invadió un sentimiento de melancolía, volver a subir las pequeñas escaleras de este lugar, justo donde inicia, cuando Ben y Mal se casaron, luego cruzar esas puertas y bailar con Tristán.

Quería volver a eso.

— es por allá. Diaval —sentía nauseas, pero era el nerviosismo que me tenía la piel de gallina, pero si esto no funcionaba, lo mejor sería olvidarlo también.

— Meido, con todo respeto, no puedo hacerle eso, ¿Por qué no mejor volver a intentarlo? Como si fuera la primera vez, volver a enamorarlo, si el alma de él ya está enamorada de usted, no es necesario borrar otra memoria, solo impulso —

— no estoy hecha a base de esperanzas, Diaval —masculle con recelo— amo a Tristán y solo se que sino me recuerda no lo hará en otro momento —

No estaba hecha a base de esperanza.

Subí las escaleras que me dirigían a la terraza y conte cada paso y en cada uno suspiraba, mis manos temblaban, ¿por qué tenía tanto miedo? sentía un escalofrío recorrer mi espina dorsal y era imposible controlarlo, pero al final del pasillo había dos puertas cerradas y podía escuchar a las personas, definitivamente era el lugar correcto, al otro lado estaba Tristán, a unas semanas atrás cuando nos vimos por primera vez, después de tanto tiempo, cuando crucé la puerta al patio de la preparatoria para encontrarme con Tristán.

Sacudí mis manos— ven Diaval, ayudame —y con ayuda de él, empujamos las puertas, suspire al ver a las personas y como caí en pleno discurso de Ben, con la mirada de todos en mí y en Diaval— ¿interrumpo algo? —mis labios temblaban, pero miraba entre la multitud, mientras bajaba las escaleras donde ambos estaban y me daba cuenta de la idea de fiesta que tenían.

Todos los invitados sobre una plataforma sobre el agua, los comedores de comida estaban en el castillo, pero la fiesta estaba en la plataforma que curiosamente le habían dado un estilo de barco o... crucero...

— Meido, viniste —Mal me hizo despertar de mi sopresa y asentí ante ella, terminando de bajar las escaleras, recibí la sonrisa de Ben y la reverencia de todos los guardias que los acompañaban, al igual que el hada madrina que estaba a un lado.

La mire por unos minutos y recordé sus palabras— un hechizo de memoria, solo puede ser deshecho con un acto físico —

Suspire y asentí, desviando mi mirada de ella, al final tenía razón, era la única manera— Meido, hola —

Descendientes - Salvemos al País de Nunca JamásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora