Descendientes - Justicia

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—LA PRINCESA VALIENTE LI—

— una vez que estés dentro, tus poderes serán iguales que los de ella, será un campo que jamás hayas experimentado, pero será tu propia mente jugándose juegos sucios —

— dijiste que no tendría poderes —

— sí, era para que te negaras a hacer esto, pero ni eso te detuvo —me fulmino con la mirada, a la altura de mis rodillas, donde Hades se hallaba arrodillado y donde yo estaba sentada en el sillón.

Rodee los ojos.

— recuerda, todo lo que suceda ahí dentro es producto de tu imaginación, pero también eso puede enviar sensaciones a tu corazón y si el impacto llega muy fuerte puede detenerlo lo que provocaría una muerte inmediata —

— entiendo, procuraré mantenerme estable —

Hades entrecerró sus ojos y ladeó la cabeza— no lo digo por ti, lo digo por el alma dentro de ti, ella atentará contra tu vida, debes mantenerte estable, sí, pero ella intentará matarte ¿si me estás entendiendo? —

— algo así —masculle, mi corazón estaba desbocadamente descontrolado, nervioso por lo que sucedería.

— ¿Y  si demora mucho en el otro mundo? ¿Puede hacer que vuelva? —

Diaval estaba a mi lado cruzado de brazos, claramente preocupado, Hades le miró con una sonrisa de lado— ¿estás preocupado por tu novia? Guardián —

— que no es mi novio —

— desgraciadamente una vez que ella esté dentro, lo que suceda no me concierne, es su mente, lo que suceda ahí está bajo su jurisdicción y no puedo despertarla, si lo hago enviaría señales erróneas a su corazón, lo que también provocaría un ataque muy malo y causaría tu muerte —hacía mucho que no sentía la mano de Hades sobre la mía, como esas veces cuando era pequeña, pero ahora lo hacía sostenía mi mano en el brazado del sillón, sutilmente pero lo hacía, mientras que su otra mano sostenía su piedra— el único que podría entrar en tu mente es Morfeo, pero él no está aquí, así que —hizo un ademán con sus hombros.

— aun no creo que sea buena idea —admitió Diaval.

— dijiste que aceptarías todo lo que hiciera —

— siempre y cuando pudiera estar a su lado, pero ahí dentro... —calló a mi lado y suspiro.

— ¿estás segura? —por milésima vez, Hades me cuestionó.

— es lo mejor, tú mismo lo dijiste, a no ser que la confronte —

— no pensé que lo harías —masculló, pero suspiro y se alejo— si veo algo extraño y te matan, por primera vez en mucho tiempo regresaré al río estigio a buscarte —

— no sucederá, tranquilo —

— estoy tranquilo ¿tú no? —bromeó en un suspiro— andando —finalmente se preparó tomando sus hombros con la promesa en su mano y mirándome fijamente— prácticamente te haré dormir, tus pulsos se irán, solo quedará poco de ti, apenas tú corazón tendrá pequeñas pulsaciones, pero es normal cuando estás en coma —

— está bien —

— procura que siga así y aumente, no mueras —

— ¿es una advertencia? —

— Sí —sus ojos me obligaban de alguna manera a tomar la advertencia como una de castigo— ahora tira tu cabeza en el respaldar, cierra tus ojos, lo demás lo haré yo, no habrás tus ojos, Guardián, aléjate, no puedes estar cerca —

Cerré mis ojos, sentí como Diaval se alejaba, poco a poco fui apoyándome en el respaldar y finalmente sentí el frío que venía contra mí, pero no podía abrir los ojos, por lo que acepté, dejándome llevar y cuando estuve totalmente relajada, sentí como poco a poco mi tacto se iba desvaneciendo, como mi respiración se iba desvaneciendo también y tan pronto como pude, me di cuenta que todo había desaparecido, que el sillón y la guardia de Hades ya no estaban y que tanto Diaval como Hades tampoco estaban y que yo me encontraba en un espacio y tiempo oscuro, donde parecía estar suspendida en el aire en un vacío interminable, miré abajo, miré arriba, miré a mis lados y no veía nada.

¿Era está mi consciencia? 

Pero, cuando pude, sentí algo sólido abajo de mí y pronto un destello morado se expandió bajo de mi, creando una plataforma morada, una que se extendió a mi derecha, había llegado al suelo.

Estaba entera.

— ¿qué haces aquí? —y esa voz, era ella, volví mi mirada a la izquierda justo en el momento en que una gran ventisca azoro contra mí y una vez que hubo pasado, mi mirada fue a parar en Luna, encadenada. Aún seguía así, aunque ya no estaba arrodillada.

— no he tomado mis medicamentos —masculle, no debería estar encadenada.

Luna sonrió— ¿te atreves a venir a buscar tu muerte? —

— vengo a hablar —

Bajo su mirada y por un momento rio— ¿hablar? Sí, lo he escuchado antes —y cuando menos lo pensé, tiro de sus cadenas y como si fuera cámara lenta, estas recorrieron una distancia, una distancia que tenía como final, atrapar las mías, porque así fue, ella me encadenaron, se ajustaron a mis muñecas y se convirtieron en varas de cadenas, fuertes y resistentes, trataba de zafarse mientras Luna me hacía retroceder, pero mis fuerzas no eran suficientes, el color morado en el suelo iba retrocediendo mientras que un azul se expandía, más y más, mi cuerpo quedó tendido en el suelo y el viento que recorre mi cabeza me hizo darme cuenta del precipicio que ahora estaba.

No era mi imaginación, realmente estaba aquí, al borde del río Estige, trague fuerte, pero no pude hacer nada para impedirlo.

Ella dio un paso más, mis ojos estaban cristalizados a medida que el fuego de Maléfica ardía en mí, pero no debía usarlo, no contra ella.

Pero, ahora aquí, recordaba el sueño que tuve en la entrada a la tierra de las hadas, era igual, pero ahora era real, estaba sucediendo. Tragué fuerte y mantuve mi cordura, me levanté de nuevo, aún temblando.

— ¿desde cuando una villana solo charla? —

— he cambiado, Luna, lo he hecho —

— MIENTES —su voz se escuchó como eco, donde mis nervios se dispararon y me hicieron caer de rodillas.

Cerré mis ojos con fuerza, esto no estaba funcionando— Luna, escúchame —

— no quiero escucharte, confié en una villana, pero mi ingenuidad en ese entonces me costó caro, no volverá a suceder, porque por culpa de Maléfica, perdí mi vida, destruyo la vida de una niña —estaba furiosa.

— puedes creerme, lo sé, Luna, lo sé —

— no, tú no sabes nada —sus pasos eran más y más hacia mí, me hacía retroceder con las varas de hierro.

No podía detenerla.

— por favor, no seas así —gruñí, de verdad no tenía fuerzas.

— ¿así? Solo estoy haciendo justicia, te destruiré y una vez que lo haga, podré descansar en paz —

Ella quería el descanso eterno, ¿con venganza? Abrí mis ojos sorprendida a ella— ¿no quieres tu cuerpo de vuelta? —

— este cuerpo no me pertenece —reconoció con superioridad.

Descendientes - Salvemos al País de Nunca JamásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora