Descendientes - Latidos de más

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—LA PRINCESA VALIENTE LXI—

Volvimos, la plataforma en la que todos estaban antes, se había destruido.

Mi vestido volvió en cuanto descendí, en cuanto mis alas desaparecieron, el vestido de princesa había vuelto, suspire al saber que ya había desaparecido, pero era extraño.

¿Cómo pudo haber venido aquí? Se supone que se había quedado en Nunca Jamás.

— ¿todos están bien? —cuestioné con poco aire, la bajada había sido de impacto, aún me sentía dentro del agua.

— todos estan bien, mi señora, hasta el príncipe Tristán —

— eso es bueno —masculle en un suspiro.

De inmediato, tanto Mal como Ben vinieron hacia mí, ya me agobiaban con sus preguntas, un suspiro antes de ello— ¿Meido? ¿estás bien? —

Mantuve mis manos en mis caderas— lo he combatido en un barco flotante, no es novedad —masculle con desdén.

— ¿barco flotante? maleficios sutiles, eso debió ser de impacto —fruncí mi ceño frente a ella.

— ¿maleficios sutiles? —cuestione extrañada— es la primera vez que te escucho decir algo así —

Cerro sus ojos y mantuvo su mano en su estomago— lo siento es la costumbre —

— vaya costumbre, pronto estaré diciendo conjuros como dichos —abrí mis ojos sorprendida.

Ben rió sin pensarlo, Mal le siguió en el juego y de pronto el momento de terror había desaparecido.

— santas calabazas, Meido ¿estás bien? —

Y el hada madrina se acercó junto a la reina Bella y el rey Adam— Meido, ¿te encuentras bien? —

— ¡Eso fue fenomenal! ¡te vimos volar! —el comentario del rey Adam nos hizo mirarle con sorpresa, parecía emocionado como si viera un partido de torne.

— gracias, rey Adam y estoy bien, hada madrina, reina Bella —

— eso es bueno, muy bueno —alentó la reina Bella con su mano en el pecho.

— perdonen por la plataforma, no pude salvarla —

— ya nos encargaremos de eso —dijo el hada madrina.

Y sin más se fue, con una sonrisa— creo que necesitará ayuda —y Mal se fue tras de ella.

La reina Bella y el rey Adam, ambos también se dispersaron y a la vista no quedó más nadie que Tristán, Tristán con su ceño fruncido y su mirada en mí.

¿Acaso estaba enojado?

Pero, la realidad es que no quería meterlo en esto, no ahora que estaba bien.

— ayudaré a Mal y el Hada Madrina —masculle hacia Diaval, desviando mi mirada de Tristán.

La fiesta en sí se había destruido, el lugar social no estaba ya, pero para el hada madrina y Mal no representó un problema. Los preparativos fueron llevados a el patio donde antes se había llevado a cabo la boda de Mal, solo hacía falta un poco de decoración para que fuera perfecta, la alfombra roja fue removida hacia la otra entrada del castillo, me encargué de las luces en la noche del patio y Daival de teletransportar la comida, con algo de telequinesis a su manera, diría yo.

Pero al final, todo quedó como antes, solo que no en la plataforma. Los invitados fueron reivindicados, todos sin dejar de comentar los sucesos anteriores.

Descendientes - Salvemos al País de Nunca JamásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora