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―PEDIDO
Aunque estaba haciendo su mejor esfuerzo para ocultar el hecho de que estaba sumamente agotado a Jieun le bastó mirarlo a los ojos para descubrir su cansancio.
―¿Seguro que quieres salir?―. Decidió preguntar antes de ir a arreglarse, algo le decía que no debía preocuparse por qué ropa elegir ya que acabarían cenando en casa, pero él siguió insistiendo.
Jieun puso sus ojos en blanco y se sentó en el sofá junto a él, sabía porqué Yoongi no quería ceder y lo entendía, últimamente no habían podido salir ni pasar mucho tiempo juntos debido a sus trabajos, pero también sabía que el chico estuvo en la empresa desde muy temprano, y por lo que veía había sido un día particularmente estresante, y siendo honestos, le preocupaba mucho más la salud de su pareja que una reservación en un restaurante. ―Yoonie, sabes que podemos ordenar algo de comida y quedarnos mirando alguna película, ¿no crees que suena mejor?
―Uh, lo sé, pero hace tiempo que no salimos y quería compensarte...
―Yah, Min Yoongi, no necesitas compensar nada, ambos dedicamos mucho tiempo a nuestros trabajos y eso está perfecto, además, no necesitamos salir a algún sitio para pasar tiempo juntos. Entonces...¿pizza, abrazos y netflix?―, Yoongi soltó una risa que acabó convirtiéndose en un bostezo y asintió con su cabeza, ―¡Genial! Escoge la peli y yo la pizza―, concluyó dejándole un rápido beso en la mejilla para luego levantarse e ir en busca de su celular.
―Ah, me gané el mundo contigo―, susurró para si mismo con una sonrisa.
La comida no tardó en llegar y pudieron cenar entre risas, charlando sobre sus trabajos, Yoongi le contaba anécdotas de los chicos durante los ensayos y Jieun le hablaba sobre cómo se habían portado sus alumnos aquel día en el salón de clases, y siempre tenían algo para decir, cambiaban de tema sin darse cuenta y a veces tenían que parar durante unos segundos para recuperar el aire después de un ataque de risa; parecía que seguían siendo unos tontos dolescentes, pero esas son cosas que suceden cuando terminas casándote con tu alma gemela.
―Creo que comí demasiado―, murmuró Jieun lanzándose a la cama, Yoongi le siguió a los pocos segundos y la acomodó sobre su pecho, permitiéndole oír sus latidos a la vez que proporcionaba pequeñas caricias en su espalda, y lo que siguió no le sorprendió; Jieun se separó un poco y alzó su cabeza para dejar pequeños besitos por todo su rostro y cuello, aferrándose a él con ternura. Era algo que siempre hacía, solía darle besos en sus mejillas o cuello con frecuencia en los momentos más random porque simplemente le apetecía, y aunque jamás lo admitiera en voz alta, era algo que le encantaba.
―Si sigues así voy a dormirme...
―Está bien, te mereces un descanso―, respondió en un susurro. El sueño empezaba a invadirlos, y aunque ahora no estaban hablando aún podías sentir el amor que había allí, tan puro y honesto que incluso podrías verlo, en cada mirada, sonrisa, toque, se evidenciaba con cada latido que daban sus corazones enamorados.
Jieun cerró sus ojos por unos segundos, enterrando su cabeza contra el cuello de Yoongi, ―Se ve que yo no era el único agotado.
―Oh, intenta cuidar y enseñar a treinta niños a la vez.
―No, gracias, seis son suficientes―, pudo sentirla reír contra su piel. Él también sonrió y dejó un besito en su hombro, ―Buenas noches, pequeña―, susurró entre dormido.
―Te amo―, respondió ella y creyó que no la había oído pero la sonrisa que Yoongi mantenía en sus labios lo delataba, y Jieun también acabó durmiendose entre sus brazos, sintiendo mariposas en su estómago como si fuese la primera vez.
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