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Un pequeño suspiro salió de los labios de la chica, estrujó los bordes de su falda con ambas manos a causa de los nervios y, juntando valentía, alzó su cabeza para cruzar su mirada con la de Yoongi.
―¿Qué te ocurre?―, fue lo que preguntó su compañero rascando su nuca con confusión. Pues Haneul lo había sacado a rastras de la cafetería para "decirle algo sumamente importante", sin embargo, ya llevaban diez minutos en un incómodo silencio.
―Me gustas―, soltó finalmente sin apartar sus ojos de él, pero, todo coraje y la pequeña esperanza que guardaba en su pecho se fueron a la basura cuando notó la expresión que Yoongi tenía en su cara.
―Bueno...Haneul, entenderás que, uh, a mi me gusta otra persona―, no le respondió. Se dedicó a observar sus propios zapatos, mientras oía como el chico se enredaba con sus palabras para intentar ser amable. ―...y eh, tengo que irme.
―¡Sí! No te preocupes. ¡Ten buenas vacaciones!―, saludó intentando mantener su orgulloso intacto. El más alto asintió y rápidamente se adentró en el edificio dejándola allí. Haneul se aseguró de que nadie más estuviese rondando por allí, y cuando supo que se encontraba sola, se sentó sobre el cemento y limpió sus lágrimas mientras mantenía una sonrisa. ―Lo sabía.
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seis meses después.
Yoongi frotó sus ojos con fuerza para poder mantenerse despierto, realmente, las clases de filosofía eran lo peor del mundo.
Antes le eran vagamente soportables, pero ahora las detestaba con toda su alma y no entendía por qué, si incluso tenían el mismo profesor...o bueno, fingia no saber la razón.
Sin darse cuenta, ya había posado sus ojos sobre el pupitre que se ubicaba a su costado, ahora vacío pero que meses atrás le pertenecía a Haneul. Realmente se sorprendió cuando la joven no apareció el primer día, y al tener una semana de no verla ni por el aula de economía, se preocupó, hasta que acabó enterandose que al pasar de año la pelirosa había solicitado un cambio de clase que le fue accedido.
