Aún no había amanecido, todavía podía observarse a la luna brillando en un rincón del cielo, Kimi sonrió, disfrutaba mucho el poder admirar cielos tan bonitos.
Se apartó de la ventana cuando escuchó el ruido del microondas, rápidamente tomó su comida caliente y fue a sentarse para poder comer, no importaba que sean las cinco de la mañana, antojos eran antojos.
—¿Ya estás contenta?—, susurró bajito mirando a su vientre luego de dar el primer bocado, —Espero que sí, me hiciste levantar solo para comer pero ugh, no puedo culparte, está delicioso—, otra vez se concentró en su plato, estaba muy entretenida con eso pero unas pequeñas pataditas en su lado izquierdo la interrumpieron, —Sí, lo sé. Tu abuela es la mejor cocinando—, acarició su panza con una sonrisa, —No te preocupes, cuando seas grande va a cocinarte todo lo que quieras—, nuevamente la sintió moverse, —Oh, así que te gusta mucho la comida igual que a mí. Sí, serás igualita a mamá—, canturreó.
—¿No es un poco tarde?—, Kimi tembló del susto, no esperaba encontrar a alguien más despierto. Miró hacia la puerta y pudo ver a su madre sonriendole calidamente.
—O muy temprano...Ya son las cinco y media.
—¿Sucedió algo?—, preguntó acercándose a su hija, tomó lugar a su lado y colocó ambas manos en el vientre de la chica haciéndola reír, —¿Está todo bien?
—Sí, estamos bien. Simplemente tengo antojos, muchos, y esta pequeña no deja de moverse—, explicó relajada y continuó comiendo mientras su madre la mimaba.
—¿No hay otra razón por la cual no puedas conciliar el sueño?
—Nop.
—¿Segura?
—¿Qué más podría haber?
—Usualmente, la gente que no puede dormir en toda la noche es porque piensa mucho.
—Mamá...
—Nunca hablamos del tema.
—Ya pasaron ocho meses.
—¿Y? Pueden pasar más y seguirá doliendo.
Kimi soltó un suspiro y dejó el plato de lado, sabía muy bien a qué se refería su madre, Min Yoongi. Después de lo sucedido en la empresa él la buscó, una única vez, y la discusión fue incluso peor y fue la despedida definitiva. Nunca más supo de él.
