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Su expectante mirada estaba clavada en la pequeña figura de la chica, la cual lo observaba con inocencia desde el sofá.
Había llegado a casa cuando no faltaba mucho para que amaneciera, y aunque Sunmi decidió volver unas horas antes que él, ambos seguían igual de ebrios, podías notarlo fácilmente.
—Sunmi...—, habló con un tono demandante. No estaba llamando a su nombre con cariño, más bien, parecía una madre retando a su pequeño. La joven decidió ponerse de pie, su cuerpo tambalea un poco mientras intenta caminar hacia Yoongi, pero finalmente lo consigue.
—Escucha, todo en este planeta tiene una explicación lógica...
—Tú no—, le respondió con simpleza.
Antes de darle el contexto de la escena que encontró cuando ingresó al hogar, Sunmi soltó un profundo suspiro, y actuando lo más dulce posible miró a su pareja, tratando de esquivar el regaño que la amenazaba.
—El cachorro se veía tan solo... así que lo traje a casa—, explicó en un susurro, jugando con sus manos.
Esperaba con temor oír algún grito o reclamo, aunque los segundos de silencio que recibió en su lugar fueron peores. Intentó sonreír tiernamente pero una mueca fue lo único que logró. —¿Dirás algo?
—¿Estás loca?—, Yoongi hundió su rostro entre sus manos. Su cerebro seguía mareado y se obligó a despertar pellizcando sus mejillas para después beber un poco de agua. —Realmente tú...ah, carajo.
Ahora lo entendía, Sunmi nunca se aburría tan pronto en una fiesta, supuso que debía tener una razón para querer irse tan temprano y acababa de descubrir cuál era. Todo el pretexto de su cansancio y dolor de pies fue una excusa barata para huir con su mejor amiga y traer al cachorro a su hogar sin que él las atrapara en el acto.
