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— ʟᴀ ʀᴇᴀᴄᴄɪóɴ ᴅᴇ sᴜɢᴀ ᴄᴜᴀɴᴅᴏ sᴏɴ ᴍᴇᴊᴏʀᴇs ᴀᴍɪɢᴏs ʏ ᴄᴏɴғɪᴇsᴀs ᴛᴜs sᴇɴᴛɪᴍɪᴇɴᴛᴏs

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— ʟᴀ ʀᴇᴀᴄᴄɪóɴ ᴅᴇ sᴜɢᴀ ᴄᴜᴀɴᴅᴏ sᴏɴ ᴍᴇᴊᴏʀᴇs ᴀᴍɪɢᴏs ʏ ᴄᴏɴғɪᴇsᴀs ᴛᴜs sᴇɴᴛɪᴍɪᴇɴᴛᴏs.

Una fiesta, qué divertido. ¿No?
Una fiesta es un lugar, es un bonito evento, donde uno va con sus amigos a pasarla bien, se bebe un poco pero no demasiado, también se baila, te reís con ganas, conoces gente, y, si tenes suerte, conseguís besar a esa persona que hace tanto deseabas. Y si sos ese maldito con suerte que logra obtener ese beso mágico en algún rincón de la pista de baile, mierda, te quedas con una sonrisa toda la noche.

O eso decían mis amigas; porque ciertamente, yo no esperaba acabar de esta forma: llorando, tirada en un baño, en casa de alguien que no conozco, y sosteniendo, hace aproximadamente diez minutos, el cabello de una chica que tampoco conozco, pero que también está llorando.

Carajo. En momentos así yo me pregunto, ¿qué mierda le hicimos a este mundo?

—Siempre pensé que mi primer corazón roto sería por culpa de algún fuckboy que me ilusionaria para luego cojerme y dejarme, pero no, yo solita me rompí. Soy patética—, mi compañera vomita una vez más entre lágrimas. Me veo obligada a inclinar mi cuerpo para poder sostener su cabello con mayor comodidad, tres arcadas más y se lanza contra la pared del frente para mirarme. Somos un desastre.

—Chica con suerte. Porque yo sí me metí con un fuckboy, y sí me ilusionó, y me acaba de dejar—, una mueca se posa en mi rostro. Pobrecita. Ella hace un gesto para restar importancia, pero no, sí importa. ¡Obviamente le importa! Además, sus ojitos me lo dicen. Está muy triste. Agarra algo de papel higiénico para limpiar su rostro mientras suspira, —Qué deprimente. Miranos, sé que somos dos mujeres maravillosas, pero por culpa de un hombre ahora estamos en el suelo de un baño medio drogadas y con vómito en nuestras caras. Qué puto asco.

—No, tú tienes el vómito. Yo estoy bien con eso—, murmuro cerrando mis ojos y recostando mi cabeza contra la bañera.
La escucho reír por mi comentario, pero se va apagando, sé lo que viene, su risita se convierte en un sollozo. Mierda. Su llanto ahogado también me hace llorar a mí.
En este punto, ni siquiera sé porqué lloro, quizás por él, o porque quiero desahogarme, o tal vez es culpa de todo el vodka que viaja por mis venas. Quién sabe.

—¿Qué hiciste para terminar así?—, abro mis ojos, debo tener todo el maquillaje en la miseria y mi cabello horrible, pero ahora ese es el último de mis problemas.

—Besé a mi mejor amigo—, le confieso. La puta madre. Creía que cuando finalmente dijera eso, me sentiría alegre, pero no, siento un maldito nudo en el pecho y lágrimas en mis ojos al punto de que arde. Y duele. Mucho.

—¿Te rechazó?

—¿Y qué te pensas? ¿Que lloro de felicidad? Claramente me rechazó, tarada.

𝐌𝐈𝐍 𝐘𝐎𝐎𝐍𝐆𝐈, 𝐑𝐄𝐀𝐂𝐓𝐈𝐎𝐍𝐒.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora