Capítulo 1.

17.5K 840 1.1K
                                    

▪︎☆▪︎☆▪︎☆▪︎☆▪︎☆▪︎☆▪︎

A veces no vemos con la suficiente atención lo que camina a nuestro lado.

▪︎☆▪︎☆▪︎☆▪︎☆▪︎☆▪︎☆▪︎

Cruce indefenso.

Diciembre 01, 2017.

Los Ángeles, California.

Magali.

Preveo el ataque de mi contrincante con la palma abierta que recibe su puño bloqueando el golpe que iba a mi mandíbula, mi pantorrilla bloquea la patada que pretendía barrerme los pies y empujo la mano atrapada que tengo estrellando su cuerpo contra el piso cuando palidece.

Lanzo un codazo cuando intentan tomarme desde atrás en mi supuesta distracción y aprovecho su falta de aire para girar, tomar su cuello con un brazo alzándolo con la llave que aplico para acabarlo. El público grita queriendo que les dé mi atención cuando mi primer contrincante se levanta, el segundo ya no lo hace por lo que volteo hacia el otro que jadea mirando al que ahora yace muerto en el suelo, alza las manos en señal de rendición y el tiro que lanzan por un lado lo acaba cuando decide rendirse a seguir con la pelea.

—¡Con vida solo baja uno! Que prefieran rendirse que dejar que los acaben, no les da redención —exclama el presentador subiendo al ring— ¡No es el primero ni el último que prefiere morir por un tiro que en manos de nuestra invicta! —se me acerca tomando mi muñeca para alzar mi brazo en señal de victoria—. ¡Blutkönigin, damas y caballeros!

Paso saliva cuando los efectos de la cocaína y el alcohol empiezan a pasarme factura. El público rompe en gritos y aplausos mientras que yo soy incapaz de distinguir en donde carajos estoy, me arde la garganta.

—El dueño de esta sucursal está llegando, está de visita en USA como tú —me habla el hombre que tengo al lado—. No sabe que estás aquí, o sea no sabe nada de ti realmente, ¿quieres dejarlo ver una de tus peleas o...?

Me aparto de él bajando del ring hacia los camerinos donde me adentro buscando el baño, las manos me tiemblan con la ansiedad y él se me viene detrás preocupado luego de dejar al público con otra pelea. Trato de luchar contra ello, pero el mareo me toma con más fuerza haciendo que me aferre a los costados del lavamanos jadeando.

Uno de mis escoltas entra buscándome y con una mano le pido que vaya por la medicina, la cual saca de su bolsillo acercándose a inyectármela en el cuello. La dosis entra a mi sistema haciéndome inhalar profundo, las paredes dejan de darme vueltas y me sostengo la cabeza con una mano apoyándome en mi guardaespaldas con la otra.

—Theo, llévame a casa —le pido y asiente de inmediato, el hombre que miraba la escena me detalla más preocupado que mi escolta y con una seña le aseguro que estoy bien mientras salgo— No quiero conocer a ningún dueño, no le digas que estuve aquí —advierto.

Asiente mientras me indica por donde puedo salir para no cruzarme con ese hombre, salimos hasta llegar al estacionamiento donde mi Ferrari negro tiene un Porsche azul estacionado al lado, lo detallo «WTH 049» dice la placa y me muevo a mi vehículo preguntándole al hombre que nos guía de quién es. En este lugar no se ven coches lujosos aparte del mío muy seguido.

—Del dueño de esta sucursal —responde y mira detrás de él palideciendo de repente— uno de sus escoltas viene hacia acá, seguro me está buscando y si no me halla...

—¿Le tienes miedo? —me burlo de él.

—Todos deberían tenerle miedo.

—¡Jacob! —lo llaman desde la entrada del estacionamiento— Teufel llegó, te busca con urgencia.

CONEXIONESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora