EXTRA

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Conoce los movimientos indefensos de tus enemigos mucho mejor que los peligrosos de tus amigos.

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Diciembre 27, 2021.

(Tres noches antes de la última activación del regler)

Magali.

La muerte de papá está latente en mi pecho haciéndome arder la nariz cada dos por tres, la rabia aumenta a tal punto de que no sé cómo controlarla, cómo hacerlas pasar al igual que las ansías de venganza.

Todo me cosquillea queriendo matar gente, no tolero la cabeza que me martillea ni las voces de mi mente que me exigen acabar con el mundo que ya no queda nada. Siento que en cualquier momento voy a obviar todos los tratos hechos con una moralidad que no tengo y activar mi regalo de bodas mandando a volar a medio mundo.

Mi familia no está colaborando. Mi tío Kurt ha hecho pruebas para ver qué tanto ha afectado la activación del regler a mi sistema y en vez de darme respuestas rápidas me tiene encerrada desde hace seis horas pidiéndome que espere ya que estas cosas tardan y debe hablar con Zahid.

«Como si tuviera tiempo para esto» Tengo que activar esa bomba y matarnos a todos antes de fin de año o Adler volverá por mí y prefiero destruir todo y que me encarcelen por toda mi eternidad antes que pasar un día más con las manos de ese enfermo sobre mí.

John y Jeremy no son más de lo mismo, impacientes, ambos están a mi lado viendo maneras de poner a salvo a quienes podamos para proceder a ese plan. Un plan egoísta, malo y atarantado, ¡pero ya no tenemos más opciones!

—Si los llevamos a América Central —El rubio abre el mapa en la tablet—. Tendríamos tres días antes de que los gases tóxicos del Phattie lleguen ahí —sacude la cabeza, sabe que es poco tiempo—. Pero si los movemos hasta Uruguay... quizá haya más tiempo.

John niega.

—No, porque la gente que alertaría desde el terreno francés que limita con Brasil llevará la alarma muy rápido —señala el territorio de ultramar—. Ellos siguen siendo franceses, por ende, todo lo que notifiquen para ese país no tardará en llegar a ellos y de ellos a Brasil y América del Sur.

Suspiro, ellos siguen discutiendo ideas y a mí la cabeza me empieza a doler. Me mareo tambaleándome sobre la camilla donde estoy sentada alertándolos.

—¿Estás bien? —se preocupan, asiento— ¿Qué te duele? ¿Qué necesitas?

—Solo estoy algo mareada... —el perfume de ambos me marea más y los aparto con asco—. Huelen raro.

Me miran con las cejas arrugadas.

—Es nuestro perfume de siempre, diosa.

—Pues cámbienlo, ya no me gusta.

—Sí, como digas —ruedan los ojos.

Justo en ese momento mis tíos entran y me trago el malestar que me causa el aroma cuando ambos se colocan a mis lados y los observamos enarcando una ceja hacia Zahid que tira su plancheta en la mesa mirándonos rabioso.

—¿Qué mierda hicieron ustedes tres? —reclama— ¿Cómo pueden ser tan irresponsables?

Nos miramos entre nosotros confundidos antes de volver a observar a mi tío.

—¿De qué hablas?

—¡Les pedí una sola cosa, chicos! —se altera— ¡Que se cuiden correctamente en lo que dura el tratamiento!

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