Capítulo 43.

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“Todos aquel que tenga cartas, tiene una jugada”

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Debacle.

Fechas y horas variadas.

Ubicaciones distintas.

Narrador Omnisciente.

Hay veces que sientes que el mundo se detiene ya que tu dolor es tanto que te aferras a ese pensar para tratar de sobrellevarlo pero no es así, el mundo no se va a detener por tu dolor, sigue en función al igual que el tiempo, las personas y todo lo que existe a tu alrededor.

Magali Rosenzweig pasa horas aferrada a la lápida de sus hijos soltando sollozos y tratando de que su pecho deje de lanzar oleadas de dolor al caer en cuenta de que se ha quedado sola de nuevo, las cosas no mejoran, el sol se asoma por lo que la mujer abandona el sitio yendo a ver a quienes está segura que querrán verlas pero como si fuera poco todo lo que pasa la emoción de ver a sus hermanos cuando horas más tarde va a visitarlos dura solo unos días hasta que ambos amanecen tres días después con una expresión de preocupación pegados al móvil.

—¿Qué son esas caras? —Pregunta la empresaria bajando al jardín de su casa en Asunción para el desayuno con sus hermanos.

Miriam y Matteo clavan los ojos en ella mientras la mujer se mantiene serena tomando asiento, hace el intento de sonreírles fingiendo estar bien para no preocuparlos pero los ojos hinchados al igual que los nudillos rotos demuestran lo contrario.

—¿Cómo estás? —Le preguntan.

—No han respondido lo que pregunté.

Los hermanos se miran entre ellos antes de que la bailarina respire hondo observando a su hermana.

—Mamá y papá no aparecen —Le cuenta— Hace unas semanas hicieron un viaje del que no habían dicho nada pero que estoy segura ya debió de acabar pero no vuelven tampoco responden y...

Se le cortan las palabras viendo la expresión seria de su hermana mientras Matteo repara lo mismo y chasquea la lengua negando con la cabeza.

—Ya lo sabes —Deduce rápido sin equivocarse— Por supuesto que tú ya lo sabes…

—¿Dónde están? Sí tú sabes seguro que podemos ir a ayudarlos, deben estar en problemas y…

—Miriam —La corta su hermano— Magali no va a ir a buscarlos porque Magali es quien los tiene.

—De hecho no —Esclarece la susodicha— No los tengo yo, lastimosamente.

—Pero si sabes donde están.

—Tal vez.

Matteo niega tensando la mandíbula mientras que la bailarina traga saliva conteniendo las lágrimas.

—Aparecerán muertos y no me voy a disculpar por ello —Les dice Magali— Pero lo que si puedo darles es una explicación del por qué pasa esto.

—¡Gracias! —Espeta Matteo con sarcasmo— Creí que debía esperar otros diecisiete años más para saber por qué carajos odias a nuestros padres.

—Esas cucarachas no son mis padres.

—¡Esas cucarachas intentaron ser los míos! Y no, no eran buenos, yo lo sé, pero negocios ilícitos y presión tiene cualquier familia con nuestro mismo nivel de empoderamiento social ¡Al menos ellos no negaron que somos su familia ante todo el maldito mundo! —Magali traga saliva— Al menos de ellos escuché un maldito “te amo” en medio de lágrimas por años y al menos ellos no me negaron mi apellido, mi familia, mi legado…

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